Oryx & Crake es una distopía sobre el fin del mundo y cómo la perversión intelectual de las altas esferas acaban por destrozar el mundo que habita la gente de a pie. Es decir, que es una obra que se construye sobre los mismos cimientos que la popularísima historia El cuento de la criada. A través de una narración lenta, pausada y desmigajada como la conciencia del último superviviente en la tierra, Margaret Atwood decide arremeter de nuevo contra un concepto sin lugar a dudas poderoso y flexible que le da sentido a todo su universo literario: qué ocurre cuando pones en práctica las teorías con las que la élite intelectual pretende solucionar todos los problemas del mundo.
De esta forma, Oryx & Crake, cuyo título ni portada representan el contenido del libro, nos introduce en una tierra que ha colapsado debido a los inmensos avances en el campo de la biología, golpeando de esta forma con un mensaje poderosamente anticapitalista que tan inocente se nos presenta en la cubierta blanca con un mapache rojo de la nueva edición de Salamandra.
La obra, publicada originalmente en el 2003 en España, ha sido recientemente reeditada por Salamandra editorial en un formato nuevo, atractivo y limpio. Además, por si no lo sabíais, abre una trilogía compuesta también por El año del diluvio y Madaddam
Argumento de Oryx & Crake
Hombre de las Nieves está empezando a perder la cabeza. Y además, definitivamente, se ha vuelto alcohólico. Mientras ve los días pasar desde su árbol, protegiéndose del sol y de las picaduras de los insectos, el último superviviente de la tierra se lamenta continuamente de todo lo que no se atrevió a hacer en vida y de sus últimas decisiones. Lo único que consigue distraerle es el cuidado de los crakers: una raza de humanos perfectos sin ningún tipo de conocimiento sobre el mundo para los cuales Hombre de las Nieves es similar a un profeta.
Así, conforme la obra avanza, descubriremos quién se esconde detrás de la enigmática y a menudo patética figura de Hombre de las Nieves, qué fue de su pasado y sobre todo, qué ocurrió en el mundo para que todo se fuera al garete.
Un capitalismo podrido y sin tapujos: cómo los cerdones representan la falta de escrúpulos en una sociedad puramente hedonista.
El mundo en la novela Oryx & Crake estaba abocado a la muerte mucho antes de que Hombre de las Nieves bajara de su árbol a retirar las hormigas de su mango manoseado. Incluso puede que ya llevase un siglo dando sus últimos coletazos de vida. Con su habitual estilo pausado, Margaret Atwood nos sitúa en una sociedad basada únicamente en la meritocracia y dividido en dos rígidos estamentos sociales: aquellos que valen lo suficiente como para vivir en el interior de complejos y la gran mayoría de la población que debe permanecer en el interior de las plebillas.
Al igual que en La brigada de la luz de Kameron Hurley, Margaret Arwood nos introduce en una sociedad donde el capitalismo ha evolucionado de tal forma que los gobiernos han desaparecido hasta tal punto que son las marcas y las empresas las que dictan el día a día de los ciudadanos. Esta división afecta en el día a día a todos los involucrados, dejando a las personas en las plebillas vivir sobre un lecho de contaminantes en un aire especialmente tóxico e incluso experimentando con ellos como si fueran animales. La deshumanización de la gente pobre queda continuamente expuesta no solo a través de la figura y el trágico pasado de Oryx, sino también con la forma con la que las élites intelectuales y sus descendientes que viven cómodamente en complejos comerciales tratan a los pobres como ridículos conejillos de indias cuya muerte, tortura o degradación no importan nada en absoluto.
En este contexto veremos cómo Jimmy, un niño que ha nacido sin ser especialmente dotado para nada, crece como una de las élites privilegiadas. El trabajo de sus padres en una granja para cerdones le permite no solo acceder a los mejores colegios, sino también vivir en el interior de una zona con purificadores de aire, seguridad ciudadana las veinticuatro horas y un férreo control policial que censuran los pensamientos de la gente y que acaban con cualquiera capaz de dañar el nombre de la marca para la que trabajan. Es de hecho ilustrativo que conforme Jimmy va creciendo y va viviendo en diferentes zonas, el nivel de seguridad, censura y autoritarismo se percibe como un medidor válido para saber en qué nivel de lujo y poder te encuentras, siendo los mínimos niveles de control que se encuentran en algunos complejos y edificios indicadores de lo bajo que has caído como ciudadano.
La granja en la que trabajan los padres de Jimmy se encarga de desarrollar los llamados cerdones: cerdos mutados biológicamente para tener órganos y células exactamente iguales que los humanos, de crecimiento rápido acelerado y más carne. Así, estos animales sirven no solamente como fuente de transplantes de órganos sino también como origen de alimento para la población. Esta carne transgénica presenta un dilema moral por sí mismo ya que al final estás alimentándote de un animal mutado cuya composición es exactamente igual al de otra persona, acercándote peligrosamente al canibalismo. Y es que todos los grandes avances de la ciencia dentro de esta novela huelen como poco a chamusquina: pastillas para mantener la líbido, cirujía capaz de trasplantarte una piel completamente nueva para evitar el envejecimiento y todo tipo de irresponsables mutaciones genéticas con animales que alteran y manipulan sus condiciones para servir a los fines recreativos o productivos de los hombres. Los humanos, con su capacidad para alterar y manipular el código genético, juegan a ser dioses. En lugar de girar alrededor de un supuesto “castigo divino”, la obra nos muestra las consecuencias a largo plazo de la creación de animales tan inteligentes como los humanos (en el caso de los cerdones, con capacidad para organizarse entre ellos y planes astutos) sin detenerse a valorar cómo afectará eso a los diferentes ecosistemas.
Ya no quedan animales que no hayan sido mutados en Oryx & Crake: mientras Hombre de las Nieves intenta sobrevivir malamente subido a un árbol, nos hablará de los loberros (mitad lobos, mitad perros) y su agresividad en manada, los mofaches, las serpiatas (mitad serpiente, mitad rata) y otra serie de animales como las liebres de color verde fosforito iridiscente que hacen del paisaje de la obra una auténtica locura salida de las pesadillas del creador de Fallout 76.
Jimmy (el verdadero Hombre de las Nieves), crece en un complejo comercial dedicado única y exclusivamente al más puro hedonismo capitalista sin miedo a las consecuencias. Así, su pequeña mente libre de prejuicios encuentra en los cerdones algo moralmente reprochable y se niega a comer carne en el comedor al que le lleva su padre y su amante Ramona. Sin embargo, esta forma respetuosa y ecologista de ver el mundo irá diluyéndose con el tiempo conforme el cerebro de Jimmy es impactado una y otra vez con publicidad, la normalización del consumo de carnes poco éticas y la conveniencia de encontrar estos alimentos de forma rápida y barata a su alcance. Así Margaret Atwood aprovecha para arremeter contra el modelo de consumo de comida rápida americano escondiendo en la abominable imagen del pollo gigante creado sin ojos ni patas para producir más carne para hamburguesas una reminiscencia que recuerda al proceso con el que hoy en día se crean los nuggets de Burguer King y McDonalds. Es especialmente ilustrativo al mismo tiempo ver cómo el propio Jimmy, al ver de dónde procede el pollo se espante y se jure a sí mismo no volver a consumirlo y cómo después se le ve en reiteradas ocasiones optando por echarle el diente a un Delicachessen con queso.
Evidentemente, la obra no se queda solamente en la crítica a la producción intensiva de ganado ni a la desforestación masiva perpetrada por las primeras potencias mundiales. Una de las referencias más evidentes es la crítica que hacen al sistema sanitario estadounidense que vende productos milagrosos y deja morir a la gente incapaz de pagárselos o cómo provocan los mismos males que luego cobran por solucionar.
—Damos esperanza a la gente. ¡La esperanza no es ninguna estafa!
—A los precios de NovaDermis sí lo es. Les ofrecéis vuestros productos a bombo y platillo y les sacáis el dinero, y cuando se les acaba. adiós a los tratamientos. Si fuera por ti y por tus amiguitos, se podrían ir todos a la mierda. ¿Ya no te acuerdas de lo que hablábamos, de todos nuestros proyectos? Mejorar la vida de la gente, no solo de la gente con dinero.
A fin de cuentas, el precio del progreso a menudo viene de la mano de la infelicidad o el exterminio de las clases más pobres. De esta forma, en la obra plantean precisamente cómo la mutación de los granos de café para hacer que maduraran antes de tiempo y pudieran ser recogidos por cosechadoras automáticas, dejando en la calle y sin negocio a cientos de miles de trabajadores, acaba provocando revueltas populares en las que los miembros de la élite ni siquiera toman partido, demasiado cómodos siendo cómplices de la muerte de toda esa gente a cambio de tener una taza de café aguado a su alcance en cualquier momento.
El movimiento de resistencia fue global. Hubo disturbios, se quemaron cosechas, atacaron cafeterías Cafeliz, pusieron coches bomba contra los empleados de la empresa, los secuestraron, hubo francotiradores que los mataban a tiros, y turbas que los molían a palos; por su parte, a los campesinos los masacró el ejército. O los ejércitos, porque eran varios países implicados. No obstante, soldados y campesinos se parecían mucho en todas partes. Se los veía polvorientos.
El concepto del tiempo y la soledad en Oryx & Crake
Jimmy es un ser patético. Lo ha sido desde el primer momento en el que nos relata su pasado. Su patetismo lo lleva a revolcarse en sus penas, explotar el abandono de su madre frente a sus amantes y lo desconecta emocionalmente de cualquier cosa que no pueda idealizar o fantasear sobre ella. De esta forma, su obsesión con Oryx nace en el momento en el que la ve en una de las películas porno única y exclusivamente porque puede fantasear con la idea de poder ser él el que la salve de un destino tan horrible (materializando de esta forma el complejo del blanco salvador tan presente en gran parte del primer mundo hoy en día)
—¿Os violaban? —Apenas logró pronunciar esas palabras. ¿Qué respuesta esperaba oír? ¿Qué quería?
—¿Por qué insistes en hablar de cosas feas? —inquirió con voz cristalina, como de cajita de música. Agitó una mano en el aire para que se le secaran las uñas —. En la medida de lo posible, deberíamos pensar solo en cosas bonitas. El mundo está lleno de belleza, sólo hay que aprender a mirar a nuestro alrededor. Tú sólo miras el barro que tienes bajo los pies, Jimmy. Y eso no te sienta bien.
Nunca se lo contaría. ¿Por qué le sacaba tanto de quicio?
—No era sexo de verdad ¿no? —le preguntó—. El de las películas. Sólo fingíais, ¿eh?
—Aunque, Jimmy, ya deberías saberlo: todo el sexo es de verdad.
Así que nos encontramos con un protagonista con el que es fácil empatizar por su desesperación ante el fin de la humanidad, pero al que también como lectores despreciamos y no comprendemos. Jimmy es propenso a los ataques de rabia, al alcohol y a estallidos de autocompasión no solo en su presente, sino también en el pasado y Atwood lo ha forjado así con un propósito: quiere demostrarnos que no sobreviven los más hábiles o aptos sino que es una cuestión de pura suerte.
El propio nombre de Jimmy, con diminutivo añadido incluso al final de su vida como hombre adulto que empieza a quedarse calvo, lo deshumaniza en parte y hace que comprendamos que a su alrededor nadie le tenga realmente mucho respeto, ya que esta coletilla lo empequeñece a ojos del lector. Esto es diferente con Crake, del cual ni siquiera conocemos su nombre real, contribuyendo a presentarlo como la figura mística que nunca se equivoca que acaba siendo para todo el mundo a lo largo de la obra.
Sea como sea, Jimmy es incapaz de conectar con nadie en su etapa como adulto y ahora, que está solo, echa de menos a todo el mundo.De pequeño, la falta de atención que recibe por parte de sus padres le lleva a inventarse su propio vocabulario (como la expresión “nuez de corcho” que acabará siendo relevante en su vida) y cómo el abandono de su madre, llevándose con él a Matón (su mofache y cariñosa mascota) le provoca la incapacidad de comprometerse emocionalmente con nadie.
Esto se agrava debido a la facilidad con la que Jimmy y Crake tienen acceso a todo tipo de vídeos barbáricos y pornografía violenta desde una edad muy temprana. En una sociedad puramente monetizada donde no hay límites religiosos ni morales, Jimmy y Crake asisten como adolescentes a ejecuciones en vivo sin desarrollar ninguna emoción ni repulsa por ello, volviéndolos fríos y extremadamente tolerantes ante la muerte de sus semejantes (algo que tendrá verdadera relevancia al final de la obra, pero no os lo spoilearé),
Así mismo, la obra explota el concepto aristotélico de "el hombre es un ser social por naturaleza" y provoca que el aislamiento de Hombre de las Nieves le lleve a tener alucinaciones.
Y es que está claro que lo que queda para Hombre de las Nieves tras el horrible desastre ya no es un mundo en el que él encaje. De pronto, al igual que en la obra Soy leyenda, conceptos como el tiempo, calendarios o rutinas dejan de tener sentido y sin embargo el protagonista arrastra por toda la obra un reloj que marca permanentemente las cero horas y cero minutos, obsesionado por aferrarse a un pasado y a una forma de vida que nunca volverá.
Por pura costumbre mira el reloj de acero inoxidable, con su gastada cadena de alumino, aún relucientes aunque ya no funcione. Ahora es su único talismán y lo que le muestra es una esfera muda: las cero horas. Nadie, en ninguna parte, sabe qué hora es.
La autora explora, gira y se regodea rodeando la idea de futilidad del ser humano en un paisaje dominado por tonos rosáceos y en un mundo contradictorio debido a su palpable y dulce estética que está poblado, sin embargo de peligros mortales. En medio de todo este apocalipsis plácido y tranquilo, Atwood nos muestra el constructo de algunos conceptos recurrentes en nuestro día a día como son el tiempo en un análisis y una narrativa introspectiva a la que nos tiene acostumbrada la autora.
Mi opinión de Oryx & Crake
Vaya, hay pocas novelas como las que escribe Atwood… Los conceptos que esgrime esta autora canadiense en Oryx & Crake son conocidos y se han empleado en mil críticas a lo largo de los años, pero la autora canadiense es capaz de imprimirles un tono nuevo, malicioso y mordaz que conjunta de una forma extraña con los paisajes rosados y los adorables animalitos que crea.
Así, hace que desprecies las egoístas mutaciones genéticas de los científicos de la obra mientras al mismo tiempo deseas un mofache para ti; hace que arremetas contra el egoísmo de la madre de Jimmy por abandonarlo cuando, como adulta, comprendes que quizás estaba haciendo lo menos egoísta del planeta. Oryx & Crake es por tanto rara, incalificable y pausada por momentos, pero al mismo tiempo inolvidable y distinta. Solo puedo decir que durante su lectura no era capaz de soltarla ni un momento, pero que el final… el maldito final de Margaret Atwood, me ha hecho querer desear que se encontrase delante de Oryx y Crake aquel fatídico día
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