Después de haber sido exiliada, apartada y haberse sentido completamente traicionada, Jude Duarte ha decidido que, si nadie va a creer en ella, al menos debe sobrevivir. Y para ello hará gala de su principal talento en el mundo: sacar de quicio a todos los fae que hay alrededor y combatir en una situación de vida o muerte.
La reina de nada es el esperado desenlace de la trilogía Los habitantes del aire de Holly Black. Después de haber conocido las intrigas políticas de la corte de Elfhame, de haber acompañado a la Corte de las Sombras y de haber sentido las trampas y dagas de las hadas vengativas sobre la piel de Jude Duarte, este novela de fantasía pone el broche final a una saga que ha mantenido a más de 30 millones de lectores enganchado a su trama.
Démosle la bienvenida de nuevo a la primera reina mortal de Elfhame: una joven que ha crecido siendo subestimada por todo cuanto la rodeada.
Argumento de La reina de Nada
Jude Duarte, la mortal que se atrevió a desafiar el orden establecido en Elfhame, se enfrenta ahora a su mayor reto. Exiliada y con el sabor amargo de la traición aún en los labios, deberá recurrir a toda su astucia y habilidad para sobrevivir en un mundo que parece haberse vuelto en su contra. Pronto se le dotará a Jude de la oportunidad de volver a Elfhame, al menos el tiempo suficiente como para darle la vuelta a su destierro de la forma que sea.
La guerra se acerca, y mientras Madoc prepara a sus ejércitos para aniquilar de una vez a Cardan, Jude comprende que está totalmente sola en el mundo de las hadas: no puede confiar en la hermana que la traicionó, en el amor que la desterró y a veces, ni siquiera en sus propios impulsos. Porque la nadie cree que una mortal como ella sea la reina, pero luchará por reclamar el lugar que le corresponde en un reino que nunca la ha aceptado completamente. ¿Podrá esta joven mortal, forjada en el engaño y la supervivencia, convertirse en la reina que Elfhame necesita?
Es como preguntarle a alguien si le gusta la corona de estrellas que acabas de extraer del cielo.
El destierro, la confianza ciega y el sentimiento de pertenencia
Los habitantes del aire siempre ha centrado una parte importante del peso de su trama en el sentimiento de pertenencia, y La Reina de Nada no rompe con la tónica anterior. El destierro forzado no ha conseguido doblegarla. Cada día lejos de Elfhame es un recordatorio de lo que le han arrebatado, pero también de lo que está dispuesta a recuperar, completamente convencida de que una existencia en el mundo de los mortales no es lo que ella quiere para su futuro. Mientras Vivi sueña con una vida tranquila basada en el clásico sueño americano y Oak huye entre humanos de las responsabilidades que podría tener si le pusieran la corona encima, Jude se aferra a su identidad como una daga: afilada, peligrosa e indispensable.
—No hay banquete demasiado copioso para un hambriento
Y esto, honestamente, no es fácil. Jude se enfrenta a un castigo por parte de la persona a la que más amaba que la deja completamente desplazada, tanto emocional como físicamente. Tras haber gobernado Faerie desde las sombras, verse relegada a una existencia casi mundana es un golpe que no solo sacude su ambición, sino que también cuestiona su sentido de pertenencia y la confianza que realmente merece Cardan, cuyo amor y devoción ha sido en los dos volúmenes anteriores siempre puesto en entredicho. En su destierro, Jude se enfrenta a lo que realmente significa estar fuera de Faerie: esa tierra que, por cruel que sea, le había dado un propósito. Es aquí donde Holly Black juega con el tema de la confianza ciega, ya que, a pesar de la traición aparente de Cardan, Jude sigue sintiendo que su lugar está en Faerie y sigue, de alguna manera, aferrándose a la posibilidad de que realmente el Rey de Elfhame la ame incondicionalmente. A lo largo de la novela, este sentimiento de pertenencia, distorsionado y complejo, será un motor clave para que Jude reevalúe quién es y a quién realmente puede confiar.
Los tratos con feéricos tienen una mala fama bien merecida. Casi siempre tienen letra pequeña. Sí, de primeras suenan muy bien. Por ejemplo, teprometen que serás feliz el resto de tu vida, pero entonces disfrutas de una noche estupenda y luego te mueres por la mañana. O te prometen que perderás peso, entonces llega alguien y te corta una pierna.
Como en las anteriores entregas, Jude nos demuestra que, ante todo tipo decisión razonada, fría y lógica que tomaría cualquier miembro de la corte de Elfhame, ésta siempre escogerá hacer lo que ella cree correcto. Si Elfhame no la acepta, hará que la necesite. Si la corte la desprecia, se convertirá en su única salvación. Porque Jude Duarte puede ser mortal, pero su voluntad es más férrea que cualquier juramento de hadas. Y está dispuesta a demostrar que el verdadero poder no está en la sangre, sino en la astucia, la valentía y la pura obstinación de no rendirse jamás y, de alguna manera, si los habitantes de Elfhame no creen en ella, quizás la naturaleza de la magia del propio reino sí que confía en los votos que la convirtieron en reina.
Si pudieras alargar mucho la mano, ¿podrías acaso arrancar la luna del cielo?
La evolución de la relación entre Jude y Cardan: poder, confianza y vulnerabilidad
En La reina de nada, la relación entre Jude y Cardan finalmente comienza a revelarse con todas sus complejidades y contradicciones. Tras pasar por una montaña rusa de traiciones y manipulaciones en los libros anteriores, la dinámica entre ellos empieza a cambiar, y es aquí donde Holly Black permite que ambos personajes se enfrenten no solo al poder que ostentan y que durante tanto tiempo Cardan estuvo evitando, sino también a los problemas de confianza que tiene su relación. Jude ha pasado toda la saga luchando por controlar a Cardan, viéndolo como un rey caprichoso y rebelde que debía estar a su merced para que el reino se mantuviera estable. Sin embargo, en este libro final, ella se da cuenta de que la verdadera conexión entre ambos va mucho más allá del poder político.
La evolución de Cardan como personaje alcanza su punto álgido en La reina de nada. Desde el principio de la saga, lo hemos visto como el típico príncipe cruel y caprichoso, un ser que se regodea en su poder y desprecia a los demás. Pero este libro nos revela que, en realidad, Cardan nunca fue ese villano que parecía ser. La redención de Cardan radica en el descubrimiento de su verdadera naturaleza y en cómo se enfrenta a sus propios demonios. El hecho de que haya sido criado en un entorno donde el afecto y la lealtad estaban condicionados por la crueldad le hizo desconfiar del amor, lo que explica muchas de sus acciones pasadas.
Da igual con qué fantaseara en aquel entonces, ahora soy yo el que suplicaría de rodillas para recibir una palabra bonita de tus labios. —Sus ojos negros están cargados de deseo—. Eres mi condena eterna.
En esta última entrega, Cardan demuestra que no es el rey malvado que muchos esperaban. En lugar de gobernar a través del miedo y la fuerza, Cardan elige un camino diferente: uno que no solo desafía las expectativas de Jude, sino también las suyas propias. Su redención llega cuando decide actuar por el bien de Faerie, sacrificando partes de sí mismo para proteger el reino y, en última instancia, a Jude. Este arco no solo lo convierte en un líder más maduro y responsable, sino que también redime su relación con Jude, demostrando que es capaz de amar sin egoísmos ni juegos de poder. El Cardan que encontramos al final de la trilogía es un personaje mucho más completo, que ha aprendido a superar su pasado y a confiar en quienes realmente lo valoran.
Puede que desear que alguien te quiera no sea lo peor del mundo, aunque no seas correspondido. Aunque te duela. Puede que la debilidad forme parte de la esencia del ser humano.
La serpiente: el poder desmedido y la metáfora de la transformación
Uno de los elementos más impactantes y simbólicos en La reina de nada es la serpiente, de la que no puedo contarte demasiado sin destriparte la trama, pero debes saber que es una figura que representa la culminación del peligro y el caos que se ha ido tejiendo a lo largo de la trilogía. La serpiente no es solo una amenaza física, sino una metáfora del poder incontrolable y las transformaciones inevitables que ocurren cuando se juega demasiado con el destino. Holly Black utiliza esta criatura para explorar los extremos del poder: cómo puede corromper, deformar y, finalmente, destruir todo lo que toca. La serpiente encarna la idea de que incluso aquellos que buscan el poder con buenas intenciones pueden perderse en el proceso, y sus acciones pueden tener consecuencias irreversibles.
Me repito que no pasa nada por desear algo que puede hacerte daño.
A lo largo de la novela, la presencia de la serpiente actúa como un recordatorio constante de los riesgos que conlleva el poder desmedido, tanto en Faerie como en el corazón de los personajes. Aunque no puedo entrar en detalles sin desvelar demasiado, la serpiente se convierte en el eje de una de las decisiones más difíciles y simbólicas para Jude y Cardan, poniendo en juego no solo el destino del reino, sino también su relación y la naturaleza de la magia misma. Black nos deja claro que la serpiente es más que una simple criatura; es un reflejo de los personajes, de sus deseos y de las consecuencias de desear más de lo que deberían.
Un final épico y absolutamente precioso
La reina de nada es el final que todos esperábamos para esta trilogía: épico, intenso y lleno de giros que te dejan sin aliento. Holly Black ha conseguido cerrar cada hilo de la trama de una manera más que satisfactoria, dándole a la historia el desenlace que merece, pero también dejándonos con esa sensación de querer más, de seguir explorando el oscuro y fascinante mundo de Faerie. Es un final precioso y desgarrador, que te mantiene en tensión hasta la última página, haciéndote sufrir con Jude y Cardan mientras el destino del reino cuelga de un hilo.
Lo echo de menos, y el dolor de su ausencia es como un abismo en el que ansío dejarme caer.
Lo que más me ha atrapado de esta saga es el estilo narrativo de Black: frases cortas, directas y un ritmo imparable que te obligan a seguir leyendo sin pausa y que, salvando este lapso de cien páginas de la segunda parte, remonta y engancha. La tensión no decae, y como la tensión y los problemas no paran de aparecer, es imposible no sentirse parte del conflicto y la magia de Faerie.
Pienso en su sonrisa veleidosa.
Pienso en cómo detestaría verse atrapado de este modo. En lo injusto que sería que yo lo mantuviera sometido de este modo y pretendiera llamarlo amor.
Si buscas una saga de fantasía fácil de leer, ágil, con mucho ritmo, que se convierta de alguna manera en una confort saga para esos momentos en los que no te apetece meterte en grandes y complicadas tramas llenas de listas de personajes, Los habitantes del aire es para ti.
He sufrido, he reído, y he amado esta historia y a los protagonistas de la misma. Gracias, Holly Black, por reformular totalmente mi idea de los fae y por hacerme creer de nuevo en la utilidad de poner, en las noches de luna llena, un plato con leche en la repisa de mi ventana.
0 comentarios en este post
Deja un comentario
Kinishinaide! No publicaremos tu email ni te spamearemos sin tu permiso