La niña del maíz es una novela autopublicada de Joan Llensa. El autor de Todo lo que no puedes ver se sumerge en una historia cargada de supersticiones y fantasmas basada en hechos reales y ocurrida en 1945. En este cortísimo relato que acompaña a la familia del Collel en su día a día, el autor nos transmite las preocupaciones de una familia a la que el peligro acecha.
Argumento de La niña del maíz
Olot, 1940. Martina juega como cada día al lado del maizal de sus padres con su amigo Tomás cuando percibe por el rabillo del ojo que alguien la está observando: una niña con el cabello en la cara y un espantapájaros tan siniestro como horripilante. Desesperada, echa a correr de vuelta al molino, consciente de que su familia tiene otras preocupaciones más importantes que absurdas historias de fantasmas que acechan en la oscuridad.
Y es que mientras Valentina, su madre, lucha contra el chantaje del franquista del alcalde, que quiere acostarse con ella, sus otras hijas buscarán la forma de labrarse un futuro y encontrar su propio camino en una España turbulenta y asolada por el franquismo.
Un relato largo descriptivo y bien escrito pero no muy terrorífico.
Leer La niña del maíz es sin lugar a dudas una experiencia placentera para los lectores de cualquier edad. El relato largo, que está construido con una narrativa dulce y profundamente descriptiva, te envuelve con su atmósfera de la misma forma que lo hacían los cuentos o historias infantiles contadas de forma oral. De esta manera, el relato de apenas 150 páginas es capaz de situarte en un escenario bien marcado y contextualizado dentro del período en el que se ambienta la historia y te hace acompañar a las cuatro mujeres y al padre, Pancracio, en su día a día en la comarca.
Los acontecimientos que le ocurren a los de Collel no son en absoluto cotidianos o aburridos, lo cual logra mantener la tensión, pero será la hija pequeña, Martina, la que mantenga sobre sus hombros todo el peso de la tensión dramática terrorífica de la historia. La niña es la única que, en principio, ve al fantasma del maíz, pero sus encuentros, a excepción de un momento puntual, carecen de tensión y de terror como para poder incluir a la obra en este género.
Y es que el hecho de saber que hay una presencia sobrenatural viviendo y mirándote continuamente desde el maizal que se extiende detrás de tu casa no parece inquietar ni cambiar el curso de la vida de los de Collel. La niña del maíz, el ser sobrenatural que representa la encarnación de una niña muerta y asfixiada, solo se aparece en los lindes del campo, no persigue a la familia en sueños ni la hostiga con frases inconexas y la abuela nos revela demasiado pronto que es una presencia bondadosa como para temer por la integridad de la familia Collel.
De esta forma Joan Llensa, el autor, opta por tocar de forma superficial el drama que rodea a la propia aparición, sin dar detalles sobre su escabrosa y horrible muerte y simplemente informarnos de cómo se originó la leyenda
Bien contextualizado, con referencias feministas y pactos sobrenaturales.
El libro nos traslada a Olot en 1940: un momento realmente devastador que todavía hoy se recuerda en la región como el Aiguat de Sant Lluc: una catástrofe terrible. La obra, que continuamente nos va dando pistas de que todo cambiará para la familia, comienza introduciéndonos el día a día de una familia que recuerda poderosamente a la estructura de Mujercitas de Louise May-Alcott: contamos de esta forma con la mayor enamorada que busca los halagos de los demás; la joven obsesionada por leer y estudiar; la que se encarga de realizar todo el trabajo duro; una niña pequeña de vive en los lindes de la bondad y felicidad y unos progenitores realmente similares (padre ausente trabajando y madre arrastrando sobre sus hombros la economía doméstica). En este caso, además, contaremos también con una figura benévola y más ligada a la sabiduría ancestral y popular que es la abuela: la única que escuchará a Valentina cuando habla de la aparición.
En el interior del molino, las mujeres terminaban de comer las últimas cucharadas de sopa que había preparado la abuela.
—Madre, está tan deliciosa que me inunda de alegría por dentro— dijo Valentina complaciente—. Creo que deberíamos cerrar el molino y abrir una posada. Sería la envidia de la comarca.
El relato largo, de ritmo ágil y una prosa tan poética que hace que muchos diálogos parezcan extraídos de obras de teatro, construye la trama en un año en plena dictadura franquista que le da coherencia al pensamiento de los protagonistas. De esta forma retrata de forma imparcial a las dos Españas: creando un alcalde corrupto que se aprovecha de sus contactos y de la falta de justicia real inherente en esos años y al mismo tiempo a una monja revolucionaria que salva de la destrucción obras de gran interés intelectual para la humanidad.
En ese momento las mujeres no tenían acceso a estudios superiores y se esperaba de ellas que se quedasen en casa formando una familia. Joan Llensa aprovecha esta tesitura para incluir mensajes feministas a través del personaje de María, la joven que solo desea leer y aprender cosas nuevas con la ayuda de las monjas; y del deseo de los padres de que sus hijas se formen y logren ser alguien en la vida.
—¿A algo más? —replicó esta—. ¿Cómo que? Solo los hombres pueden estudiar para conseguir buenos trabajos.
—Pues yo estoy dispuesta a cambiar las cosas —se defendió María—. Alguien tiene que empezar por romper las reglas. Quizá seré yo la primera erudita de la comarca.
Las dos Españas aparecen, como ya hemos comentado, reflejadas y representadas: desde el bando de los aliados de Franco hasta los republicanos y perseguidos. Así, crea matices en ambos lados a través del personaje de Encarnación (una monja que pertenece a la Iglesia católica y que por tanto debería ser una defensora de los ideales de familia cristiana que defendía la dictadura pero que apoya a la familia y se muestra en todo momento amable y dulce); hasta con el grupo de bandidos republicanos y refugiados en las montañas que atacan a Pancracio y a su joven ayudante.
La niña del maíz además nos muestra además cómo, en este contexto de posguerra y en muchos otros, la única forma de supervivencia para las personas que piensan o son diferentes es mantenerse en silencio.
[...]Creían que podían mantener a un hombre con vida e ir devorándolo poco a poco.
—¿Y era cierto?
—No. No era más que el miedo a lo desconocido lo que les hacía pensar de ese modo. Y de ese modo tenían una excusa perfecta para acabar con aquellos que pensaban diferente a ellos. El miedo es el mal más peligroso, Martina. Hace que las personas actúen sin pensar y ensalza sus sombras más oscuras. Y, durante aquellos tiempos ya de por sí difíciles, dio comienzo a una persecución despiadada.
—¿Como la guerra que hemos pasado y las mentiras que debemos decir para vivir tranquilos?
Como ciudadanos en una dictadura franquista, la debe tener mucho cuidado cuando hablan de otras creencias religiosas y dioses, pero lo cierto es que Joan Llensa recupera la presencia de los dioses elementales y las creencias más supersticiosas para ligar de esa forma a la familia con sus antepasados.
—Cuando la conocí, pensaba que estaba loca —Pancracio siguió relatando con la mirada en las nubes—, pero el tiempo me ha enseñado que el único loco es aquel que no se atreve a abrir los ojos ante las evidencias. Y ahora mismo la evidencia es que la diosa de la lluvia nos quiere ver mojados.
Todo esto aderezado, por supuesto, con terminología típica de la zona, como el hecho de llamar payeses a los campesinos de la zona o de describir la comida que comparten Pancracio y el chico como fuet con pan (el fuet es un embutido típico de Cataluña).
Spoiler sobre el final del libro: salta si no te interesa a las conclusiones
Existe algo de determinismo dentro de La niña de maíz. Quizás es el hecho de que la familia tiene muchos planes de futuro y que todas las hijas luchan por sembrarse un camino antes de morir por culpa de no saber reaccionar a tiempo a las advertencias del espectro. Y es quizás el hecho de que la muerte de los del Collel no pudiera ser evitada. Al fin y al cabo, Pancracio se apresura en volver a su casa, incluso herido y en las peores condiciones, para encontrar pocas horas después su muerte con la de su joven aprendiz.
Lo que quizás no me acabó de encajar del todo fue la enorme cantidad de tramas abiertas que han quedado. Entiendo que la intención del autor es generar una sensación de pérdida cuando toda la familia muere y demostrarnos cómo todos tus planes pueden romperse de la noche a la mañana por sucesos que se escapan de nuestro control, pero quizás, como en la obra Sigilo hubiera sido menos conflictivo para mí si no hubiera tantos saltos de narrador, si los personajes no planteasen continuamente sus planes de futuro o si toda la acción de la familia estuviese destinada a llegar al hogar el día antes de la feria.
Lo que está claro es que el final es desgarrador. Es capaz de ponerle nombre y apellidos a una terrible desgracia ocurrida hace ochenta años y que se cobró con trescientas víctimas. Y es que cuando leemos este tipo de sucesos, tendemos a olvidarnos de que detrás de esos números existen caras, personas, planes, amores truncados y niños pelirrojos que encuentran por fin a la familia que llevan toda la vida buscando.
Conclusiones y opinión de La niña de maíz
La niña del maíz, con sus virtudes y sus defectos, es un relato largo disfrutable y que personalmente recomendaría incluso a jóvenes adolescentes para acercarles un poco más la historia de Cataluña y sus supersticiones y creencias. El ritmo es ágil, el contexto está bien sentado y los personajes bien construidos. Solo he echado de menos quizás algo más de carga dramática en la parte de los encuentros entre Martina y la niña del maíz y me ha fallado quizás el hecho de abrir tantas tramas que no pueden desarrollarse satisfactoriamente en un espacio tan corto.
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