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NOTA: 7.5

El rey malvado, opinión de una novela salada por las lágrimas del Inframar

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - El rey malvado, opinión de una novela salada por las lágrimas del Inframar

Es prácticamente inevitable tras haber leído El príncipe cruel y haber asistido a ese final tan épico y apoteósico que nos regaló Holly Black, hacerte con la segunda parte y seguir leyendo para descubrir qué ocurre con Jude Duarte y Cardan.

Y es que la segunda parte de la trilogía Los habitantes del aire cuenta con momentos enormemente cinematográficos, una gran cantidad de descripciones de atuendos y bailes extraños y, desgraciadamente, también con mucho relleno. En esta reseña te cuento qué me pareció El rey malvado, no sin antes anticiparte que el final es tan imprevisible y épico, que tuve que hacerme con la tercera parte corriendo.

¿Estás lista? Agárrate a la hierba cana porque vamos a volar alto.

Argumento de El rey malvado

Tras la apresurada y taimada treta del final de El príncipe cruel en la que Jude corona a Cardan, esta ha conseguido convertirse en su senescal y sus niveles de ansiedad están en un punto crítico. Ser mortal en Faerie nunca ha sido fácil, **pero gobernar desde las sombras un reino tan despiadado, con Cardan decidido a hacerle pagar su traición actuando como un vividor, es absolutamente agotador.

Y es que el ascenso al trono del príncipe veleidoso, sobre el que pesa la desconfianza y el descontento de la mayor parte de la corte, da pie a innumerables conspiraciones para derrocarlo: desde la corte submarina de la reina Orlagh, hasta las facciones dentro de Faerie y las Cortes inferiores que cuestionan su lealtad

A pesar de las constantes traiciones y las promesas rotas, Jude sabe que no puede permitirse fallar, pero controlar a Cardan, con su naturaleza caprichosa e impredecible, puede ser el mayor reto de su vida. Mientras el poder la va corrompiendo y la obliga a perderse a sí misma, la batalla por el trono de Faerie está cada vez más cerca.

TODO
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Una primera mitad de bailes, ropa, borracheras y mucho relleno

Las primeras 130 páginas de El rey malvado son, en muchos sentidos, una recontextualización del desenlace de El príncipe cruel. En un intento por llegar al público internacional vendiendo las obras como autoconclusivas, Holly Black vuelve a explicarnos el contexto de cada uno de los personajes, cómo han llegado hasta allí, en qué punto se encuentran los sentimientos de Jude y las dificultades con las que cuenta para comunicarse con Cardan.

Durante estas páginas, la autora plantea el setting de la protagonista como senescal y parte de la corte de las sombras hablando una y otra vez de la indolencia de Cardan como rey, de sus fiestas interminables, de Locke como maestro de festejos, los problemas políticos y una continua y profusamente detallada descripción de la ropa y la forma de vida en el límite con la que Jude pretende gobernar en las sombras. Esto, alargado durante tantas páginas, deja entrever un defecto más que evidente en la obra: y es que entre tanto baile, a nivel de trama no hay avances significativos. Es fácil realizar una comparación entre estas primeras 130 páginas con esos libros intermedios en las trilogías de fantasía que parecen superfluos, donde la acción se diluye y da la sensación de que el autor está llenando espacio.

Sin embargo, una vez consigues avanzar un poco más, Holly Black vuelve a su estilo habitual: los peligros reflotan, las conspiraciones salen a la luz y la acción finalmente despega. Lo que comienza como una especie de repetición y estancamiento pronto se convierte en el torbellino de giros y acción que estábamos esperando desde el principio. Y tengo que decirte que, a lo largo de toda la trilogía, este momento valle no vuelve a sucederse.

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Negro como los ojos del rey de Elfhame.

La evolución de Jude: este es el peso que implica tener poder

Ya habíamos hablado en la primera parte que uno de los pilares de este enemies to lovers no era precisamente el romance, sino la búsqueda de poder. Para una mortal indefensa, continuamente amenazada por el resto de seres feéricos, ascender al nivel de una senescal añade una presión encima sobre Jude.

TODO
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Y es que por mucho que esta tenga una personalidad fuerte y ambiciosa, ser la senescal de un rey poco competente, por mucho que lo tenga encadenado de palabra, le obligará poco a poco a plantearse si debe perder los restos de humanidad y de compasión que tiene para poder sobrevivir. Mientras su autoridad es puesta en entredicho una y otra y otra vez por el Consejo Orgánico y por prácticamente cualquier fae con poder, Jude hará lo posible por dejar de lado el dolor de la pelea con su hermana, de la carencia de una familia a la que volver y de la inseguridad y miedo porque alguien la derroque o porque Cardan acabe con ella. Y todo ello, cómo no, tiene un coste.

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El rey supremo es un símbolo viviente, un corazón palpitante, un astro sobre el que está escrito el futuro de Elfhame. Sin duda habrás advertido que, desde que comenzó su reinado, las islas han cambiado. Las tormentas se desatan más rápido. Los colores se han vuelto más vividos, los olores más penetrantes... Cuando se emborracha, sus súbditos se sienten achispados sin saber por qué. Cuando se derrama su sangre, algo germina.

Holly Black nos da en estas primeras cien páginas una descripción detallada de la forma precaria en la que vive la protagonista: sin prácticamente ropa que ponerse, malviviendo de sobras en la cocina, sin permitirse un segundo de descanso ni una mínima brecha de seguridad. Esto acaba arrastrándola a recluirse en una habitación diminuta llena de basura ya que ni tiene tiempo para limpiarla ni permite que ningún sirviente pueda estar cerca de sus papeles.

La paranoia y el miedo a perder lo que ha ganado se entrelazan con su necesidad de demostrar que, aunque sea mortal, es capaz de estar a la altura de las criaturas inmortales que la rodean. Jude ya no es solo una joven que lucha por su lugar en Faerie; ahora es una estratega fría, alguien que no puede permitirse errores. Su evolución, aunque fascinante, también es trágica. Cuanto más poder adquiere, más pierde su capacidad de confiar y conectarse emocionalmente con los demás, lo que la lleva a un aislamiento creciente y a malinterpretar las evidentes muestras de amor y confianza que Cardan tiene con ella.

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Quizá estaría bien. Quizá no tendría que seguir asustada de todas esas cosas que me han dado miedo desde pequeña: miedo a sentirme mermada, menoscabada, hundida. Tal vez podría adquirir un poquito de magia.

Traición entre hermanas: la relación entre Taryn y Jude

Esta segunda parte de la trilogía también profundiza en la relación entre Taryn y Jude. Ya vimos cómo las gemelas buscaban formas opuestas de sobrevivir en Elphame: una a través de la sumisión y el amor (tanto por Locke como por su padre, Madoc, independientemente de que ambos se tomen la vida de las mortales como si fuera las de escarabajos); y otra a través de la obtención de poder militar.

Un enemies to lovers que empieza a darle protagonismo a la parte del romance

El príncipe cruel ha aparecido destacado en Booktok como uno de los ejemplos más evidentes de un enemies to lovers pero no será hasta esta segunda parte cuando las cosas empiezan a explotar entre Cardan y Jude. Ambos están atrapados en un ciclo de manipulación, donde el poder que Jude ejerce sobre Cardan, gracias a su juramento, se convierte en el motor de su dinámica. Cardan, lejos de aceptarlo con facilidad, responde con desprecio, actuando como un rey indolente y rebelde, mientras disfruta de fiestas interminables y se resiste a tomar su rol con seriedad. Pero, por debajo de ese desdén, comienza a surgir algo más profundo: una atracción latente que ninguno de los dos puede ignorar del todo, aunque traten de mantenerla a raya.

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[…] lo único que deseo es fundirme con él en un abrazo. Quiero ahogar mis penas entre sus brazoss. Quiero que me diga algo impropio de él, como, por ejemplo, que todo saldrá bien.

TODO
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Y aunque Jude intenta convencerse de que su control sobre Cardan es solo estratégico, es imposible negar que empieza a sentir algo más allá de la simple política. La vulnerabilidad de Cardan, escondida tras una fachada de despreocupación, y las sutiles muestras de afecto que, a pesar de todo, le da a Jude, crean una tensión continua que hace que te sientas enganchada a la trama, deseando saber más sobre la turbulenta infancia de Cardan que da sentido a su comportamiento (y que, por cierto, desarrolla profusamente Holly Black en el libro Cómo el rey de Elfhame aprendió a odiar los cuentos (Hidra. 2020). Las continuas traiciones mutuas hacen que no pueden confiar del todo el uno en el otro, pero ese peligro es también lo que los une.

El clímax de la historia: el mundo submarino

Balekin permanece preso tras el final de El príncipe cruel, demostrándonos que tiene menos luces que Bomba con un vial explosivo en la mano, y parece que no aprende en no confiar ciegamente en el primero que se le ponga delante. Así, en un despliegue contradictorio en el que se nos demuestra que Cardan no es, en absoluto, ni un asesino ni un rey malvado, encierra al traidor de su hermano en La Torre del Olvido, desde donde empezará una conspiración con el mar.

Esto nos llevará como narradores a poder explorar el mundo submarino. Y, sin ánimo de entrar en spoilers, permíteme que te diga que es de lo mejor de la saga. Si Holly Black ya me sorprendió haciendo que este envejecido cerebro se volviera a emocionar con un mundo de hadas mágicas, nunca creí que las historias de sirenas no me parecieran cursis. Por suerte para mí, no es así.

Uno de los grandes fuertes de Holly Black como escritora es precisamente la creación de escenarios y settings apasionantes y el mundo del Inframar es deliciosamente opuesto a la superficie de Elphame. Así, mientras leía sus capítulos, sentí el frío del fondo del oceáno, la pobredumbre de la carne en descomposición, la lentitud del que flota y se ahoga, la oscuridad de un mundo olvidado por todos. Las descripciones de la autora son tan sinestésicas que me recordaron incluso a la novela de terror de Clay McLeod Chapman (*Qué clase de madre, Runas)* y que me dejaron con el estómago más que revuelto. En la corte submarina, las reglas son tan estrictas y despiadadas como las del resto de Faerie, pero con un sentido más profundo de aislamiento y hostilidad. Orlagh es una reina fría y calculadora, que utiliza el Inframar como base para sus conspiraciones para desestabilizar el trono de Cardan. Las descripciones del Inframar enfatizan su naturaleza acuática y etérea, con palacios construidos de coral y perlas, pero rodeados de peligros invisibles.

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Cardan me besa más fuerte. 
—Te odio —susurro al contacto con sus labios—. Te odio tanto que a veces no puedo pensar en otra cosa. 

El Inframar es tan maravilloso y la presencia de la reina Orlagh y de Nicasia son tan potentes que es precisamente esto y no Cardan con su cola extraña y sus ojos negros lo que me ha convencido para seguir leyendo novelas de esta autora.

Un final épico: el nacimiento de una isla, el preámbulo del final

El final de El rey malvado cuenta con escenas tan apoteósicas que parecen extraídas de un anime shonen (al fin y al cabo, ¿no parecen todos los autores de fantasía un poco fans de la animación japonesa con sus momentos épicos de gran intensidad?). Encontraremos a Jude y a Cardan en un momento de vulnerabilidad, veremos Elphame responder a la corona sanguínea y, sobre todo, nos darán la última puñalada traicionera antes de lanzarnos de un empujón a la tercera parte.

Es posible que El rey malvado tenga ese comienzo lento y farragoso donde te desesperas porque Jude parece sacarle punta a todo lo que dice Cardan y no parece entender los sentimientos que este tiene por ella. Por momentos tienes ganas de sentarla delante de ti, abofetearle y explicarle que, si las hadas no pueden mentir, las continuas declaraciones de pasión que Cardan profesa por ella no pueden ser más que ciertas. Pero, a pesar de ello, El rey malvado es épica, tiene momento de gran intensidad al final de la obra y un giro genial que hace que te sientas impelida a lanzarte de cabeza a la tercera. Al fin y al cabo, ahora que Cardan es el Rey de Elphame y la guerra está a punto de explotar ¿podremos verlo en acción o seguirá comportándose como un muchacho indolente, contradictorio y mimado todo el tiempo?

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