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NOTA: 6

Diario de intercambio conmigo misma 2, opinión del final de la autobiografía

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Diario de intercambio conmigo misma 2, opinión del final de la autobiografía

Diario de intercambio conmigo misma 2 es la última parte de la autobiografía en la que Kabi Nagata nos narra su problema con la depresión, la automutilación y la bebida conforme va enfrentándose a su propia decisión de convertirse en una adulta. 

Argumento de Diario de intercambio conmigo misma 2 

Kabi no es capaz de tomar una decisión: mientras que en Mi experiencia lesbiana con la soledad estaba convencida de que todos sus problemas provenían de la maldad de sus padres a lo largo de su crianza; y en Diario de intercambio conmigo misma 1 decidía independizarse para alejarse de la situación tóxica en su casa, ahora no está segura de poder sobrellevar la soledad. 

TODO

Lejos de su familia, descubre sorprendida que ni su mundo se derriba ni mucho menos sus padres la culpan por su ausencia. Lejos de que esto suceda, es la propia Kabi la cual se siente cada vez más sola e incapaz de dibujar nada. Poco a poco, hasta sus esfuerzos por mantenerse en contacto con la gente se van echando a perder mientras ve cómo la depresión le va ganando terreno. Pronto Kabi se verá entre la espada y la pared conforme su alcoholismo crece hasta el punto de que su madre le recomienda ingresar en un psiquiátrico. 

La culpa es de los padres… ¿o no? 

Kabi se reafirma en este segundo tomo de su manga autobiográfico en forma de diario consigo misma en su depresión y los grandes temas que trata: su incapacidad para valorarse a sí misma y su fuerte dependencia con su familia. Mientras que en los anteriores volúmenes Kabi había afirmado que vivía en un hogar tóxico en el que su madre no la había abrazado lo suficiente y en el que su abuela maltrataba psicológicamente a las personas que cuidaban de ella, por fin en este tomo se reconcilia con su familia. 

TODO

Incapaz de vivir sola, Kabi se pasa el día llorando hasta el punto de que su existencia se hace completamente insufrible para ella misma. No come, pero se acostumbra a beber ingentes cantidades de agua y los plazos de entrega de los cómics en los que trabajan la empujan poco a poco a beber alcohol para poder evadirse de la realidad y seguir dibujando. 

Evidentemente, con una persona que prácticamente no se alimenta, el alcohol rápidamente le pasa factura a la autora y se convierte en una auténtica adicta, teniendo que consumir cinco litros de forma diaria para poder trabajar, solo para irse a dormir al mediodía en el momento en el que el bajón del licor le hacía efecto. Su alcoholismo llega a tocar cotas peligrosas cuando Kabi narra que se orina encima varias veces por la noche y ni siquiera se despierta cuando esto es así. 

TODO

En esta ecuación de la depresión que tiene bloqueada e inmovilizada contra las cuerdas a la propia Kabi, se introduce de pronto su familia: una unidad que se extiende incluso hasta los abuelos maternos de la propia autora que se muestran en todo momento increíblemente comprensivos con la propia Kabi, apoyándola siempre en cada una de las decisiones que toma y dándole su espacio. 

Conforme iba leyendo las páginas me parecía inconcebible que sus padres no pusieran el grito en el cielo conforme Kabi narraba cómo, tras tomar la decisión de mudarse definitivamente de nuevo a su casa familiar, caía en sus peores hábitos una habitación más allá de dónde dormía su madre o su padre. Poco a poco, la propia Kabi en vez de centrarse en el hecho de haberse equivocado sobre los sentimientos de su familia, centra su obsesión en lo injusta que fue a la hora de retratarlos, de forma que crea una disonancia entre las actitudes de sus padres en sus anteriores mangas y en este.  

TODO

Este tipo de cambios, sumado al hecho de que su depresión es muy acuciada y a que intenta solucionarlo por medio de filosofía de autoayuda simplista al final de la obra, han provocado que se hayan levantado críticas por parte de los seguidores de la saga por este último tomo. Críticas a las que la propia Kabi reacciona en la recopilación que ha hecho Fandogamia de sus publicaciones. 

Hacer amigos y el contacto físico 

Si algo nos quedó claro en Mi experiencia lesbiana con la soledad, es la necesidad obsesiva de Kabi Nagata por mantener contacto físico con alguien que la ame de forma incondicional. En este tomo, Kabi se plantea una de las dudas más frecuentes de los adultos:la imposibilidad para hacer nuevos amigos. 

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Sin embargo, el entorno de la propia Kabi ha evolucionado (o quizás lo ha hecho su forma de percibirlo) ya que desde la amiga a la que hace tiempo que no ve como la enfermera que se cruza en su vida, todas ellas muestran su amor a la autora y le entregan abrazos cargados de amor. 

Y aunque hay todo un avance entre la relación de la madre de Kabi y de la propia autora, nunca veremos a esta acercándose para abrazar o simplemente acariciarle la cabeza. La presencia estable pero radicalmente inactiva de su madre hace que Kabi navegue a la deriva sin nadie que le imponga límites, le eche en cara su mal comportamiento o simplemente la anime a mejorar o buscar ayuda. 

Al mismo tiempo, como la falta de autoestima de Kabi es tan grande (tal y como vimos en Mi experiencia lesbiana con la soledad, donde no quería comer porque se consideraba indigna de los alimentos), en el momento en el que alguien es amable con ella, esta se obsesiona con la forma de devolverle el favor lo antes posible. 

Sobre el internamiento en un psiquiátrico y lo inútil que es con depresión. 

Hay una gran cantidad de cómics que hablan de forma autobiográfica del paso de una persona con una depresión o un trastorno mental transitorio por un psiquiátrico. Uno de ellos es Manicomio de Montse Batalla; y otro es Cara o Cruz de Lou Reed. En todos ellos la conclusión por parte de las personas que lo experimentan es la misma: el proceso se convierte en una auténtica pérdida de tiempo. 

TODO

En el caso de Kabi Nagata llega a ser especialmente ilustrativo que las autoridades médicas le aconsejen a la propia autora que la única forma de recuperarse es no realizar ningún tipo de actividad en todo el día. Vaciarse de pensamientos y emociones para dejar de sentirte triste. 

Esto es exactamente lo contrario a lo que recomiendan los expertos en España los cuales no dejan de recomendar a los que la sufran que se obliguen a realizar actividades físicas y a adoptar hábitos de vida saludables. Esta inactividad de Kabi solo le hace empeorar cada vez más hasta que empieza a autolesionarse para llamar la atención de sus padres y conseguir salir antes de los seis meses establecidos. 

TODO

También sorprende que en una institución psiquiátrica no le receten ningún tipo de medicamento. Sin embargo, en un país reacio a aceptar la depresión como enfermedad, en el que a menudo se le denomina a esta peligrosa enfermedad un simple “resfriado del alma”, no es tan sorprendente el hecho de que simplemente achaquen el profundo desorden de Kabi a su autoexigencia cuando a menudo, eso es precisamente lo que le falta a la autora. 


Mi opinión sobre Diario de intercambio 2 

Lo dije en mi cuenta personal de Twitter y lo reitero ahora: Diario de intercambio (tanto el primero como el segundo) son ligeramente autocomplacientes y están menos trabajados que Mi experiencia lesbiana con la soledad. Si en la primera obra de Kabi nos narraba paso por paso de una forma cruel pero honesta su durísimo paso por la anorexia, la automutilación y la prostitución, Diario de intercambio 2 concluye de una forma descafeinada y poco consistente a lo bien que empieza esta autobiografía. 

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Para que nos entendamos, no es una cuestión del hecho de que la vida de Kabi ya no parezca tan dramática, sino a su dejadez a la hora de contar la historia. Tal y como comenté en la reseña de la primera parte, el dibujo de la autora se va haciendo impreciso con el avance de las páginas, las viñetas no están, en absoluto, planificadas y hay una enorme proliferación de infografías y garabatos dejado de los cuales no ha construido el fondo. 

Frente a las anteriores tiras y viñetas en las que Kabi trabajaba a menudo fondos rosas y patrones para rellenar las escenas, en esta simplemente deja los espacios en blanco sin preocuparse demasiado por apoyar el texto con imágenes. Y, es que, al fin y al cabo, esta obra se trata de un manga, por lo que las imágenes y / o ilustraciones deberían ser casi obligarorias. 

Es cierto que es una forma de cerrar el ciclo y que está claro que este Diario era un proyecto con el que se comprometió y para el que no tenía las fuerzas o las ganas suficientes como para dedicarle más cariño y tiempo. Pero también es cierto que se aprecia la sinceridad de Kabi al mostrarnos sus reacciones cuando descubrió las críticas de la audiencia a su obra. Y siempre podremos quedarnos con una lectura positiva: Kabi se queja a lo largo de todo el manga de su incapacidad para dibujar nada nuevo y original, pero al final del tomo se nos incluye una historia extra de la propia autora, con escenarios profusamente llenos y decorados y un vestuario lolita majestuoso.  

TODO

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¿Eso quiere decir que Kabi se ha recuperado de su depresión? Probablemente no y ya hemos visto que el éxito de alguna de sus obras no sirve para que levante cabeza y se sacuda de encima su síndrome del impostor. Pero desde aquí solo podemos esperar que Kabi, por fin, encuentre su camino para poder seguir escribiendo mangas. Y que la gente tan maja de Fandogamia, nos los siga trayendo. 

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