No todos los días tiene una el ánimo de leerse trescientas páginas introductorias de romance descarado antes del beso y es totalmente normal que tengamos momentos en los que nos apetezca ir directamente al grano en las novelas spicy que tanto aligeran nuestras noches. Quizás sea precisamente por eso por lo que Whitney G. se ha dedicado en cuerpo y alma a la creación de novellas cortitas donde condensa la acción en menos de cien páginas (como ya hizo con *Fiesta de empresa* o con *Un abogado irresistible)* y que salen publicadas en exclusiva digital.
Para aquellas que necesitamos de vez en cuando una dosis de romance y esoterismo en vena, este formato no deja de complementar el maravilloso repertorio que editoriales como Phoebe Romántica nos tienen reservado. Especialmente cuando se trata de la proclamada reina del spicy. Y más cuando hay un forbidden romance de por medio. ¿Listas para saber qué os vais a encontrar en el interior de esta obra?
Argumento de 22 mensajes: la novella corta de Whitney G. de este año
Christina lleva mucho manteniéndose a duras penas a flote y sin nadie en quien realmente apoyarse. Por un lado, su madre todavía no ha superado que su padre rehiciera su vida con otra mujer tras el divorcio y acosa a su hija con larguísimos mensajes en el buzón de voz cargados de odio. Por otro, su trabajo como escritora de novelas cortas eróticas ha llegado a un punto de no retorno: se ve totalmente incapaz de escribir una escena spicy como antes.
Por eso decide traspasar una barrera que siempre se prometió no cruzar y preguntarle a su amigo por carta, del que ni siquiera conoce su nombre real, si puede ayudarle a describirle cómo follarían si estuvieran juntos.
A partir de ese momento, la férrea muralla que ambos habían construido comienza a resquebrajarse, sin que ninguno de los dos pueda siquiera imaginar la verdad: en realidad, se conocen personalmente desde hace muchos años, porque él es el mejor amigo de su padre.
Romance rápido y directo: cuando sabes lo que quieres y lo quieres ya
Hablemos claro. Hay días en los que una necesita todo el ritual: la copa de vino, las velas, un romance de quinientas páginas que te haga sufrir antes del primer beso. Y luego están esos otros en los que lo único que te apetece es atravesar el McDrive más cercano y pegarte un atracón de calorías vacías sin dramas ni remordimientos. Para esos momentos en los que no tienes paciencia para subtextos románticos ni desarrollos elaborados de personaje, Whitney G nos trae 22 mensajes: una novella de apenas 87 páginas que inicia la serie conocida como Naughty Beedrom Collection y que, como una Big Mac con extra de queso, te da exactamente lo que viniste a buscar.
No lo persigas, nunca, y asegúrate de que siempre se esfuerza por conservarte.
El libro tiene un formato pseudo-epistolar a través de mensajes de texto que ya se ha convertido en un recurrente dentro del género y que funciona como un tiro para lo que pretende ser: un romance rápido, directo y sin florituras. A través del intercambio de mensajes entre Christina y Ryan, la autora va construyendo una tensión sexual que, para sorpresa de nadie, culminará exactamente donde todas esperamos. Y es que si algo tiene esta novella es que no intenta engañar a nadie: sabes perfectamente qué te vas a encontrar desde la primera página, y eso, lejos de ser un problema, es justo lo que la hace adictiva.
Las escenas spicy que viniste a buscar: tensión sexual y encuentros explosivos
Seamos honestas: si estás leyendo una novela de Whitney G, has venido buscando esos momentos spicy que te dejen sin aliento. Y en ese sentido, 22 mensajes no decepciona.
Es genial la capacida profética de este libro, porque hay un momento en que Ryan/Dane le escribe a Bella / Christina una escena erótica detallada sobre cómo sería si ambos decidieran follar juntos (escena que, ¡sorpresa!, acabará materializándose palabra por palabra en la realidad). Y es que Whitney G tiene ese don especial para convertir las escenas de sexo más convencionales y vainilla en auténticos momentos de tensión explosiva que te dejan sin aliento. No hay nada especialmente innovador en sus encuentros - seamos sinceras, hemos leído estas mismas escenas mil veces - pero hay algo en su forma de narrarlas que las convierte en la cumbre absoluta de la novela.
—Abre los ojos, Christina —musitó—. Quiero que mires mientras follamos —dijo, pero yo mantuve los ojos cerrados. Me tiró del pelo con más fuerza y me dio una palmada en el culo, obligándome a abrir los ojos, que encontraron los suyos a través del reflejo; contemplé nuestros cuerpos entrelazados, cómo follábamos.
Por su puesto, como esta es una novela a lo fast-food-read, no te hace esperar una eternidad para llegar a ellas. Justo cuando la tensión entre Christina y Dane está en su punto álgido, hacia la mitad de la novela, Whitney G nos regala esos momentos spicy que vinimos buscando. No hay subterfugios innecesarios ni dramas que se prolongan en el tiempo: la autora sabe perfectamente por qué estamos aquí y nos lo sirve en bandeja exactamente cuando lo necesitamos.
Ryan/Dane: el héroe millonario que paga las facturas (y el gimnasio)
Lo que hace que esta novella realmente funcione es Dane. Como todo buen héroe de Whitney G, estamos ante el típico millonario que saca a la protagonista de una vida de estrés y facturas sin pagar para meterla de cabeza en una mansión con bañera de hidromasaje. Es el sueño húmedo de Pretty Woman, pero en versión CEO.
Y es que mientras Christina se mata a escribir novelas eróticas cortitas para poder pagar el alquiler (guiño, guiño), Dane aparece en su vida con todo lo que una chica puede desear: mansión, armario lleno de ropa nueva y, sobre todo, la posibilidad de dejar de preocuparse por si llegará a fin de mes. La autora utiliza este contraste de manera magistral para construir una fantasía que, seamos sinceras, todas hemos tenido alguna vez: que aparezca alguien que nos rescate de la vida adulta y sus facturas.
Me cogió el bajo del vestido y me lo quitó. Después siguieron las bragas y el sujetador, que desabrochó con facilidad; me levantó y me metió suavemente en la bañera.
Cuando las burbujas llegaron a mis pechos, encendió unas velas alrededor del borde y me sirvió una copa de vino.
Whitney G intenta meter algo de humor en la novela a través del personaje de Daniella, la mejor amiga de Christina, pero honestamente, para mí no acaba de funcionar del todo y es un personaje que realmente aporta poco a la trama. Sin embargo, donde sí que brilla la autora es en su capacidad de reírse de sí misma: hay un momento delicioso al principio donde Ryan se burla de las novelas cortas de Christina por no considerarlas "libros de verdad" - un guiño más que evidente al propio formato que Whitney G ha adoptado últimamente. La ironía de que este comentario aparezca en una novela de menos de cien páginas no se le escapa a nadie, y es parte de lo que hace que esta obra sea tan disfrutable.
[...]todas las novelas tienen menos de sesenta páginas. Si eres quien dices ser, creo que deberías dedicarte a añadir más páginas a tus libros en lugar de a malgastar las palabras en cartas dirigidas a gente a la que apenas conoces.
Mi opinión sobre 22 mensajes: romance rápido para noches de insomnio
22 mensajes es exactamente lo que dice ser: una novela corta, directa y sin pretensiones que funciona perfectamente como lectura de una noche. Whitney G sabe lo que hace y lo hace bien: nos da ese chute de romance y tensión sexual que buscábamos, envuelto en un formato de mensajes de texto, un pequeño drama y mucha acción que mantiene el ritmo y la tensión hasta el final.
¿Es una obra maestra de la literatura? Por supuesto que no. ¿Es predecible? Totalmente. Pero ¿acaso no es eso exactamente lo que buscamos cuando abrimos una novela digital de Whitney G.? A veces una solo necesita ese placer culpable de ver cómo un millonario sexy rescata a la protagonista de su vida mediocre, y en eso, esta autora es una auténtica experta.
La novela tiene sus puntos flacos - los intentos de humor no siempre funcionan y el personaje de Daniella podría ser prescindible - pero cumple con creces su objetivo principal: mantenerte enganchada durante un par de horas mientras te preguntas cómo acabarán encontrándose estos dos en la vida real.
En definitiva, 22 mensajes es como esa hamburguesa que te comes a las tres de la mañana: sabes que no es alta cocina, pero ¿a quién le importa cuando sabe tan bien?
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