El poeta Ovidio comienza la introducción de El arte de amar anunciando y proclamando ante el público y los lectores sus grandes conocimientos sobre el arte del amor, el cual afirma que provienen nada más y nada menos que de la experiencia. Así, llega incluso a comparar su talento con el de la conducción de un carro por el mejor auriga de Aquiles.
La obra está dividida en 3 libros, el último de los cuales se publicó tras el éxito cosechado por los dos anteriores.
Libro I de El arte de amar, de Ovidio
Tras advertir a las mujeres casadas que se alejen de su obra (mensaje con el cual quería protegerse de las acusaciones del emperador de pervertir e incitar al adulterio), Ovidio procede a aleccionar a los hombres solteros sobre cómo proceder para encontrar, conquistar y mantener el amor.
En la introducción, el poeta compara la búsqueda de la mujer perfecta con la caza de un animal salvaje y le recuerda al lector que Roma contiene en su interior, sea cual sea la preferencia del hombre, una gran variedad de mujeres de todas las edades y de una exquisitez sublime. Para poder encontrarla, el joven soltero debe acudir al atardecer a varios sitios que el autor describe como el pórtico de Livia, el pórtico de Octavio, el templo de Apolo Palatino, las fiestas de Adonis y los foros. Además, habla de la conveniencia de ir al teatro, y especialmente al circo para acechar a la mujer que deseas.
En el circo, por lo estrechos que son los espacios, el soltero tendrá la oportunidad de apretar su muslo contra el de ella, empezar una conversación, limpiarse el polvo de la túnica y, en general, tener contacto físico con la misma. También encontrará oportunidad en las recreaciones de las batallas, dándoselas de sabio y explicando a las jóvenes la procedencia de los barcos y sus gentes (sean verdad o no) o en las fiestas con la ayuda del vino, que según Ovidio, todo lo facilita.
A partir de este punto, el poema pasa a una segunda fase: la conquista.
El autor afirma que cualquier mujer es conquistable, y tras compararlas con las hembras en celo del reino animal, procede a realizar una descripción sobre cómo hacer que caiga en “las redes” del hombre.
El primer paso es ganarse a la criada. La criada, afirma Ovidio, es una aliada indiscutible en la conquista de una mujer, ya que no solo puede hablarle favorablemente a su señora sobre el soltero en cuestión, sino que también lo asesorará sobre el día o momento en el que esta se encuentre vulnerable o de buen humor. Así mismo, previene a los hombres de que nunca, jamás, le hagan un regalo a la mujer de sus intereses. Después Ovidio incita al enamorado a escribir cartas llenas de súplicas y promesas (aunque luego no se cumplan), y a insistir desesperadamente. Según su teoría, como cualquier mujer es conquistable, llegará con insistir un buen número de veces para que acabe rindiéndose a tus pies.
El poema continúa recomendando al enamorado a hacerse el encontradizo con la mujer, a hablarle con gran elocuencia y dobles sentido y sobre todo, a ostentar frente a ella una imagen masculina (explica con todo detalle que el enamorado no debe rizarse los cabellos ni depilarse las piernas), esto es: bronceado por el ejercicio, con el cuerpo y la toga limpia, sin malos olores y con el cabello y la barba bien recortados.
A continuación, indica cómo debe comportarse un hombre en una fiesta a la que acuda su enamorada: sentándose a su lado, bebiendo siempre de la misma copa que ella e intentando realizar contacto físico accidental siempre que sea posible. Asimismo, indica el autor que el enamorado debe ser increíblemente magnánimo y amable con el amigo de ella y permitir que se sirva antes aunque se encuentre en un status inferior. En las fiestas, el enamorado debe cantar y bailar (si sabe hacerlo), impresionar a la dama con sus habilidades y valerse de un falso estado de embriaguez (el autor previene al lector sobre los efectos del vino) para hacer declaraciones audaces.
A partir de ese momento, el enamorado deberá elogiar enormemente su cuerpo, su rostro y cualquier característica física que encuentre de su agrado. El poema avanza indicando al lector que debe ser el hombre siempre el que tome la iniciativa e incluso anima al hombre a violar a la mujer, asegurando que en el fondo, es lo que ellas desean.
Por último, el libro I termina con algunos consejos sobre las mujeres difíciles, tales como intentar vencer su resistencia con súplicas, haciéndose el enfermo de amor (empalideciendo y dejando de comer), trabando primero su amistad o incluso fingiendo, en algún punto del cortejo, indiferencia.
Libro II de El arte de amar, de Ovidio
El libro II se centra en mantener a la mujer amada. Para ello, Ovidio recomienda ignorar las pócimas de amor y bebedizos y centrarse en sus consejos. Uno de ellos es fomentar el espíritu y la mente, centrarse más en ser elocuente que en ser atractivo, ya que la belleza acaba desapareciendo.
La amabilidad, afirma el poeta, es la mejor forma de retener a la amada. Asimismo, insta al enamorado a ser condescendiente e imitar en todo los gestos y opiniones de la mujer, sin llevarle jamás la contraria. La idea es ser servicial, dejarle ganar en todos los juegos, y acudir siempre que esta te llame (ya nieve, llueva o haga un calor inclemente). En ese sentido, el poeta afirma que cuanto más riesgo corra el hombre por ir a verla (descolgándose por una ventana o cruzando el río a nado), más durará el amor.
Además, ahora que la joven ya ha sido conquistada, es el momento de colmarla de pequeños regalos (aunque sean de poco valor) y de agraciarse con sus esclavos y criadas con pequeños donativos. El enamorado debe halagar continuamente a su enamorada, tanto citando sus vestidos como su ropa y su rostro, y cuidarla si está enferma asegurándose de que sean muy visibles sus súplicas a los dioses y el dolor que le produce verla indispuesta.
Una vez que esté asegurado que ella le echará de menos, el poeta recomienda al hombre apartarse y dejar descansar el amor durante breves periodos de tiempo para renovar las pasiones.
En este punto, Ovidio previene al enamorado de que nunca, jamás, debe permitir que una mujer se entere de que el hombre tiene una aventura con otra (u otras, ya que Ovidio recomienda divertirse todo lo posible). Para ello recomienda no hacer regalos fácilmente reconocibles, no guardar un horario fijo de visitas y que cites a cada amada en un lugar diferente. En el caso de ser descubierto, el hombre debe negarlo con insistencia y vehemencia y reconciliarse siempre a través del sexo.
También existe el caso en el que es beneficioso que la mujer se entere de la infidelidad, ya que la hará sentirse insegura. En esa excepción, Ovidio recomienda no dejar pasar demasiado tiempo antes de la reconciliación para no alimentar la cólera de ella.
Las mujeres, asímismo, también pueden ser infieles. El poeta recomienda encarecidamente no dejarse vencer por los celos y no reaccionar con violencia ante la presencia de rivales. Así, insiste en que es necesario no descubrir a la mujer cuando sea infiel, ya que el cornudo siempre tiene todas las de perder.
Para finalizar con sus consejos, Ovidio recomienda siempre guardar discreción sobre las mujeres con las que uno se ha acostado y nunca revelar la naturaleza de la relación. Al mismo tiempo, llama a la moderación para no señalarle jamás a la amante sus propios defectos. Por último, recomienda que dentro de la alcoba, el amante no se apresure y dedique su tiempo a los juegos preliminares, en los que hallará realmente el triunfo tras tan larga conquista.
Con este libro terminan los consejos que Ovidio le dedica a los hombres. El siguiente apartado se lo dedica enteramente a las mujeres.
Libro III de El arte de amar, de Ovidio
El libro III está dedicado a las mujeres. En él se las insta a no rechazar demasiados amantes ni a esperar demasiado, ya que la belleza va pasando irremediablemente. Precisamente por eso recomienda a las mujeres que cuiden su aspecto, no empleen demasiadas joyas y escojan peinados favorecedores a su rostro. Al mismo tiempo, recomienda los colores más favorecedores para morenas y rubias, insistiendo en todo caso en que las mujeres escondan los artificios con los que se embellecen.
Igualmente importante es, para Ovidio, que la mujer aprenda a disimular sus defectos: para ello da una larga lista de consejos que van desde la colocación de la peluca con disimulo hasta cómo disimular la corta estatura. También debe aprender la mujer, según el poeta, a cantar y tocar diferentes instrumentos musicales, entre los que se encuentran el arpa y la cítara.
El poeta a lo largo del libro le explica a las mujeres que deben salir a pasear para ser vistas y conocidas, hacer gala de sus habilidades y encontrar enamorado. De cualquier forma, las insta a protegerse de los mentirosos, los ladrones que fingen amarlas solo para recibir favores económicos; y los presumidos. Asimismo, ofrece varios consejos sobre cómo esconder la correspondencia con el amante para que el marido no pueda tener sospechas de ella. De la misma manera, el libro recoge algunos consejos con los que sobornar la atención de los criados y cuidarse de ser descubiertas.
Por último, el autor completa sus consejos enseñando a las mujeres a hacerse las duras, impedir los encuentros amorosos de vez en cuando para avivar la llama del amor y mantener todos los amantes que les plazca, siempre y cuando no se muestren celosas y, sobre todo, no le pidan al poeta más regalos por su parte que unos simples versos.
Con esto concluye la obra de El arte de amar. Esperamos que os haya gustado nuestro resumen y os recomendamos también que leáis el análisis que hemos preparado de la obra.
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