
Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...
A veces la vida moderna me puede. Supongo que es algo que le pasa cada vez a más gente. Y es que continuamente estamos sometidos a estímulos de corta duración: vídeos, música, anuncios, tiktok, todo condensado en menos de sesenta segundos. Nos hemos olvidado de cómo parar, de cómo descansar, de cómo dedicarnos tiempo y tranquilizar a nuestro sistema nervioso.
Serenidad, la obra de Nahid de Belgeonne, recoge en su interior un método probado por la autora para ayudarte a combatir el estrés y la ansiedad y a priorizarte a través de una serie de ejercicios de respiración y de contacto con tu propiocepción que prometen sanarte desde dentro.
Esto es lo que postula el libro y esta es mi opinión del mismo tras su lectura:
Estructura del libro de Serenidad: dos partes llenas de ejercicios prácticos y testimonios de clientes
Si algo tienes que tener en cuenta es que el libro de Serenidad se enfoca alternando de forma frecuente testimonios de clientes de la autora, anécdotas ilustrativas de su vida personal, explicaciones y ejercicios paso por paso de cómo calmar tu sistema nervioso.
La obra se divide en dos partes: una primera llamada “Serenidad” y que contempla la mayor parte de la extensión de la obra; y una segunda llamada “El Programa de Serenidad: ejercicios para todos los días”, con un listado de actividades que hacer en diferentes momentos del día.
Antes de entrar en materia, el libro arranca con una introducción íntima donde la propia Nahid de Belgeonne comparte cómo fue crecer en un entorno donde expresar sus emociones no era bien recibido. Esa represión temprana del sentir marcó un punto de partida que la llevó, años más tarde, a desarrollar lo que ella llama el método Serenidad: una propuesta centrada en el cuerpo que busca ayudarte a regular el sistema nervioso, reconectar con tus sensaciones internas y, en última instancia, recuperar la calma.
Aprendí a reprimir mis sentimientos porque resultaban inoportunos, tanto para mí como para los demás, que cargaban con su propio sufrimiento.
Luego, Nahid de Belgeonne empieza con una gran cantidad de explicaciones teóricas sobre cómo funciona el sistema nervioso, por qué respiramos como lo hacemos o qué relación hay entre el cuerpo y las emociones. Esto le permite establecer una base sólida para entender de verdad el sentido de cada ejercicio que veremos más adelante.
Así, una vez que entramos en materia y hemos repasado el funcionamiento del cerebro y la importancia de la respiración, la autora se sumerge en una descripción de los cinco sentidos desde una perspectiva muy próxima al mindfulness: nos recuerda la importancia de masticar y saborear cada bocado, de descansar la vista del ordenador cuando trabajas en una oficina, de rodearse de plantas y elementos orgánicos y de aprovechar el tacto para tocarnos siempre con amor.
Busca algo con un aroma que te guste, como tu perfume favorito, un aceite esencial, una especia agradable o una fruta. Busca un lugar tranquilo donde nadie vaya a molestarte. Siéntate en una posrtura cómoda y cierra los ojos. Respira hondo. Al inhalar despacio, mueve el objeto bajo tu nariz. Sé consciente de lo que sientes en la nariz y en la garganta. Presta atención a la piel de tu rostro dy a los vellos de la nuca.
Cada capítulo añade al final un pequeño resumen al final de cada capítulo con los puntos clave que, ayuda no solo a realizar un repaso de los conceptos aprendidos sino que también se convierte en un buen punto de retorno cuando quieres volver al libro para repasar alguno de los conceptos aprendidos.
Una cultura que alimenta el estrés donde se premia la multitarea, la atención y hábitos que nos desconectan
Tal y como estipula la autora al comienzo de la obra, vivimos inmersos en una cultura que alimenta el estado de alerta constante. Se premia y persigue la multitarea, el trabajar más horas de las que deberíamos y que inventa una y otra vez nuevos productos, métodos y alimentos para ser más productivos y rendir por encima de nuestras posibilidades.
[…]parece que solo tenemos dos formas de existir: a toda velocidad o agotados. La sociedad valida ambos estados.
En ese contexto, tal y como explica Nahid de Belgeonne, el cerebro hace lo que mejor sabe: anticipar peligros, buscar salidas rápidas, mantenerse continuamente encendido para salvarnos del peligro. El problema es que este no distingue entre un correo que llega fuera de hora y un león acechando entre la maleza. El cuerpo reacciona igual. Y lo que podría ser una incomodidad momentánea se convierte en una ansiedad crónica que lo impregna todo y que se traduce en un cortisol elevado, sobrepeso, malas rutinas de sueño, pésimas posturas y peores patrones de respiración.
Vivimos en una cultura que en la que se fomenta hacer de más. Trabajamos mucho, socializamos mucho, hacemos muchas actividades distintas, comemos mucho, tomamos mucho alcohol… y no alcanza el tiempo para procesar nada.
Así, Nahid de Belgeonne refuerza términos poco conocidos pero que pronto aprendemos que son fundamentales como la interocepción, es decir, la capacidad de percibir las señales internas del cuerpo. A través de los diferentes capítulos, anécdotas de pacientes incluidos, nos recuerda que estamos acostumbrados a pensar que el cerebro es el que manda las órdenes a nuestro cuerpo cuando en realidad es al revés. Si tenemos un nudo en el pecho, si respiramos de forma superficial o si nuestros hombros están rígidos, el cerebro interpreta que hay peligro, aunque no lo haya.
Es por eso por lo que la autora nos anima a aprender a escucharnos, a identificar esas señales sutiles antes de que se conviertan en síntomas y a aprender a respirar para encontrarnos mejor. Porque la serenidad, tal y como la plantea la autora, no es una idea abstracta, sino algo físico y entrenable.
La interocepción, que se centra en las sensaciones internas, es la pata que nos falta, la que nos permite comprometernos por completo con nosotros mismos y sentir curiosidad sobre cómo hacemos lo que hacemos.
Ejercicios al final de cada capítulo: volver al cuerpo sin complicaciones
Uno de los mayores aciertos de Serenidad es que no se queda en la teoría. Cada capítulo incluye ejercicios prácticos diseñados para ser accesibles, breves y profundamente efectivos. No requieren más que unos minutos, un lugar tranquilo y la disposición de parar. Pero lo más interesante es que están estructurados desde diferentes enfoques: algunos se centran en la respiración como si fuera una actividad física, con conteos y secuencias claras; otros, en cambio, invitan a prestar atención a las sensaciones internas, a respirar como si lo hicieras al ritmo de una medusa, a imaginar cómo se expanden tus costillas al inhalar.
Esta variedad de aproximaciones permite que cada persona pueda encontrar su propia puerta de entrada al cuerpo. No hay una única forma correcta de respirar o de calmarse: lo importante aquí es cultivar la escucha. Y eso se refleja también en el tono de los ejercicios: no hay presión, no hay exigencia de hacerlo bien. Solo una invitación a sentir y observar.
Además, al final de cada capítulo hay un pequeño resumen con los puntos clave, lo que facilita integrar lo leído y retomar las prácticas en otro momento sin perder el hilo. Nahid de Belgeonne te aporta en esta obra ejemplos sobre su propia experiencia y la de sus pacientes para ayudarte a encontrar un paralelismo con tu vida y darle una oportunidad a su método: meditar por la mañana, recordar respirar a cada momento y trabajar en tu postura. Es un libro pensado para acompañarte, no para imponerte nada. Y eso, en una cultura que nos exige tanto, ya es un gesto de cuidado.
Respirar, moverse, descansar: lo básico que hemos olvidado
A lo largo de capítulos como el tres —y en muchos otros repartidos por la obra— Nahid de Belgeonne va hilando ideas esenciales sobre cómo hemos perdido el vínculo con lo más básico: la respiración, el descanso, el movimiento, el alimento y el entorno natural. Explica, por ejemplo, cómo pasar horas frente a una pantalla en una postura encogida lanza al cerebro un mensaje claro: que nuestros pulmones son pequeños, que no hay espacio para respirar profundo, que no merece la pena intentarlo. Y cómo eso, sin que nos demos cuenta, acaba afectando también a nuestra digestión, nuestra concentración y nuestro nivel de ansiedad.
En lugar de dar lecciones condenatorias, la autora comparte anécdotas clínicas y propone ejercicios suaves para despertar esa conciencia pulmonar: prácticas respiratorias que se acercan mucho a la meditación, pensadas para realizar por las mañanas o en momentos en los que el sistema digestivo se sienta alterado. Todo con un tono práctico, sin triunfalismos ni promesas milagrosas.
Las emociones no procesadas se quedan atascadas en el cuerpo, lo que nos hace vivir en un estado de alerta permanente o hipervigilancia.
Más adelante, se abordan temas como el movimiento y su vínculo biológico con la descarga de microdosis de estrés. El cuerpo está diseñado para regularse a través del movimiento, pero cuando lo mantenemos inmóvil durante horas —en nombre de la productividad, el trabajo o el sacrificio que nos exige la sociedad de hoy en día — ese estrés se acumula, el cortisol se dispara y, poco a poco, enfermamos. La autora lo relaciona con la llamada cultura del esfuerzo: ese mandato social de producir sin parar, de no parar nunca, aunque el cuerpo lo pida a gritos. Frente a eso, aporta datos y estudios que demuestran lo contrario: que quienes descansan en intervalos regulares, por ejemplo, 20 minutos por cada 90 de trabajo continuo, son más productivos y tienen mayor claridad mental.
El trabajo se ha vuelto algo tan central para nuestra identidad que muchas personas se sienten muy perdidas cuando están sin trabajo. Durante la pandemia, cuando todos tuvimos que abandonar nuestra rutina, nos enfrentamos por primera vez a las preguntas de quiénes somos y qué hacemos además de trabajar. Entre mis clientes, a los hombres mayores se les hizo muy difícil quedarse en casa, ya que sentían que ese espacio pertenecía a sus mujeres.
También toca por encima el tema de la alimentación, y de cómo una dieta basada en plantas, cereales integrales y alimentos naturales puede tener un impacto real y medible en la salud del sistema nervioso y del cerebro. Pero no se queda ahí, sino que la autora insiste en la importancia de los espacios verdes, del aire libre, del contacto visual con la naturaleza como una forma directa y efectiva de restaurar el equilibrio interno. Porque el cuerpo, como insiste Nahid de Belgeonne, no está roto: solo necesita que volvamos a escucharlo.
Mi opinión tras la lectura de Serenidad. Regula tu sistema nervioso y libérate del estrés, la ansiedad y el trauma
Conforme leía Serenidad, me veía reflejada en más cosas de las que pensaba. Especialmente en esa imagen tan precisa —y tan cotidiana— de estar encorvada delante del ordenador durante horas, respirando de forma superficial, como si el cuerpo estuviera en pausa mientras la mente corre. También en la falta de descanso real, en no saborear la comida con calma o en desaprovechar esos pequeños momentos muertos del día que podrían ser espacios para simplemente tocarme el brazo con gentileza o cerrar los ojos un minuto.
Y es que Serenidad es un libro de mindfulness introductorio muy bonito. No impone, no promete milagros y no recurre a discursos vacíos ni a juramentos sobre cambios radicales en tu vida. Simplemente te recuerda que tu cuerpo está ahí, que puedes volver a él, que merece tu atención y tu cuidado. Y que a veces, solo necesitas escuchar lo que te está pidiendo para cambiar tu percepción completa de tu entorno.
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