En una era en la que la ansiedad es cada vez más común, aprender a conservar la calma y a regular nuestro sistema nervioso puede ser clave para nuestro bienestar.
¿Te cuesta relajarte, incluso cuando estás de vacaciones? ¿Te irritas constantemente ante el menor contratiempo? ¿Sientes tu respiración agitada y te cuesta conciliar el sueño? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, puede que tu sistema nervioso haya sufrido desajustes. Esta obra te enseñará cómo recuperar el equilibrio y experimentar más calma en tu vida diaria.
Analizando el fascinante funcionamiento de nuestro sistema nervioso y la conexión entre el cerebro y el cuerpo, donde acabamos almacenando nuestras emociones, Nahid de Belgeonne nos enseña cómo liberar estrés de forma física a través de los sentidos, la respiración y el movimiento. A lo largo de estas páginas, encontraremos sencillas prácticas y ejercicios diarios para mostrarnos cómo:
· Reconectar el cerebro a través de micromovimientos.
· Transformar nuestras emociones regulando nuestra respiración.
· Incorporar alimentos que tengan un impacto positivo en nuestro estado de ánimo.
· Regular nuestro sistema nervioso en coordinación con las personas de nuestro alrededor.
Una obra que te invita a aprender a conservar el equilibrio y a adquirir una mayor paz y conciencia corporal.
Conforme leía Serenidad, me veía reflejada en más cosas de las que pensaba. Especialmente en esa imagen tan precisa —y tan cotidiana— de estar encorvada delante del ordenador durante horas, respirando de forma superficial, como si el cuerpo estuviera en pausa mientras la mente corre. También en la falta de descanso real, en no saborear la comida con calma o en desaprovechar esos pequeños momentos muertos del día que podrían ser espacios para simplemente tocarme el brazo con gentileza o cerrar los ojos un minuto.
Y es que Serenidad es un libro de mindfulness introductorio muy bonito. No impone, no promete milagros y no recurre a discursos vacíos ni a juramentos sobre cambios radicales en tu vida. Simplemente te recuerda que tu cuerpo está ahí, que puedes volver a él, que merece tu atención y tu cuidado. Y que a veces, solo necesitas escuchar lo que te está pidiendo para cambiar tu percepción completa de tu entorno.