Aprendí a reprimir mis sentimientos poprque resultaban inoportunos, tanto para mí como para los demás, que cargabana con su propio sufrimiento.
Busca algo con un aroma que te guste, como tu perfume favorito, un aceite esencial, una especia agradable o una fruta. Busca un lugar tranquilo donde nadie vaya a molestarte. Siéntate en una posrtura cómoda y cierra los ojos. Respira hondo. Al inhalar despacio, mueve el objeto bajo tu nariz. Sé consciente de lo que sientes en la nariz y en la garganta. Presta atención a la piel de tu rostro dy a los vellos de la nuca.
[…]parece que solo tenemos dos formas de existir: a toda velocidad o agotados. La sociedad valida ambos estados.
Vivimos en una cultura que en la que se fomenta hacer de más. Trabajamos mucho, socializamos mucho, hacemos muchas actividades distintas, comemos mucho, tomamos mucho alcohol… y no alcanza el tiempo para procesar nada.
La interocepción, que se centra en las sensaciones internas, es la pata que nos falta, la que nos permite comprometernos por completo con nosotros mismos y sentir curiosidad sobre cómo hacemos lo que hacemos.
Las emociones no procesadas se quedan atascadas en el cuerpo, lo que nos hace vivir en un estado de alerta permanente o hipervigilancia.
El trabajo se ha vuelto algo tan central para nuestra identidad que muchas personas se sienten muy perdidas cuando están sin trabajo. Durante la pandemia, cuando todos tuvimos que abandonar nuestra rutina, nos enfrentamos por primera vez a las preguntas de quiénes somos y qué hacemos además de trabajar. Entre mis clientes, a los hombres mayores se les hizo muy difícil quedarse en casa, ya que sentían que ese espacio pertenecía a sus mujeres.