Border top left cut image
Border middle left cut image
Border bottom left cut image
Border middle right cut image
Border bottom left cut image
Logotipo de momoko.es

Buscar en Momoko

NOTA: 8

Mi jefe, otra vez vuelve con más fuerza, celos y pasión que nunca

La Insomne 0 Comentarios
Avatar del redactor La Insomne

Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


COMPARTE:
Imágen destacada - Mi jefe, otra vez vuelve con más fuerza, celos y pasión que nunca

Tras el éxito cosechado por la novela Mi jefe, Whitney G. tenía claro que quería escribir un epílogo largo que continuara la historia de Jonathan y Claire. Sin darle demasiadas vueltas, avanzó un fragmento en el blog “Two Crazy Girls with a Passion for Books” y ante la buena acogida recibida, ella y su equipo no se lo pensaron más. 

Así es cómo surgió Mi jefe, otra vez: la continuación de las aventuras románticas de Claire y Jonathan que nos guían a lo largo de la tortuosa planificación de su boda. 

Argumento de Mi jefe, otra vez. 

Claire y Jonathan ya se han prometido amor verdadero, y parece que a Claire el tema de la diferencia de la edad o que les vean juntos por la calle, ha dejado de preocuparle. Pero hay nuevos nubarrones que se extienden sobre la feliz pareja, y mientras Claire desata a la obsesa del control y la perfección que hay en ella a la hora de planificar la boda, su ex, Ryan, empieza a seguirla. 

¿Será capaz de sobrevivir su amor a los celos de él, las continuas jornadas hasta las tantas en el trabajo de ellas y el pasado que se amenaza sobre su idílica relación? 

¿Una novela necesaria? Pues, aunque no lo parezca, sí lo es. 

Lo que me recorrió la cabeza al ver el título y la portada por primera vez fue extrañeza. La más profunda y ácida extrañeza. Es decir, Mi jefe había acabado bastante bien y no tenía ninguna pìnta de tener una continuación así que por un momento me planteé que quizás, Mi jefe, otra vez era una novela completamente prescindible. 

Empecé a leerla, como ya os he dicho, con reticencia. Y está claro que la autora sabía que esta sensación iba a estar bastante generalizada porque al principio del libro existe un apartado en el que la misma Whitney G. explica por qué se decidió a escribir esto que llama un epílogo muy largo y que al final acaba siendo una novela de casi la misma extensión que la primera. 

TODO

Para mi alivio, tras las primeras veinte páginas de dudas el argumento se estira frente a nosotras con lo que parece ser a partes iguales fan service de sexo duro y poderoso y una trama más desarrollada donde Jonathan se permite ser cruel y los personajes del pasado de Claire vuelven para intentar arrastrarla de vuelta a Pittsburg. 

Sobre la importancia de no perdonar 

Si algo odio de las novelas románticas generalistas es la necesidad que tienen algunas/os autores de convertir a las protagonistas femeninas no solo en vírgenes que se entregan por primera vez a los brazos de un hombre experimentado y salvador, sino también de mostrar el perfecto ejemplo de santidad. 

Siempre perdonan, siempre son buenas con los fantasmas de su pasado y sus amigas, aunque alocadas, siempre buscan lo mejor para ellas. Esta tríada de bondad me resulta menos creíble que los abdominales esculpidos en piedra de la mitad de los personajes masculinos que no pisan un gimnasio en toda la obra, y aún encima me cansa. 

Precisamente por eso Whitney G. es tan valiente y sugerente al mismo tiempo. Primero porque crea a un personaje femenino potente y mayor que ella (lo cual será el principal conflicto de la pareja en la primera entrega) y segundo porque en esta parte, en la que Ryan y Amanda deciden volver a sacar de quicio a la madre pelirroja, presenta un conflicto realmente interesante. ¿Perdonar es obligatorio para no demonizar a los personajes de las novelas de romance? 

Sabemos por la anterior entrega que Jonathan va a terapia con su madre para conseguir tener una relación más o menos cordial con ella y perdonarle los maltratos físicos y el abandono que sufrieron él y su hermana de pequeños. Tras el final la anterior parte, está claro que la Sra. Staham no pone las cosas fáciles para que haya una conciliación pero será en Mi jefe, otra vez cuanto más lastimera, complaciente y arrepentida parezca. Y será decisión de Jonathan volver a aceptarla en su vida y esforzarse para mostrarle hasta dónde puede y no puede llegar su relación. 

Sin embargo, la autora deja muy claro que no perdonar a los que te hicieron daño en el pasado no te convierte en peor persona. Haley, la hermana de Jonathan, se niega en rotundo a aceptar a su madre en su vida o a dignarse a intercambiar ni la más mínima cortesía.  

Pequeño spoiler en estos dos párrafos. Si no has terminado la novela, salta a la siguiente sección. 

De hecho, la reaparición de Ryan está muy bien calculada y es capaz de ponernos los pelos de punta. Ryan insiste continuamente en que tiene que hablar con Claire para contarle “algo” y solo exige cinco minutos de su tiempo, sin embargo es evidente para la lectora que esto no es así. Su insistencia de acosador de manual a la par que el hecho de que no deja de intentar tocarla y agarrarla y que siempre comienza el discurso haciendo sentir culpable a Claire de no ser una persona de generoso perdón, hace que las alarmas del lector salten al momento y aplasten la imagen de “buen tipo” que intenta todo el rato colgarse su ex.

Whitney G. decide enrevesar todavía más la trama y la posibilidad del perdón y para ello le genera a Amanda un terrible tumor cerebral que está a punto de matarla. La petición de Ryan (aunque sea una forma encubierta de volver con Claire) es que esta perdone a Amanda antes de que muera. La forma de interpretarlo de Claire, aunque dura, es perfectamente racional: tener un tumor no la hace mejor persona, no evita que Amanda en el pasado le robase su vida y a su marido a sus espaldas. No le devolverá la felicidad de los años perdidos. Y por eso, y solo por eso, decide no perdonarla jamás. Y ¿sabéis qué? Eso solo hace al personaje más creíble. 

Hablemos de sexo y hablemos de fan service: si buscáis erótica, Whitney G. lo mejor. 

Whitney G. escribe para el público americano y este, en ciertas zonas, tiene cierta tendencia a dejar pasar varias actitudes en las parejas que pueden malinterpretarse como romanticismo cuando no lo son. Ya os hablamos en la momokoreseña de Mi jefe del hecho de que Jonathan tiene momentos increíblemente machistas capaces de ponerte los pelos de punta. 

Y parece que en Mi jefe, otra vez Whitney G. ha intentado arreglar este desequilibrio de fuerzas y poder de una forma ligeramente retorcida. Es decir, Jonathan sigue llevando el hecho de ser celoso y controlador hasta límites completamente exasperantes, incluso hasta el punto en el que la autora estira tanto la tensión de la trama que corre el riesgo de volver al personaje poco creíble. Al mismo tiempo, a este defecto se le suma en esta segunda parte el hecho de consentir a las hijas de Claire sin su consentimiento y que sus arranques de violencia lleguen a ser ligeramente preocupantes.  

"

«¿Qué coño...?».

"

-Eres consciente de que investigo a todos los hombres que tienen contacto contigo, ¿verdad?

"

Parpadeé. 

"

-En el segundo que me dijiste que ibas a hacer una instalación en la tienda - continuó mientras cerraba la puerta y se acercaba a mí -, me aseguré de que la empresa y el operario supieran exactamente con quién estaban tratando. Y he exigido tener copias de las llaves por si hubiera algún problema. 

Sin embargo, como os comentábamos, para equilibrar la balanza, Whitney se ha propuesto demostrar que esto no es una cuestión de género, sino de carácter. Y con ese fin, convierte a Claire en una mujer extremadamente celosa, con arranques de arrogancia y muy controladora con los horarios y la forma de comportarse de Jonathan, hasta el punto de emplear la jugarreta sucia de “haz esto que odias para hacerme a mí feliz” más de una vez. 

"

Le has dicho a Angela que te envíe un mensaje de texto cada vez que tengo una reunión con una clienta - Hizo girar la lengua alrededor de mi piel sin soltarme los muslos -. Y siempre me llamas justo antes de esas entrevistas… O te presentas en mi despacho en cuanto terminan… - Me besó hasta el cuello -. ¿De verdad pensabas que no me había dado cuenta? 

PERO, y es importante recalcar un pero bien grande, si lo que buscas es un buen libro de erótica, entonces sin duda deberías hacerte con Whitney G. Las escenas de sexo de la autora están descritas con la maestría de una autora que sabe ponerte a tono, regodearse con la tensión hasta que llega a cotas alarmantes y luego liberarla de golpe. Los momentos de placer entre Jonathan y Claire ascienden como la espuma y explotan en el borde del vaso, trasladando las acciones a lugares y actividades muy diferentes para no cansar a las lectoras con demasiadas escenas de sexo similares. Eso sí, seguimos hablando de sexo vainilla, y aunque llegan a hacer una referencia futura al sexo anal (¿tendremos quizás una secuela de la vida de casados de Claire y Jonathan?) el gran avance en el plano erótico que tengamos será trasladando el sexo a lugares inhóspitos y con el peligro de llegar a ser descubiertos y otros juegos que no queremos arruinaros. 

Nuestra opinión sobre Mi jefe, otra vez 

Mi jefe, otra vez ha sido una sorpresa muy agradable en todos los sentidos. Lo que comenzó como una lectura de absoluta desconfianza y extrañeza acabó enganchándome de tal forma que, al contrario de lo que suelo hacer, acabé devorándolo en un solo día. Es más, puedo decir sin miedo a equivocarme que este llamado “epílogo largo” tiene mucha más trama y es más interesante incluso que la primera parte. 

El comienzo arranca de una forma lenta y Claire puede llegar a ser exasperante, especialmente por cómo intenta manipular a Jonathan continuamente para sacarlo de su zona de confort y obligarle a hacer cosas que odia.  Y además tienes que ignorar también el hecho de que Jonathan se comporta como un lunático de cárcel los primeros capítulos, soltando auténticas barbaridades por su boquita y manteniendo la falsa creencia de que es romántico que tu novio te empotre cuando le estás diciendo continuamente que no. 

Pero dejando de lado estos detalles y el hecho de que la obra está construida para el público americano, más permisivo ante este tipo de manifestaciones de amor, Mi jefe, otra vez contiene la dosis perfecta de fanservice sexual y una trama con una tensión tremenda que te hace estar continuamente en vilo. La figura de Ryan, tan contradictoriamente buen samaritano como acosador a un milímetro de la violación es aterradora y al mismo tiempo te ayuda a reconciliarte con un Jonathan controlador y capullo.  

Es cierto, y tengo que decirlo, que quizás con la edición no estoy tan contenta. Aunque se trate de una segunda parte, las portadas de Mi jefe y Mi jefe, otra vez se parecen demasiado. Está claro que se trata de la misma sesión de fotos y que la coherencia estética es importante, pero podían habernos mostrado de refilón a Jonathan en otra postura o incluso a los dos juntos manteniendo los tonos azules que hacen la portada tan Whitney G. 

TODO

TODO

También me he encontrado alguna palabra sin acentuar o un error en un momento en el que Jonathan estaba separando las sílabas para darle énfasis a lo que decía que me sacó ligeramente de la lectura. 

"

Ter-mi-na-lo-que-es-tás-di-ci-en-do - ordenó 

Pero dejando eso de lado, sin lugar a dudas debo decir que disfruté mucho con Mi jefe, otra vez, que ciertos momentos llegaron a subirme mucho la temperatura y que sin duda es una novela que recomendaría a todo aquel que quisiera pasar un buen momento. Como siempre, Phoebe Romántica no defrauda. 


0 comentarios en este post

Deja un comentario

Kinishinaide! No publicaremos tu email ni te spamearemos sin tu permiso


Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed