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NOTA: 9.5

El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, opinión de la space opera más bonita del mundo

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, opinión de la space opera más bonita del mundo

Existen en el universo pequeños y extraños rincones que te hacen sentirte como si acabaras de llegar a tu hogar tras un largo viaje bajo la lluvia. Lugares capaces de llegarte al corazón de una forma inexplicable, suave y dulce como el trago caliente de un té tras haberte hartado a llorar por culpa de la soledad. Y uno de esos sitios es El largo viaje a un pequeño planeta iracundo. 

El largo viaje a un pequeño planeta iracundo es una space opera autopublicada por la premiada autora Becky Chambers. La novela, denominada por muchos como un ejemplo maravilloso de hope - opera, nos traslada a bordo de La Peregrina, una nave multiespecie varios siglos después de la destrucción de la Tierra como lugar habitable y del éxodo de los humanos y otras razas al espacio. 

Argumento de El largo viaje a un pequeño planeta iracundo 

Rosemary tiene un secreto. Mientras atraviesa el espacio en una lanzadera pública unipersonal, aferrada a sus títulos universitarios y en dirección a su nuevo trabajo, piensa en todo lo que podría salir mal: los bots de identificación podrían descubrir que ha falsificado su identificación; sus nuevos compañeros podrían reconocerla de las noticias o incluso todo podría torcerse. 

Pero lo que no sabe es que la nueva nave a la que se dirige, La Peregrina, está tripulada por un grupo de excéntricos y simpáticos sapiens. Desde el capitán, Ashby Santoso, hasta los tecs o la tripulante, pronto Rosemary descubrirá que el espacio está lleno de costumbres y aterradoras especies en perpetua guerra. Pero también aprenderá que, al lado de amigos, todo puede superarse.

Una novela que destila optimismo en cada página, en cada letra. 

Becky Chambers escribe como los ángeles. Su estilo es fluido, fresco y sencillo, sin adornar demasiado las frases ni perderse en descripciones inútiles que no te llevarían a ninguna parte. Todo en su novela se desliza suavemente de forma que no entiendes muy bien cuál es la trama principal de la obra hasta que has leído las cien primeras páginas, pero que tampoco te importa demasiado. La simple contemplación de los sucesos que se desarrollan en la trama es un privilegio en sí mismo.

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Collage de Agentromanoffsir

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Y es que Becky Chambers tiene una forma de escritura luminosa capaz de atravesar las páginas y de llegarte directamente al corazón. Lejos de otras space operas como Las estrellas son legión de Kameron Hurley o sagas distópicas ambientadas en el espacio, Becky es capaz de ver un futuro no claustrofóbico en el que las distintas razas alienígenas son capaces de convivir en una relativa paz alrededor de un organismo denominado la Confederación Galáctica (en adelante CG) inspirado directamente en la Unión Europea. Gracias a este sistema de gobierno representado por una serie de políticos de diferentes razas alienígenas, los humanos son capaces de sobrevivir en el espacio con su pobre armamento y sus maneras independientes de hacer las cosas. Continuamente la CG se centrará en mantener aranceles de explotación, garantizar la paz unitaria de la galaxia y en proteger los intereses multiculturales y políglotas de las diferentes razas. Vamos, bajo el mismo propósito que la Unión Europea. 

El hecho de que cohabiten bajo el mismo espacio varias razas alienígenas implica una gran cantidad de problemas de setting que daría lugar fácilmente a momentos ilógicos o incongruentes de la novela. Y sin embargo, Becky es capaz de construir un contexto más que convincente en todos los sentidos. Desde la lengua común que hablan (por lo general) todos los seres de la galaxia (el klip), hasta el tipo de alimentación basado en plantas cultivadas en la misma nave, insectos o alimentos en estasis. Es realmente fascinante el hecho de que haya escogido precisamente los insectos como una de las fuentes de alimento para el futuro, ya que los expertos llevan mucho tiempo avisándonos de que su consumo masivo es una de las claves para conseguir erradicar el hambre en el mundo. 

Sobre el universo planteado en El largo viaje a un pequeño planeta iracundo 

El espacio no es un entorno pacífico y tranquilo y a veces, el ecosistema creado por Becky puede llegar a ser terriblemente despiadado. La novela continuamente hace referencia a la necesidad de ser útil para las diversas civilizaciones para ser considerado un ciudadano de la CG. Tres son las razas que gobiernan la Vía Láctea tal y como las conocemos: los harmagianos, los aeluones y los aandrisks. Todos ellos tendrán su importancia en la trama de La Peregrina, la verdadera protagonista de la obra. 

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Los harmagianos tenían dinero. Los aeluones tenían potencia de fuego. Los aandrisks tenían diplomacia. Los humanos tenían disputas.  

En ese sentido, los humanos no son más que una de las especies inferiores aceptadas a duras penas dentro de la CG debido a su incapacidad de trabajar en equipo. Y es que, según la obra, los humanos se dividieron en tres grandes facciones cuando la Tierra dejó de ser habitable: los ricos se marcharon a Marte y dejaron a los pobres morirse de hambre; los que fueron capaces de unirse se marcharon en una flota que vagabundeó por el espacio y que se salvó por pura suerte (los exodanos) y los pobres miserables que se quedaron en tierra.

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Sissix por Siminiblocker

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Rosemary por Siminiblocker

La unión como especie es de vital importancia para la CG, la cual no tolerará guerras dentro de sus fronteras. En ese sentido, Becky Chambers realiza una encarnizada crítica a las sociedades en perpetua guerra, avisando de los peligros de extinción y de la completa ausencia de “bandos buenos” y “bandos malos” cuando los dos están en un enfrentamiento perpetuo. El mensaje que trasluce la obra aboga por un ecologismo encarnizado y un rechazo completo por los enfrentamientos. A través de los personajes secundarios y los accidentales encuentros con otros sapiens, entre los que se encuentran un grupo de refugiados desesperados por poder sobrevivir, Becky traslada un poderoso mensaje sobre el cuidado de la naturaleza y la empatía mutua en cada uno de los personajes mostrados. 

Un entorno maravilloso para hablar de identificación de géneros y tolerancia 

Becky Chambers emplea el maravilloso ecosistema que plantea La Peregrina para tratar temas de candente actualidad social como la identificación del individuo con uno u otro género, las guerras, la intolerancia, el racismo o las relaciones homosexuales. 

Y no es de extrañar. En el interior de la nave no solamente trabajan humanos prototípicos como Ashby o Rosemary, sino que también contamos con Sissix, una anndrisk (una raza de reptilianos sapientes); un grum y un par sianat. Los humanos también provienen de culturas y entornos completamente diferentes: desde Jennks, el tec con enanismo, hasta Kizzy, una ingeniera realmente hiperactiva o el capitán Santoso, pacifista hasta niveles extremos. 

El hecho de contar con especies diferentes a la humana permite que Becky Chambers normalice el uso de pronombres neutros para dirigirse a otros sapiens, introduciéndolos de una forma completamente lógica y natural en el texto. Por ejemplo, los grum empiezan su vida siendo hembras, cambian a machos tras un doloroso proceso y luego en las últimas etapas, son algo neutro. Los anndrisk hembra son mucho más grandes y robustos que los machos, etc.  

Un detalle realmente interesante es cómo emplea la existencia de Ohan, un sianat contagiado por un virus llamado el Susurrante, para modificar el pronombre con el que se dirigen a él. En ese sentido, Ohan forma parte de un “par”, esto es, son dos personas en una, y así es como quiere que se dirijan a él. 

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—«Ellos»; Ohan son un par sianat. Macho, pero aun así decimos «ellos».

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Rosemary rememoró la esclusa. Lovey no había hablado de un piloto, sino del Piloto. Su mente se aceleró por la emoción. Los sianats eran material para leyendas urbanas en su hogar; una raza solitaria que podía conceptualizar el espacio multidimensional con tanta facilidad como un humano podía hacer álgebra. Aunque aquella aptitud mental no era innata. La cultura sianat estaba estructurada en torno a un neurovirus que llamaban el Susurrante.

Al mismo tiempo, la obra introduce con una deliciosa normalidad las relaciones entre diferentes especies, demostrándonos lo doloroso que puede llegar a ser tener que mantenerse separados o vivir en secreto por las convenciones sociales o incluso la necesidad de respetar la falta de contacto de nuestros seres queridos. Para ello, dota a cada especie de sus propias costumbres, haciendo que los anndrisk sean realmente dados a mantener el contacto, a copular y a realizar orgías públicas, naturalizando el sexo y colocándolo al mismo nivel de respetabilidad que el de los humanos, que se realiza siempre a puertas cerradas.  

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—¿Qué hacen los locos especistas de los tuyos? —preguntó Kizzy.

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—Cerrar las puertas de sus granjas y tener orgías privadas.

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—¿En qué se diferencia de lo que hacéis el resto?

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—No tenemos puertas y todo el mundo está invitado a nuestras orgías. Excepto los laru. Somos alérgicos.

Las enormes diferencias entre especies generan más de una vez conflictos y roces entre los miembros de la tripulación y otros seres. En el libro dejan claro que no es solamente una cuestión de paciencia y respeto (por poner un ejemplo, Corbin y Sissix llegan a enfrentarse continuamente desde el comienzo de la novela, y este la llama “lagarta” para molestarla), sino también de conocimiento. En varias ocasiones se dan malentendidos debido a la amplísima forma de comunicación de los diferentes sapiens: algunos son a través de gestos, lo cual le valdrá al capitán un puñetazo en la cara, mientras que los aeluones se comunican por el cambio de color de sus mejillas.

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Rosemary por Siminiblocker

Al mismo tiempo, cada raza cuenta con su propio lenguaje, a menudo articulado de forma que solo se adapte a sus cuerdas vocales y que dificulta enormemente a otras especies. Por poner un ejempo, los anndrisk articulan las palabras mientras expiran o inspiran, lo cual le da más de un quebradero de cabeza al capitán Santoso y al resto de la tripulación. 

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— ¿Cómo es eso que decís? ¿Isk seth iks kith? ¿Que cada cual siga su propio camino?

A lo largo de la obra se introducirán otros temas de candente debate, como el derecho a una persona a escoger la muerte por fines religiosos, las sectas de los terrícolas, la disputa de los antivacunas trasladado al espacio, la importancia de quererse a uno mismo incluso aunque hayas nacido diferente o incluso el ostracismo al que someten a algunos miembros por el simple hecho de ser atípico. 

Inteligencia artificial y derecho a la vida 

El largo viaje a un pequeño planeta iracundo plantea una división definitiva entre aquellos que merecen la educación y la empatía del resto y los que no. En ese sentido, su universo está dividido entre los sapiens, esto es, formas orgánicas capaces de razones y comunicarse, y los que no. 

Pero ¿qué ocurre con las IA? Al igual que en la popular película Her, Becky Chambers introduce un romance entre Jenks, el simpático tec, y la IA que sostiene la nave, Lovey. La capacidad de un sistema de inteligencia artificial de emular los sentimientos humanos es una realidad, pero el hecho de legitimar un programa como forma sapiente con la que mantener una relación emocional no dañina no es comprendida por todos en nave, pero sí respetada. 

Nuestra opinión sobre El largo viaje a un pequeño planeta iracundo 

Tengo la sensación de que me he dejado mucho sin comentar de esta maravillosa novela. Pero creo que es completamente imposible hablar de un worldbuilding tan bien construido, con personajes tan cariñosos y capaces de llegarte al corazón como esta sin irnos a las cinco mil palabras. Y tampoco queremos eso ¿verdad? 

Dejadme que os diga, simplemente, que para mí La Peregrina constituyó la segunda familia que siempre he querido y cuya luz ha sido capaz de arrojar algo de esperanza a mi empobrecido concepto de la amistad. Durante cada página, quise probar los deliciosos panecillos de Doctor Chef, acariciar las escamas de Sissix, reírme y beber con los tecs o incluso charlar con Rosemary. Para mí, son mi familia de plumas, una que lamentablemente ya no volveré a visitar jamás. 

Y eso, me llena de un absoluto pesar. 


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