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NOTA: 9.2

Las estrellas son legión es la mejor space opera que hemos leído nunca

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Las estrellas son legión es la mejor space opera que hemos leído nunca

Las estrellas son legión es una de las poquísimas obras de Kameron Hurley que ha llegado hasta nuestras manos traducida. Se trata de una space opera dominada únicamente por mujeres con una gran trama política y bélica que hará las delicias de cualquier amante del género.

Argumento de Las estrellas son legión

Zan acaba de despertarse en mitad de una nave sin recuerdos, sin pasado y mucho menos sin ninguna convicción a la que aferrarse. Espantada, escucha cómo una mujer llamada Jay le insiste con que ambas son hermanas, que Zan es una guerrera y que ambas sirven con total devoción a Anat, la Lord de la Guerra que comanda el mundo de las Katazyrnas. Al parecer, Zan tiene la misión de tomar el Mokshi: un mundo misterioso capaz de abandonar a la Legión y de sobrevivir por su cuenta. Pero Anat no es la única que lo quiere: las Bhavajas, imperio rival, también ansían su poder.

Ahora Zan se encuentra recluida a un entrenamiento continúo en una nave que es un mundo por sí solo, con amnesia y la rabia corriéndole por las venas sin saber por qué y con una única intuición: que todos le mienten. Jayd le miente al llamarla hermana, Anat le miente al tratar las misiones con ella y la aparición de otras mujeres de su pasado solo servirá para que esta sospecha acabe quemándole el cuerpo.

No sabes nada, y eso es fantástico

Una de las partes más difíciles dentro de una novela con este tipo de universo tan rico en estratos, sociedades y cultura, es conseguir introducir al lector en él sin necesidad de crear situaciones irreales en las que un personaje vaya describiéndole su mundo a otro. Sin embargo, Hurley emplea para ello un recurso explotado mil veces en la industria audiovisual, la de los videojuegos y no digamos ya la literaria: la amnesia.

Zan, al ser incapaz de recordar nada, no es capaz de comprender quiénes son esas mujeres sin lengua a las que mandan para que combata con ellas, por qué es tan violento ese mundo o simplemente cuál es su relación con el resto de mujeres de la nave y especialmente con Jayd. Al igual que ocurría en el filme Memento, esta situación permite al lector ir descubriendo las diferentes capas de la sociedad, sus reglas y la jerarquía de su mundo de una forma orgánica y natural.

Pero, sobre todo, consigue generar un sentimiento de desconfianza y confusión dentro del propio lector. Los mundos de Las estrellas son legión son confusos, están vivos y funcionan como deidades en las que el papel humano es prácticamente similar al de una bacteria. Si ese concepto ya es complicado de entender para nosotros, continuamente iremos recibiendo comentarios de diferentes personajes que nos dan ideas completamente contradictorias (Jayd te ama, Jayd te odia, has muerto varias veces, el Mokshi es el infierno, el Mokshi es tu salvación) hasta que, al igual que la propia Zan, no sabes en quién confiar. Te encuentras encerrada en un mundo gigante del cual solo conoces menos de un 2%, rodeada de enemigas que fingen ser tu familia y con continuos recuerdos y sueños que te inducen a escapar de allí y que te hacen sentirte continuamente agobiada. 

Y este estrés, esta ansiedad es realmente lo que hace que la novela sea tan adictiva desde el minuto uno: no la revelación del pasado de Zan o el desarrollo de la guerra con las Bhavajas. No. Sino el miedo cartesiano de que nuestro mundo, el universo de Zan y todo lo que lo componen, no sea más que una sarta de asquerosas mentiras.

Visceral, carnosa y orgánica

Una de las auténticas maravillas que componen la novela de Kameron Hurley es precisamente el mundo que tiene montado, el setting que convierte a esta space opera en algo completamente diferente de otras que hemos llegado a disfrutar. Cada pequeño detalle de los mundos sobre los que se soporta el setting de Las estrellas son legión está cuidadosamente creado y pensado, de forma que modifica no solo la forma de comportarse de los propios personajes sino también el lenguaje.

Nos parece simplemente genial cuando los autores tienen en cuenta el mundo que han creado y sus peculiaridades para moldear el lenguaje de los personajes. En un sistema como el creado en Las estrellas son legión, pluriferan la variedad de lenguajes con los que Zan se comunica de forma automática no solo con sus hermanas, sino también con otros personajes con los que se va encontrando. Para ellas, que la nave es su mundo sin el cual no vivirían, es lógico emplear la misma palabra para designarla a ambas y cuando se refieren al cuerpo de una compañera muerta o simplemente a comida, lo denominan “materia orgánica” por la importancia que tiene esta para su subsistencia.

Y es en los Mundos donde vemos realmente el núcleo fascinante y al mismo tiempo grotesco de la propia obra. Al fin y al cabo, Hurley ha creado una space opera sobre supervivencia en el espacio y ha transformado los armatostes de metal en bestias gigantes autoconscientes, como si fueran pequeños planetas, con consciencia propia que gobiernan sobre los seres de su interior de la misma forma que lo harían los dioses más repugnantes e infrahumanos.

Los Mundos se componen de materia orgánica: de carne y de vísceras, y como tal todo se compone de lo mismo. Las naves con las que Zan y Anat salen a explorar están vivas a su manera y sus circuitos internos se comportan de la misma forma que los intestinos de un ser humano. Los pasillos y el sistema de alimentación se construyen alrededor de arterias y venas supurosas y llenas de un tipo de sangre diferente que alimenta a un Monstruo degenerado y repugnante fabrica una bruja de tres cabezas y que se muere devorado por un tumor colosal.

El tumor y la degeneración de un mundo cabrón y sucio

La nave con forma de tentáculos (que me recordó al propio Cthulhu) en el que viven las mujeres es repugnante y teocentrista: el Mundo es el que decide qué van a parir y el que les da subsistencia. Como el Mundo es su padre, la Lord de la Guerra es su Madre y todas entre ellas se llaman Hermanas. Sin embargo, hay un profundo mensaje detrás de la forma de vida de Anat y que está íntimamente ligado con todo Katazyrna y es el mensaje de devastación y consumo irresponsable que tienen de la materia orgánica.

La propia Zan se sorprende al comprender que las Bhavajas son más respetuosas con los mundos que colonizan, mientras que la Katazyrnas se limitan a saquear todo lo que tenga valor orgánico (incluyendo a la propia población) y dándoselo de comer a su Mundo para que este pueda seguir viviendo. Al consumir de forma exagerada unos recursos tan limitados, están abocadas a la extinción si no conquistan el Mokshi (aunque incluso este tendría sus siglos contados).

Esto da lugar a un Mundo decadente y degenerado, donde la gente que vive en su interior es tirana y cruel y donde se darán situaciones capaces de levantarte más de una arcada: viejas chaladas que paren bebés tumorosos a los que machacan vivos para comérselos, cadáveres hinchados que explotan liberando gas putrefacto al tocarlo o jóvenes con la lengua congelada cuando un cefalópodo les explota en la cara.

La supervivencia es lo único que importa en un lugar rodeado de vacío y frío donde lo único que importa es la materia orgánica. Como bacterias, las humanas se organizan en pequeñas sociedades muy cerradas bajo los niveles del mundo en el que sistemáticamente dudan de cualquier realidad que les venga de fuera. Y, sin embargo, al mismo tiempo, todas tienen algo en común: la necesidad de devorar, como el propio mundo, cualquier cosa orgánica y comestible que les permita la supervivencia.

Esta es, pues, una novela sobre la necesidad de todo lo vivo de sobrevivir devorando, alimentándose del resto, destruyendo. Es una novela sobre lo inevitable que es tener que matar para poder sobrevivir, donde nada es santo ni intocable, donde devorar a tus propios hijos es del todo razonable cuando no te queda más remedio.

Lesbianas en el espacio: sobre erotismo, multiculturalidad y mi opinión de la obra

La novela ha recibido el sobrenombre de Lesbianas en el espacio debido a una crítica negativa que recibió Kameron Hurley sobre su obra. A pesar de que ella se lo tomó con mucho humor, hasta el punto que Runas, el sello de Alianza que publicó la novela en España, creó una versión alternativa de portada llamada Lesbianas en el espacio. Sin embargo, reducir la obra a la orientación sexual más que evidente de las mujeres que son sus protagonistas es enormemente limitado por parte del poco iluminado reseñador de turno.

La premisa de los mundos en Las estrellas son legión y uno de los pilares de la propia novela es que estas “naves” vivas solamente tienen en su interior aquello que necesitan. Dado que a partir de la mitad de la obra descubrimos que todas las mujeres dentro de la obra se quedan embarazadas de cosas que necesita el mundo y dan a la luz partes de máquinas, engranajes, monstruos o, en el caso más raro de todos, humanos, entonces está claro que los hombres de por sí no son necesarios en esta organización estructural.

En las sociedades en las que solo hay mujeres, es evidente que habrá lesbianas. Es mas, las alternativas son el lesbianismo o la total asexualidad, ya que no hay alternativas con las que satisfacer el que es una necesidad primaria básica del ser humano como es el sexo (incluida en la base piramidal de Maslow, por cierto). Es por tanto del todo normal que Jayd, Zan, Rasida y el resto de las mujeres dentro de la propia obra sientan atracción sexual por otras mujeres. Es tan natural como lógico, y pensar que faltan hombres ahí o reducirlo a una orientación sexual es absolutamente limítrofe en todos los sentidos.

Quizás sería más adecuado darse cuenta de que Zan y Jayd, al igual que el resto de Katazyrnas, son mujeres de piel oscura, algo de lo que carecen muchas protagonistas de fantasía y ciencia ficción que suelen ser caucásicas, delgadas y enormemente normativas. Al igual que Jemisin, Hurley despliega dos protagonistas negras diferentes y poderosas en sus diversas formas: una inteligente y astuta a más no poder y la otra físicamente colosal y fuerte. Mujeres capaces de convertirse en referentes para las jóvenes negras que empiezan a tener representación en estas increíbles novelas.

Este crítico podría haberse fijado en que, lejos de presentar problemas “espaciales”, viajes en el tiempo, tecnología extraña y futurista o extrañas paradojas, Las estrellas son legión es más bien una novela política con personajes simplemente gloriosos, como la propia Rasida, líder de las Bhavajas que juega sucio y juega duro, haciendo que personajes tan constituidos en el imaginario de líderes pirados de la fantasía como Ramsay Bolton o Cersei Lannister parezcan novatos a su lado. Podría haberse fijado en que la segunda mitad de la obra es una aventura colosal comparable a El viaje interminable debido a la riqueza de mundos y sociedades que presenta.

Los personajes de la obra son simplemente magníficos y se mueven siempre por diferentes convicciones y motivaciones. Por un lado, Zan simplemente quiere recuperar sus recuerdos y hace un gran alarde de brutalidad y violencia para ello, mientras que por otro Das Muni se moverá por absoluta lealtad o Casamir por curiosidad.

Todos los personajes están abocados una y otra vez a intentar traicionarse los unos a los otros. Desde las Lords de la Guerra hasta sus familiares, amigos o incluso las compañeras de viaje de Zan a lo largo del mundo continuamente intentarán matarse las unas a las otras debido a la desconfianza más potente y decisiva. Y sin embargo, frente a todas ellas, prevalecerá la concordia gracias a Zan que es una representación de la alternativa a la violencia que ha estado reinando en los mundos.

Zan, que representa la esperanza y el amor.

Zan, que se gana la lealtad de sus lectores, al llegar a la última página.

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