Rosemary Harper se une a la tripulación de la Peregrina, una vieja nave tuneladora, sin saber muy bien qué esperar de su primer trabajo. Aunque la nave ha visto tiempos mejores, le ofrece un pequeño lugar al que llamar hogar durante un tiempo, algo de aventura en los confines más alejados de la galaxia y, lo que es más importante para ella, la oportunidad de dejar atrás su pasado.
Dejadme que os diga, simplemente, que para mí La Peregrina constituyó la segunda familia que siempre he querido y cuya luz ha sido capaz de arrojar algo de esperanza a mi empobrecido concepto de la amistad. Durante cada página, quise probar los deliciosos panecillos de Doctor Chef, acariciar las escamas de Sissix, reírme y beber con los tecs o incluso charlar con Rosemary. Para mí, son mi familia de plumas, una que lamentablemente ya no volveré a visitar jamás.
Y eso, me llena de un absoluto pesar.