Cuéntalo es la adaptación de la novela escrita por Laurie Halse Anderson e ilustrada por la talentosa Emily Carroll que nos pone en la piel de una joven que fue violada en el instituto.
Argumento de Cuéntalo
El comienzo de un nuevo año en el instituto siempre es una experiencia traumática, pero para Melinda será especialmente duro. Todo el mundo la recuerda como aquella que arruinó una fiesta épica llamando a la policía en mitad de la noche, y no van a permitir que olvide ni un solo segundo cuánto la odian.
Sumida en una terrible depresión, Melinda tendrá que lidiar con unos padres que no la entienden, un profesor racista y el continuo bullying por parte de sus compañeros. Mientras tanto, su secreto empezará a enquistarse dentro de su pecho. Porque aquella noche en la que salió a divertirse y en la que se interrumpió su vida para siempre, un joven llamado Adam la violó.
¿Qué aspecto tiene una víctima de una violación?
¿Qué aspecto debería tener una víctima de una violación? En una sociedad heteropatriarcal como la que vivimos, a menudo se culpa a la víctima de haber sido violada. Preguntas como la ropa que llevaba, qué hacía sola a aquellas horas o incluso valoraciones como “es imposible que la hayan violado con lo gorda y fea que es” son a menudo plato de mal gusto en la conversación pública cuando un caso como este se vuelve público. A menudo, más que al violador, la que se siente continuamente expuesta, juzgada e insultada es la víctima. Y aunque ahora las plataformas como #yositecreo y los cantos y consignas se estén repitiendo por las calles, en los 90, cuando fue escrito Cuéntalo, había muy poca gente que se atreviera a mostrar que no existe un comportamiento estandarizado sobre cómo debe comportarse una víctima.
Melinda, violada por un chico mayor que ella, se ve sumida en un terrible shock del que no es capaz de salir. Llama a la policía y debido al trauma que ha vivido se encuentra incapaz de dar la cara y presentarse como la víctima de la violación. Como consecuencia, todo el mundo en el instituto empieza a someterla a una clase de tortura y bullying donde la empujan, la persiguen y le hacen la vida absolutamente imposible.
Algo muy interesante de Cuéntalo es la forma con la que presenta a los bullies o acosadores. Si alguna vez has sido víctima del acoso escolar, seguro que recuerdas a una o dos personas en particular que te hicieron proactivamente la vida imposible cada día de tu vida, pero hay muchos más a tu alrededor que fomentaban ese comportamiento y de los que no recordarías ni su cara. En Cuéntalo esta situación queda perfectamente patente cuando no destaca en ningún momento, ni en una sola viñeta, las identidades de los que la insultan, la apartan y la empujan, haciendo que cualquier estudiante sea un potencial acosador y empujando a Mel a buscarse un refugio aislada de cualquier persona.
La situación que vive Mel en el instituto acaba volviéndose la pescadilla que muerde la cosa. Ella, como víctima violada, es marginada por todo el instituto que creen que llamó a la policía para gafar la fiesta. Por culpa de esto, Mel cae en una profunda depresión en la que, sumado al hecho de encontrarse completamente sola y de no obtener ni siquiera el apoyo o la comprensión de su mejor amiga desde niñas, hace que su autoestima caiga en picado.
Los síntomas de la depresión de Mel están muy claros y muy bien descritos desde el principio: autolesiones, estrés, ansiedad, dificultad para concentrarse, inapetencia y muchos otros que quedan manifiestos desde el primer día. Pero, lamentablemente, no hay ni una sola figura adulta a la que eso parezca importarle.
De una forma más que fascinante, Cuéntalo muestra a los adultos como figuras egoístas y muy limitadas, siempre en auténtica oposición a la mente libre de los adolescentes que se comportan como sus enemigos más que como apoyo. Además de las constantes peleas de la madre y el padre de Mel, tenemos por otro lado a un profesor autoritario y racista. El único adulto que parece apoyar y entender a los propios estudiantes es el profesor de arte que contínuamente ve su trabajo amenazado por el pensamiento predominante de los otros adultos.
Sobre la depresión y la incapacidad de confesar
Cuéntalo es uno de los testimonios más exactos y realistas que hemos tenido la suerte de analizar acerca del verdadero comportamiento de una adolescente deprimida. Y es que la depresión es una enfermedad que es fácil malinterpretar o incluso confundir con tener una mala actitud hacia la vida, ser extremadamente negativa o incluso con la tozudez adolescente de no querer comunicarte. A lo largo de las viñetas podemos ver cómo Mel se destroza los labios mordiéndoselos por la ansiedad, cómo descuida por completo su físico y su higiene y cómo vivir cada minuto se le hace tan duro y agotador que decide echarse la siesta cada tarde.
Es realmente habitual que las personas deprimidas duerman muchas más horas de las recomendadas y que siempre estén demasiado cansadas o agotadas para poder realizar actividades rutinarias.
Rápidamente sus padres y hasta Heather, su única amiga, culpan de las penurias de Mel a su mala actitud con la vida. Y es que otro de los síntomas de una persona deprimida es la incapacidad para sentir empatía y ponerse en el sitio de otra persona e incluso su imposibilidad para comprometerse a planes u obligaciones. Al no tener fuerzas ni autoestima, no se sienten motivadas por nada, por lo que cuando la entrenadora de baloncesto le ofrece una salida al ostracismo al que ha estado abocada Mel, esta no duda en huir y refugiarse en su cuartito.
El dibujo de Cuéntalo ¿a la altura del guion?
Dios bendito, y tanto que sí. Emily Carroll ha sabido perfectamente representar, no solo el espíritu de Mel y los problemas que la acosan sino también la vanalidad y superficialidad de Heather, la mente cerrada de los padres, incapaces de ponerse en el lado de su hija y el asfixiante instituto que, a pesar de tener grandes ventanas y espacios abiertos, es capaz de mostrárnoslos agobiantes y amenazadores.
Cuéntalo está en blanco y negro con tonos grises y un entramado que a veces mezcla imperceptibles texturas con el efecto acuarela y que terminan por rematar el efecto dramático de cada una de las escenas. Y es que la obra no se apura en contar lo que se propone contar. Se nota que Emily no ha contado con un número de páginas máximo para narrar la historia, ya que emplea cada viñeta con soltura y libertad, llenándola de onomatopeyas y elementos agobiantes para mostrarnos el interior de la cabeza de Mel en plena crisis de ansiedad, o vaciándolas de forma deliberada de manera que transmitan la soledad.
Los personajes se salen de los márgenes establecidos, las viñetas se tiñen de negro pero no ensucian la acción, sino que elevan el significado dramático de lo que se quiere contar y el dibujo de los escenarios y los personajes, aunque no esté detallado a la perfección, sirve perfectamente para diferenciar a Mel y al resto de los protagonistas de la escena.
Mi opinión sobre Cuéntalo
Cuéntalo debería ser una lectura obligatoria en la ESO. Recuerdo haber leído cartas sobre falsos asesinatos, novelas sobre jóvenes que salían de noche y una borrachera les destrozaba la vida. Pero nunca nada que enseñase los niveles de empatía necesarios para tratar con una persona que claramente está gritando que necesita ayuda.
Cuéntalo es maravillosa. Una obra maestra no solo a nivel guion, sino también en la configuración de las viñetas. La portada no le hace justicia a su interior y a la increíble forma con la que Emily Carroll y Laurie Halse Anderson consiguen conectar para realzar el contenido dramático de la obra.
Cuéntalo es necesaria. No solo es maravillosa, sino que también cumple la función social de darle visibilidad a la depresión y a la violación, a sus consecuencias y sus achaques, al hecho de que no se trata de un problema de actitud. A lo necesario que es contar los abusos sexuales.
Porque quizás, y solo quizás, esta novela gráfica llegue a las manos de alguien que necesite contarlo. Y quizás, solo por eso, le salve la vida a alguien.
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