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NOTA: 8.5

Contémplame de Sara Cate: novela spicy con voyeurismo, deseo prohibido y empoderamiento femenino

La Insomne
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La Insomne

Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Contémplame de Sara Cate: novela spicy con voyeurismo, deseo prohibido y empoderamiento femenino

Después de que Compláceme me dejara absolutamente extasiada (y con el corazón acelerado, seamos honestas), era inevitable que me lanzara de cabeza a Contémplame, la segunda entrega de la saga Salacious Players Club de Sara Cate. Y es que cuando una autora te deja con ese gustito de "necesito más" después del primer libro, no hay vuelta atrás.

La saga Salacious Players Club y su club de los Juegos Prohibidos se está convirtiendo en todo un fenómeno dentro del género spicy, y no es para menos. Y aunque esta entrega explota algunos tropos que personalmente no forman parte de mis fetiches habituales (la stepsister y el voyeurismo), lo cierto es que me ha enganchado la manera en la que la autora ma desgranando la personalidad de Garret y de Mia en esta novela hiper intensa y alternativa.

Spoiler alert: lo que encontré, no me decepcionó.

Contémplame, la novela voyeur de Sara Cate que te hará mirar dos veces

A pesar de ser uno de los fundadores del club Juegos Prohibidos, Garret se siente espectacularmente solo. Y es que lo que no le ha contado a nadie y que solo conoce su madre es que arrastra una depresión desde que era adolescente que lo hunde en la miseria cada poco tiempo.

TODO
TODO

Lo que no se esperaba en absoluto es que una noche cualquiera, después de tomarse un par de cervezas, acabara encontrándose a su hermanastra Mia en un canal de voyeurismo. . Solo que esta Mia ya no es la misma. La cámara la muestra segura, sensual, masturbándose sin vergüenza en un canal anónimo. Sin saber que es él quien la mira y quien habla con ella por chat privado.

Desde ese momento, Garret usa su anonimato para chatear con ella, y desde la privacidad de un canal cualquiera de mensajería, puede por fin abrirse a alguien y contarle sus mayores temores. Lo que Garret no sabe es que Mia lleva años enamorada de él. Que cada gesto, cada mirada, cada palabra en ese chat anónimo, ha sido una catarsis. Y que esta vez, ninguno de los dos está preparado para lo que significa saberse, al fin, vistos.

La complejidad de Garret y Mia: dos personajes rotos que aprenden a mirarse sin filtros

Una de las cosas que más me fascina de esta segunda parte es, de nuevo, la construcción de personajes. Sara Cate no idealiza a nadie. Garret es un hombre hecho pedazos, atrapado entre la imagen del empresario perfecto y la realidad de alguien que no puede con su propia cabeza. La depresión lo desdibuja, lo seca por dentro y lo aísla incluso en un entorno donde todo gira en torno al placer y la conexión. Es la representación perfecta de esa masculinidad frágil que no sabe cómo mostrarse vulnerable sin sentirse humillada.

Sara Cate juega con la desconstrucción del personaje a través del anonimato del chat, el cual se convierte en un espacio seguro, casi terapéutico, donde Garret puede ser él mismo sin miedo a ser juzgado. Detrás de un nombre de usuario y una pantalla, puede llorar, reírse, excitarse y hablar de su dolor. Puede abrirse sin el peso del “deber ser” masculino que lo ha acompañado toda su vida. Y ahí, en ese hueco de sombra digital, de forma paradójica teniendo en cuenta que está masturbándose al otro lado de una cámara, empieza la verdadera intimidad: la emocional.

Mia, por su parte, es un soplo de aire fresco. Tiene luz, humor y un cuerpo que no encaja con los cánones de belleza heteronormativos pero que se habita sin filtros. Me ha encantado cómo Sara Cate recupera esa naturalidad del deseo femenino que ya vimos en Compláceme, con protagonistas que tienen complejos reales, que se miran al espejo y no siempre se gustan, que se atreven a hablar de grasa localizada o de que tragar semen no es lo suyo (porque, sorpresa: en la vida real pasa).

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Nunca me he sentido más sexual ni más viva en toda mi vida. Casi todos los días dejo que los hombres me miren, pero cuando lo hace Garret es diferente, es como si estuviera destinado a mirarme así; es tan natural que me siento más extraña cuando no me mira que cuando lo hace. No es otra persona más, es como una extensión de mí.

Y lo mejor de todo es que Mia está enamorada de Garret desde el principio. Y es que es refrescante leer novelas spicy donde ellas son las que están enamoradas y vas viendo cómo todos sus miedos y aspiraciones se van desmontando cuando ellos van cayendo en sus redes.

TODO
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El voyeurismo, el deseo prohibido y los chats más calientes del club de los Juegos Prohibidos

No te voy a mentir y es que el voyeurismo nunca ha sido de mis fetiches. En un primer momento creía que Contémplame no me encantaría ya que no me llama especialmente eso de observar desde las sombras, ni me pone la idea de cámaras y exhibicionismo. Pero Contémplame ha conseguido algo que creía imposible: hacerlo excitante. Muy excitante. Hyperspicy nivel “me leo un capítulo más aunque llegue tarde al trabajo”.

Y es que hay algo absolutamente prohibido en toda esta historia —como ya ocurría en Compláceme con la relación jefe/secretaria y la dinámica de sumisión—, pero aquí se redobla la apuesta. Estamos hablando de un hombre mirando en secreto a su hermanastra mientras se masturba en directo, sin saber que es él quien le está escribiendo, quien le está guiando, quien le pide que se toque. Y ella… lo hace.

La dinámica que se genera entre ambos es bestial. Garret, que no es capaz de abrirse con nadie cara a cara, encuentra en ese anonimato una especie de súperpoder. El control lo libera. El deseo lo despierta. De repente, puede ser él quien lleva las riendas, quien seduce, quien observa. Y lo más interesante es que ese espacio —el del chat, la cámara, los comandos sexuales— es también el único lugar donde empieza a sanar. Donde puede sentirse visto sin mostrarse del todo.

TODO
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En los tres últimos días todo mi puto mundo se ha puesto patas arriba: mi hermanastra es una camgirl, de repente me siento atraído por ella y, para colmo, está enamorada de mí.

Y qué decir de los mensajes. Yo vivía por los fragmentos del chat. Hay algo increíblemente íntimo en leer esos mensajes sin filtros, con ese ritmo entre lo torpe y lo intensamente cargado de tensión sexual. Parecen predestinados. Ella se llama Gatita_Traviesa214. Él, Player428. El doble exacto de su número. Como si todo estuviera escrito de antemano para que se encontraran justo ahí, en ese rincón digital donde ella no sabe que él, Drake, es el hombre que duerme en el sofá del garaje de la casa de sus padres.

Una cam girl empoderada: el deseo femenino como arma narrativa

Lo que Contémplame hace con el personaje de Mia es, sinceramente, brillante. Porque sí, estamos en una novela hyperspicy. Hay escenas de sumisión, de exhibicionismo, de control sexual… Pero también hay algo muy poco común en este tipo de novelas: una protagonista femenina que tiene el control total de su cuerpo, su placer y su narrativa.

Mia no trabaja para nadie. Nadie le dicta lo que debe hacer. Es cam girl porque quiere, porque le gusta, porque ha descubierto una vía donde no solo se siente deseada, sino también libre. El placer no es algo que le ocurre a ella, es algo que ella provoca. No necesita validación externa, ni una estructura patriarcal que le diga cómo debe actuar. Está ahí porque lo ha elegido, porque se siente poderosa, porque el deseo ajeno no le quita nada, le suma.

Y eso es muy potente.

En una sociedad que aún arrastra los prejuicios sobre el trabajo sexual, sobre las mujeres que se muestran o se tocan en público, sobre lo que es “digno” o “femenino”, Mia rompe con todo eso. Se graba, se exhibe, se ríe, se excita. Pero siempre según sus reglas. Ella decide si contesta o no. Ella apaga la cámara cuando quiere. Ella cobra, bloquea, filtra. Es dueña absoluta del espacio y eso —honestamente— es de lo más excitante del libro.

Incluso cuando empieza a chatear con ese usuario misterioso (sin saber que es Garret), sigue marcando límites. Sigue siendo ella la que explora, la que lanza frases, la que se deja llevar… y también la que corta si algo no le gusta. No hay una sola escena donde no veamos que tiene el mando, aunque esté siendo dirigida. Y eso es una de las cosas que diferencia esta novela de otras dentro del spicy: el poder nunca es unilateral. Se negocia. Se comparte. Se construye con consentimiento, tensión y deseo mutuo.

TODO
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Y lo más interesante: todo esto sucede mientras Mia arrastra sus propios complejos, su relación difícil con su cuerpo, su inseguridad con Garret. No es una femme fatale inalcanzable, es una chica real, con grasa en las caderas y arcadas en las mamadas. Y aun así —o justo por eso—, es la dueña de todo el escenario.

Un segundo acto aún más explícito, tierno y deliciosamente incómodo

Contémplame es muchas cosas a la vez. Es una historia hyperspicy que juega con el exhibicionismo y lo ensalza sin pedir disculpas. Es una novela emocional sobre lo roto que estás cuando no sabes cómo pedir ayuda. Es un relato sobre pantallas, deseo y vulnerabilidad. Y, sobre todo, es una carta de amor al poder que tiene una mujer cuando decide ser el sujeto activo de su placer.

Sara Cate no solo sube la temperatura con escenas de voyeurismo, sumisión y control. También construye un espacio emocional cargado de silencios, secretos y cicatrices, donde el verdadero clímax no está en el orgasmo, sino en el momento en que los personajes se miran —por fin— sin filtros.

Me ha encantado que el anonimato no solo funcione como fetiche, sino como refugio. Que el sexo no se use como parche emocional, sino como vía de autoconocimiento. Y que una cam girl como Mia sea, sin matices, una mujer poderosa. Que hable de grasa localizada, de arcadas, de deseo real y de perdón.

Si Compláceme fue una entrada potente al universo Salacious, Contémplame lo reafirma como una saga que no solo te va a excitar, sino que lo hará tratando temas normalmente tabú en el género y dándoles un sentido profundo y completamente nuevo.

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