Un mundo gobernado por la magia. Un expedicionario espacial perdido en un planeta lejano. Un relato a dos voces en el que fantasía y ciencia ficción se unen de forma magistral para crear una historia épica.
Lynesse Cuarta Hija es una princesa rebelde menospreciada por su madre. Ahora el reino se ve amenazado por un terrible demonio que está sembrando el pánico y el horror allá por donde pasa. Su madre, la Regente, no da crédito a sus advertencias, pero ella está decidida a derrotar al monstruo. Para ello invocará el antiguo pacto con el Ancestro Nyrgoth, el gran hechicero que habita en la torre de la cima de la montaña.
Pero Nyr no es un hechicero, y tiene prohibido ayudar a las gentes del lugar. Además, sus conocimientos científicos le dicen que no puede tratarse de un demonio... Sin embargo, todo esto se viene abajo cuando una princesa guerrera llama a su puerta para pedirle ayuda, convencida de que su magia puede salvar su mundo.
El libro solo tiene un defecto: es muy corto. Tchaikovsky, al estilo de lo que comentaba N.K. Jemisin en el prólogo de su libro La ciudad que nació grandiosa (Nova), hace un brillante ejercicio de síntesis en la que podría ser perfectamente una novela de quinientas páginas sin aburrir. Quiero saber más de Esha, de Lynesse, del ladrón sin dedos y de la Regente severa. Quiero acompañar a Nyr en su desapego y la soledad y enfrentarme con ellos a mil batallas internas y externas.
No quiero que esto se acabe. ¿Por qué ha tenido que durar tan poco? ¿Cómo puede algo tan cortito generarme tantas emociones a la vez?