Las pasiones, envidias y dobles intenciones bullen en una casa en la que se puede cortar el aire con un cuchillo. Bernarda Alba es la matriarca de una familia que recientemente ha perdido al hombre de la casa, motivo por el cual las hijas del matrimonio se mantienen cerradas a cal y canto en la vivienda.
Este encierro desatará las peores pasiones de las jóvenes, pues la juventud no puede contenerse sin que se desborde de alguna forma.
La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, análisis
La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, análisis
Inocente en su tremenda risa morena como un árbol furioso. Ardiente en sus deseos, como un ser nacido para la libertad.
Vicente Aleixandre
Bernarda
[...] En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. [...]
Adela
Me sigue a todos lados. A veces se asoma a mi cuarto para ver si duermo. No me deja respirar. Y siempre: «¡Qué lástima de cara! ¡Qué lástima de cuerpo que no va a ser para nadie». ¡Y eso no! ¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!
Bernarda
Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para matarla.
Adela
¡No, no, para matarla no!
Martirio
Sí, y vamos a salir también nosotras.
Bernarda
Y que pague la que pisotea su decencia.
Bernarda
¿Hay que decir las cosas dos veces? ¡Echadlo para que se revuelque en los montones de paja! (Pausa, y como hablando con los gañanes.) Pues encerrad las potras en la cuadra, pero dejadlo libre, no sea que nos eche abajo las paredes.