Tomar refugio es un precioso cómic editado por Salamandra Graphic que nos introduce en las historias de amor de dos parejas en tiempos históricos muy diferentes. A través de un poético guion creado por Mathias Énard y de los dibujos en blanco y negro de Zeina Abirached nos sumergiremos en una historia sobre el amor como refugio y la necesidad de la tolerancia entre Oriente y Occidente.
Los diálogos fluyen en una doble lectura con la majestuosa disposición de las viñetas y los elementos de Abirached de forma que toda la obra se conciba, poco a poco, como un poema recitado en mitad de la noche o el sorbito de una canción que poco a poco empiezas a recordar.
Argumento de Tomar refugio
Tomar refugio es una novela gráfica que salta continuamente entre dos líneas temporales. Por un lado conoceremos a Annemarie Schwarzenbach y Ella Maillart: dos mujeres que acompañan a un grupo de arqueólogos a un antiguo santuario budista en pleno afganistán. En el presente, veremos cómo la vida de Karsten, un joven alemán que no encuentra esperanza en el mundo, conoce a una joven refugiada siria de la cual se enamora profundamente.
El nexo de unión entre ambas historias es un libro que Karsten toma prestado de una amiga y que narra precisamente el viaje que Annemarie y Ella realizaron en coche a lo largo del santuario y cómo, una vez allí, se declaran su amor.
La unión entre el pasado y el presente, entre Occidente y Oriente
Tomar refugio es un puente tendido hacia el diálogo entre Oriente y Occidente, haciendo especial hincapié en la herencia que recibimos del pasado. Y precisamente por ello, quién mejor para haber acometido este proyecto que Mathias Énard y Zeina Abirached. El dibujo corre a manos de la mujer libanesa, la cual lleva varios años viviendo en Francia. En sus trabajos anteriores (como El piano oriental), Zeina estudiaba la relación entre el pasado y el presente (algo que también ocurre en Tomar Refugio con la figura de Annemarie y Ella / Karsten y Neyla).
Al mismo tiempo, Mathias Ènard es especialista en historias que tratan de reconciliar Oriente con Occidente, como ya hizo en su obra Brújula con la que ganó el Premio Goncourt en 2015.
Ahora Tomar Refugio toma lo mejor de los dos autores en un tipo de dibujo que recuerda poderosamente a Persépolis de Marjane Satrapi, tendiendo una mano al amor difícil, a la soledad y a las necesidades de empatía y compresión entre Oriente y Occidente.
Por qué el título: Tomar refugio
Una de las líneas temporales que recorreremos con esta novela gráfica nos muestra los días que Annemarie Schwarzenbach y Ella Maillart pasaron en un antiguo santuario budista en Afganistán. Esta religión, concebida a menudo como filosofía de vida, acuña la expresión “tomar refugio” como parte del proceso de iluminación budista.
Para el budismo, el cambio nace en el interior de uno mismo, en la forma con la que uno contempla y reacciona ante los avatares de la vida, en su actitud. Bajo este principio, las personas que quieran encontrar la iluminación deben reflexionar sobre lo que su existencia aporta al mundo, descubrir hacia dónde vamos y concretar, de esta forma, un propósito vital.
Esto es especialmente relevante dentro de la obra ya que la mayor parte de los personajes se encuentran perdidos. Su existencia se limita a dejarse llevar por la marea de la vida. Algunos, como Karsten, carecen de la autoestima necesaria o de un simple propósito para salir adelante. Otros, como la propia Neyla están atrapados por los recuerdos de la guerra.
De la misma forma, la novela gráfica juega con el doble sentido de la palabra “refugio”. Neyla es una refugiada siria que no encuentra, al igual que muchas personas con su pasado en común, un auténtico hogar en Alemania. La ciudad se presenta fría y estéril también para Karsten, el cual se rodea de personas cínicas y crueles incapaces de conectar con él en un plano emocional. Por otro lado, en la línea temporal del pasado, las dos mujeres viven un romance secreto y apasionado sin que nadie pueda descubrir su “pecado”.
De esta manera, el amor se convierte en un refugio para los desamparados personajes de la novela gráfica, los cuales encontrarán en los brazos de otros la salvación a su perdición.
Los inmigrantes son personas: historia del racismo y de la tolerancia
La obra hace un recorrido potente y descarnado sobre la realidad de los refugiados sirios en Alemania, retratando los defectos de la sociedad burguesa occidental a través de las amistades del propio Karsten. De esta forma, es capaz de resumir varios temas de especial trascendencia para los inmigrantes alrededor de una perpetua sensación de soledad.
De esta forma, los refugiados sirios quedan perfectamente retratados tanto con sus bondades como sus desafíos a la hora de adaptarse en un país increíblemente diferente al suyo. Neyla, profesora de metereología, no puede ejercer su antigua profesión y se esfuerza en aprender un idioma muy diferente sin tener prácticamente ayuda o apoyo por parte de nadie. Cuando se encuentra con otras mujeres en su situación, estas le dicen que han tirado la toalla y no quieren integrarse en la sociedad alemana, por lo que se aíslan en barrios donde solo están los suyos. Neyla, que cree en la tolerancia y la empatía, es la perfecta personalización del mensaje que quieren transmitir los lectores sobre la importancia de no diferenciar entre “ellos” y “nosotros” (ya sean ellos los alemanes o los propios refugiados sirios) y la necesidad de tender puentes a la comunicación entre Oriente (representado por la propia Neyla) y Occidente (Karsten).
— Berlín es demasiado fría para mí… Aquí todo es frío. Los edificios. La gente… Eso si no te atropellan con la bici. ¡Y encima te gritan! Ah. ¡Odio a los ciclistas!.
— Sí, está claro que no siempre son amables. Sobre todo cuando van en bici. Pero también hay gente encantadora. Los de la asociación del barrio, por ejemplo. Hay uno…
Elke, la mejor amiga de Karsten, también representa la codicia y la intolerancia en las clases burguesas de la Europa acomodada. A pesar de no estar enamorada de Karsten, lo seduce (una de las viñetas muestra descaradamente a Elke inclinándose para que Karsten le vea el escote) y desprecia enormemente a Neyla, realizando chistes a su costa y bromeando sobre su situación en el país. No solamente es cruel Elke cuando deshumaniza a Neyla refiriéndose a ella como “la siria” y evitando asimilar cualquier rasgo de ella que la aproxime a una persona, sino también el resto de amigos de Karsten que son cómplices de esta crueldad al reírse de los chistes y no parar a Elke. El propio protagonista a menudo acaba representando la parte más apocada de la sociedad en la que, por miedo a quedarnos solos, toleramos todo tipo de violencia a nuestro alrededor.
Una de las partes más interesantes de la obra es cuando Karsten se enfrenta a las opiniones de sus amigos sobre Neyla, los cuales sin conocerla hacen continuas bromas sobre su estancia y reflejan a la perfección el complejo del “blanco salvador”.
— ¡Es demasiado discreto! ¡Queremos saber! ¿Cómo se llama? ¿Es una refugiada? ¿La has salvado?
— Karsten le enseña alemán. Ya sabéis a qué me refiero…
Y sin embargo, el juego con los dos tiempos cobra sentido con la relectura de la obra ya que conforme va avanzando la relación entre Karsten y Neyla, también lo hace la de Annemarie y Ella. El mensaje subyacente es sin duda poco optimista: uno podría pensar que una relación lésbica en el Afganistán de 1939 es más difícil de llevar que el amor heterosexual entre una mujer siria y un alemán, pero la obra te deja claro que no es así. Por mucho que los individuos busquen el amor y la tolerancia, el ser humano como colectivo tiende a destruirse a sí mismo tal y como ocurre en el yacimiento de los budas de Bamiyán del cual no queda ya nada (destruido por los talibanes) o la guerra actual en Siria.
Patria y sentimiento de pertenencia
El final de la obra realiza una profunda reflexión acerca del sentimiento de pertenencia. Karsten y Neyla son ambos outcasters: no encajan en las sociedades o grupos en los que deberían de sentirse amados o queridos. Karsten carece de la banalidad con la que sus amigos tratan temas trascendentales mientras que Neyla se niega a aislarse como el resto de las mujeres de su comunidad. No son parte del grupo y nunca lo han sido.
Pero Neyla tiene un fuerte sentimiento de pertenencia. Al igual que otros refugiados sirios, sabe que su país ha sido destruído y que es muy probable que nunca pueda volver, pero a pesar de ello no puede evitar sentirse culpable por abandonar a su familia, su patria y su hogar en pos de un país o una relación en la que quizás se pierda a sí misma.
Esta novela gráfica es un recordatorio de cómo los seres humanos estamos destinados a destruirnos. Pero en medio de ese caos, el cielo sigue siendo testigo del amor en el que podremos refugiarnos.
Mi opinión sobre Tomar refugio
Tomar refugio, al igual que muchas novelas gráficas por el estilo, requiere de varias lecturas para poder comprender todo el trasfondo que los autores han querido plasmar. Y no creo que ni siquiera de esa forma seas capaz de captar todos los matices que esconde.
La primera lectura es una forma dulce y leve de introducirte en la escena poética que desarrollan las dos líneas temporales. Comprendes que hay belleza escondida en el reparto de las viñetas y en la difícil tarea de comunicación entre Karsten y Neyla. El resto van complementando ingredientes a este souflé de emociones que simboliza la lectura de la obra.
Y es que Tomar refugio es una obra elevada, no al gusto de todo el mundo, que a veces tarda en arrancar y en definir a los personajes principales. El estilo de dibujo hace que a menudo te confundas en la línea temporal del pasado, ya que el matrimonio con el que Annemarie y Ella pasan el día no tienen demasiada relevancia (aunque en la historia real en la que está basada la obra sí que existieran) de manera que acabas confundiéndote a las tres mujeres.
Pero poco a poco vas avanzando, vas leyendo y disfrutando de los momentos sumamente especiales que Karsten y Neyla comparten juntos hasta llegar al final. Y entonces te quedas con una sensación de completa añoranza. Añoranza por el amor que no pudo ser, por la siria destruida y por ese santuario de Bamiyán del que ya no queda nada.
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