Tomar refugio se desarrolla en dos líneas temporales y geográficas: en el Afganistán de 1939, la escritora Annemarie Schwarzenbach vive un idilio con una paleontóloga mientras en Europa estalla la Segunda Guerra Mundial; en el Berlín de 2016, un joven alemán colabora en la creación de un campo de refugiados y se enamora de una mujer siria casada, amor que es correspondido, aunque las diferencias culturales parecen separarlos.
Dos historias de amor atípicas que resuenan entre sí a pesar de la distancia: tiempos atribulados, seres humanos que al tratar de vencer aquello que los diferencia se enfrentan a la oposición de la sociedad.
Y es que Tomar refugio es una obra elevada, no al gusto de todo el mundo, que a veces tarda en arrancar y en definir a los personajes principales. El estilo de dibujo hace que a menudo te confundas en la línea temporal del pasado, ya que el matrimonio con el que Annemarie y Ella pasan el día no tienen demasiada relevancia (aunque en la historia real en la que está basada la obra sí que existieran) de manera que acabas confundiéndote a las tres mujeres.
Pero poco a poco vas avanzando, vas leyendo y disfrutando de los momentos sumamente especiales que Karsten y Neyla comparten juntos hasta llegar al final. Y entonces te quedas con una sensación de completa añoranza. Añoranza por el amor que no pudo ser, por la siria destruida y por ese santuario de Bamiyán del que ya no queda nada.