Siempre que nos imaginamos la llegada de los extraterrestres a la tierra se repite la misma escena: el imaginario colectivo se centra alrededor de enormes discos volantes donde civilizaciones avanzadas llegan al planeta Tierra con la intención de destruirnos o estudiarnos. Sea como sea, el enfoque dentro del género ha orbitado siempre en una visión muy antropocéntrica del tema, donde el hombre es el punto central de la historia y el foco de interés para los aliens.
Pero ¿y si fueran más parecidos a nosotros de lo que nos imaginamos? En Stalker, los hermanos Strugatski se plantean la primera venida desde un punto de vista increíblemente humilde y al mismo tiempo muy humano. Ya que… ¿qué pasaría si un grupo de personas pasaran un tiempo en cinco puntos aleatorios del planeta? ¿Qué dejarían tras su marcha? La respuesta es obvia: basura. Toneladas de basura.
Desde un punto de vista evolutivo, es simplemente lógico que, lo que para una civilización avanzada son restos y desechos, para un grupo de monos mal vestidos como somos los humanos, sean artefactos de un valor incalculable, peligrosos y valiosos.
Al fin y al cabo, se ha visto esta situación a lo largo de la historia de la humanidad en decenas de ocasiones.
Así, muy probablemente lo que para nosotros sería equiparable a una lata de refresco abandonado, se convierta en un vacío relleno y otros artefactos extraños que los hombres codician, controlan y estudian.
Esta es la historia de un grupo de hombres desesperados por robar o comprender la basura alienígena que otros dejaron.
Argumento de Stalker
Tras la primera Visitación, el ser humano trata de seguir adelante a pesar de tener la absoluta certeza de no estar solo en el universo. Mientras los científicos delimitan las zonas de aterrizaje en la que los extraterrestres han dejado una gran cantidad de peligrosos objetos, un grupo de hombres conocidos como Stalker hacen de la rapiña y el robo de estos ítems todo un arte. Ese es el caso de Red Schuhart, el cual, tras volver de la Zona en una visita con su compañero Kiril, verá cómo su mundo se desmigaja conforme va asumiendo lo que la Zona le hace a cualquiera que se adentra en su interior.
Sobre la edición de Gigamesh y la importancia de la historia
Es posible que hayas llegado a esta novela porque la pequeña y cuquísima edición de Ediciones Gigamesh te haya convencido. O quizás es simplemente porque eres un auténtico fan de la ciencia ficción. Sea como sea, deberías saber que Stalker es una novela independiente, aunque anteriormente se haya publicado con otras obras cortas de los hermanos Strugatski.
La historia original se publicó en 1977, en plena efervescencia de la Guerra Fría (1947-1991) y fue escrita por un par de hermanos que vivían en San Petersburgo en un momento en el que incluso insinuar que el régimen comunista no era perfecto podía costarte la vida tanto a ti como a toda tu familia. En el prólogo de la edición de Gigamesh realizado por Úrsula K. Leguin esta misma explica que los hermanos Strugatski fueron capaces de pasar ante el ojo de los censores y de la crítica precisamente porque la ciencia ficción estaba considerada como un género menor de batallitas y disparos y fueron incapaces de profundizar en la narrativa de estos brillantes genios. Al mismo tiempo, la pequeña y trabajada edición de Gigamesh recoge en el epílogo un pequeño capítulo con declaraciones de los hermanos Strugatski sobre la odisea que supuso la publicación de la obra. Es en estas páginas cuando descubrimos que la edición de Stalker que tenemos en nuestras manos es la original: la que no ha sido alterada por el partido, las presiones editoriales ni otros factores externos a la imaginación de los autores.
El librito pertenece a la colección Gigamesh Breve, encuadernada en tapa dura roja que le confiere un peso que aumenta su valor en las manos de un potencial comprador / lector. Es todo un acierto teniendo en cuenta la extensión de la obra además que hayan optado por un formato más pequeño para motivar a los compradores “al peso” a hacerse con el libro.
Una obra sin introducción ni glosario de términos
La obra no se molesta en introducirnos los conceptos básicos o las reglas que han construido los autores alrededor de este mundo. Es más, de alguna forma parte de su encanto radica precisamente en la falta una terminología y de unas bases científicas para todo lo que postula.
La Visitación representa un segundo Renacimiento para los seres humanos que se enfrentan continuamente a objetos y a situaciones para las que la ciencia no tiene prácticamente ninguna explicación. A la falta de medios se suma la despreocupación por la aparente comunidad científica en Stalker para generar una perpetua sensación de caos y confusión que reduce al ser humano al ente microscópico e ignorante que realmente es.
Así, el libro divide la exposición de las consecuencias de la Visitación desde dos perspectivas: la científica a través del personaje de Kiril y más adelante de Richard Noonan; y la del hombre de a pie que intenta ganarse la vida con el robo de objetos de la Zona (los consabidos stalker). Es fácil por tanto que el lector se plantee cuáles son las reglas del universo creado por los Strugatski o por qué, por ejemplo, todo el mundo teme entrar en la Zona pero no manipular objetos extraídos de la misma. Algo similar ocurre con los aparentes maleficios que viven todos los que están relacionados de alguna forma con la Visitación o la Zona, ya sea a través de malformaciones, hijos deformes o incluso una locura contagiosa y enfermiza que pasa de stalker a stalker.
Pero lo cierto es que no hay ninguna regla. La ignorancia de los humanos en esta situación y su sensación de completa indefensión queda todavía más reforzada al darnos cuenta de que avanzamos en una lectura muy corta (trescientas cincuenta páginas con una maquetación generosa) sin comprender la magnitud del cambio que supone para la humanidad el hecho de que los alienígenas hayan dejado su basura detrás de ellos. En ese sentido resulta especialmente ilustrativa la forma con la que reacciona la gente normal y corriente, que bautizan los ítems o peligros encontrados en la Zona con expresiones muy poéticas (gelatina de bruja, bola de oro, lágrimas negras…) en contraposición con los nombres que les dan los científicos (vacíos, asínes…). Este tipo de diferencias son una de las muchas formas con las que los hermanos Strugatski marcan la diferencia entre las clases populares y los más privilegiados, o entre los que tienen acceso a la educación y los que no.
Ahora soy yo quien decide. Yo, Redrick Schuhardt, en plena posesión de mis facultades mentales, voy a decidirlo todo y por todos. Y todos vosotros, buitres, perros, visitantes, huesudos, quarterbloods, parásitos, billetes, roncos, señoritos, encorbatados, uniformados, todos esos tipos con maletines, con discursos, con buenas obras, con empleos que ofrecer, con pilas eternas, con móviles perpetuos, con claros de mosquitos, con promesas de felicidad, basta ya de hacerme bailar a vuestro son [...]
De esta forma la obra introduce continuamente ideas y conceptos que no explota, desarrolla, aclara ni trabaja demasiado, como la vuelta al mundo de los muertos, las maldiciones de los que vivieron la Visitación o el uso de los asín como baterías eternas.
Radiación, gelatina de bruja y un miedo que huele a campos de Chernobyl
Stalker es fascinante, intrigante e intranquilizadora. Tiene la virtud de hacerte sentir que caminas por el interior de una mansión del horror esperando el momento en el que alguien te dé el susto de tu vida. Desde la reacción de los personajes a la Zona como la magnífica forma con la que Red describe la primera incursión para robar un vacío lleno, genera una atmósfera que es inevitable que no te recuerde al paisaje lleno de vida y al mismo tiempo profundamente peligroso de Chernobyl.
Las descripciones de las casas en perfecto estado, los carritos de bebés abandonados en las puertas y la extraña sensación de normalidad que se vive en un escenario completamente privado de vida humana y animal son muy similares a las actuales fotografías que se han podido extraer de los alrededores de Chernobyl. Y sin embargo, es imposible que esta catástrofe haya servido a los hermanos Strugatski como inspiración, ya que la novela se publicó originalmente en 1977 y la explosión de Chernobyl se dio en 1986. Es posible que, de alguna forma, los autores se inspirasen quizás en una desconocida catástrofe nuclear conocida como El desastre de Kyshtym (1957) ya que gran parte de las precauciones y peligros que Red describe al comienzo de la obra coinciden directamente con los efectos de una zona altamente radioactiva (la protección de los trajes, el truco de las tuercas desviadas por campos electromagnéticos, el hecho de que evitan tocar cualquier cosa, las pelusas que se comen cualquier materia que toca, las malformaciones sobre las personas embarazadas…).
(Fotografía cedida por Tosky)
Sea como sea, la Zona se ha convertido no solamente en un lugar remoto, maldito y contenido por un organismo del estado, sino en un campo de batalla. Esto queda perfectamente patente en la forma con la que Red y el resto de stalkers se mueven alrededor de este terreno. En ese sentido, los hermanos Strugatski son capaces de recrear perfectamente el miedo y la superstición que surgen alrededor de fenómenos desconocidos e incomprensibles para la mente de los hombres. De una forma similar a cómo los soldados antes de entrar en combate se hacían con amuletos, replicaban gestos o rezaban, los stalker se dan a sus propias y obsesivas supersticiones que creen que acabarán salvándoles.
Con toda tranquilidad me bajo la cremallera del mono, saco la petaca, echo un buen trago, enrosco el tapón y vuelvo a guardármela. No puedo entrar sin eso. Mira que he ido veces a la Zona, y sin eso no puedo.
Personajes muy rusos, muy humanos y muy creíbles
Los personajes en Stalker son sin duda uno de sus grandes atractivos. Y es que, a diferencia de la literatura de género rusa de la época, Stalker tiene la virtud de colocar el foco de atención como si de una cámara en plano secuencia se tratara, sobre el hombro de los personajes. De esta forma, tal y como comentamos antes, retrata las consecuencias de la Visita de los alienígenas desde dos ópticas: la científica y la popular.
Es la popular la más interesante de todas. Encarnada en el fascinante, violento, alcohólico y extrañamente entrañable personaje de Red Schuhart, Stalker nos muestra un mundo de pobreza y de la burda desesperación donde el ser humano aparece obsesionado con destruirse a sí mismo. De esta forma, los stalker, una vez que han caído en la tentación de entrar en la Zona y sobreviven para contarlo, deben enfrentarse a las terribles consecuencias psicológicas de haber estado rodeado de tal caos y horror, y beben para sobrellevar los días. Pero esta misma dependencia al alcohol es lo que los arrastra de vuelta a la Zona, de manera que acaban volviéndose codependientes.
Red, a pesar de su mala leche y su rabia, es un personaje destrozado que contempla las desgracias y adversidades que le suceden con una estoica resignación, sin lamentarse por su suerte al más puro estilo de los personajes de Dostoyevski. Su lenguaje, bruto y duro que me recordó poderosamente al de los personajes de Emilio Bueso y que metió en problemas a los hermanos Strugatski, es un magnífico retrato de lo que buscaban transmitir los autores sobre la sociedad pobre de la época.
Una crítica velada al gobierno comunista y un planteamiento nuevo de la visita de los aliens
Stalker está considerada como una de las obras de referencia dentro de la ciencia ficción. Y no es de extrañar, ya que plantea cuestiones realmente fascinantes alrededor del suceso de la visita de los alienígenas en la tierra. A través de la conversación de Richard Noonan con Valentine en el Borcht, comprenderemos hasta qué punto los hermanos Strugatski eran capaces de anticiparse a la problemática humana, física y filosófica de haber sido testigos de la presencia de alienígenas.
Foto cedida por Tosky
Al fin y al cabo, si lo único que tenemos son los restos de un montón de objetos de aliens, las hipótesis pueden ramificarse hasta tal punto que nos encontremos con el paradigma del gato de Schrödinger: los aliens pueden haberse marchado, estar con nosotros o haberse quedado de forma simultánea sin que sepamos cuál de las opciones es la correcta. Todo esto, evidentemente, se aplica también a las hipótesis de propósito de su viaje, de la función de sus objetos y hasta de la concepción misma de la basura que han dejado.
Los llamados xenólogos serios intentan ofrecer variantes más sólidas y más complacientes con el amor propio de la humanidad. Por ejemplo, que no existió la Visitación, que todavía está por llegar. Una inteligencia superior lanzó a la Tierra contenedores de objetos a la espera de los estudiemos, demos un salto tecnológico y encontremos la manera de enviarles una señal de respuesta, lo cual significa que estamos realmente preparados para el contacto. [...] O esta: la Visitación tuvo lugar, en efecto, pero todavía no ha terminado.
Todas estas dudas razonables se exponen con calma en la segunda parte del libro en una conversación entre dos científicos que en nada tienen que ver con el mundo de Red narrado anteriormente. Al fin y al cabo, Valentine plantea continuamente el peligro que tiene una visión antropocéntrica a la hora de estudiar temas alienígenas ya que, tal y como postulaba Santo Tomás de Aquino sobre el entendimiento de la obra de Dios, es muy posible que nuestra inteligencia ni siquiera sea capaz de acercarse a comprender a los aliens.
—De acuerdo, se lo diré. Pero debo advertirle que su pregunta cae en el campo de la pseudociencia llamada xenología. La xenología es un híbrido artificial entre la ciencia ficción y la lógica formal. Su metodología se basa en la aceptación de una falacia: la asunción de que la psicología humana puede aplicarse a una ciencia extraterrestre.
Al mismo tiempo, la obra esconde continuamente una crítica al gobierno comunista: un gobierno incapaz de entender a sus ciudadanos, que le pone puertas al campo y fusila a aquellos que intentan cruzarlo, que imponen directrices de vida a sus ciudadanos y que, como en la obra de Stalker, fallan al comprenderlos y alimentarlos. Así, Red, con sus continuas quejas, representa a un hombre enfurecido que, como muchos otros, solo quiere sobrevivir y quedarse en paz y que es arrastrado una y otra vez a un sistema corrupto hecho para destruirle.
En fin, que he estado ajetreado. A veces me pregunto: ¿por qué demonios trabajamos tanto? ¿Para ganar dinero? Pero ¿para qué queremos el dinero, si todo lo que hacemos es trabajar?
Mi opinión de Stalker
Stalker es una obra que deja poso. Después de leerla con la banda sonora de Metro 2033 de fondo para acompañar, me sentí de alguna forma inclinada sobre un inmenso precipicio que representaba la pequeñez del hombre frente a un universo lleno de misterios. Pero he de confesar que su lectura se me hizo por momentos pesada y hasta aburrida.
El personaje de Red me fascinaba hasta un punto casi enfermizo y detrás de sus improperios y sus continuas amenazas, yo me asomaba sobre el borde del librito esperando verle cometer las atrocidades de las que siempre hablaba. Sin embargo, como mencionó Tosky una vez, la obra a menudo cae en una atmósfera de “beber y conversar” en un bar, mientras todos los fascinantes conceptos y el setting que te habían presentado en un primer momento se quedan como algo anecdótico que los hermanos Strugatski no llegan a desarrollar jamás.
Red es fascinante, la Zona es intrigante y la sociedad planteada por los hermanos Strugatski no puede ser más interesante, pero la obra se pierde a menudo con escenas que no parecen aportar nada (las visitas a la casa del Buitre), conversaciones entre personajes y un espacio muy limitado para poder desarrollar realmente la novela que me gustaría haber leído.
Sin embargo no podemos dejar de valorar una novela que cambió el curso del género, influyó en varios campos artísticos y hasta introdujo el término stalker en el diccionario inglés. Es necesario leer esta obra para comprender todo el panorama de la ciencia ficción alienígena. O, lo que es lo mismo,Stalker forma parte del fondo de armario que debe tener cualquier aficionado a la literatura de ciencia ficción. Sea como sea, es una obra que merece la pena visitar.
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