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NOTA: 7

Reseña de hasta el último segundo: la historia de lo que hay después de la muerte

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Argumento

Jack no ha tenido una vida fácil. Su padre era un borracho, apenas llegan a fin de mes y para colmo, han perdido la casa. Sin embargo todo parece que va a irle mejor cuando una noche, en la feria, se atreve a hablarle por fin a Stella, la chica de la que lleva enamorado toda su vida.

Por primera vez, ese día las cosas parecen funcionar. Por primera vez, Jack cree que podría ser feliz. Hasta que un coche lo saca fuera de la camioneta. Cuando se despierta, ha pasado un año por completo y Jack, está muerto.

En el otro lado tendrá que aprender las reglas que se aplican tanto a los muertos como a los vivos mientras una terrible duda le impide descansar: ¿cómo había muerto? Y sobre todo…. ¿por qué no recuerda qué es lo que pasó?

Análisis

Hasta el último segundo es la novela de un escritor nobel que, como tal, comete ciertos errores al principio que denotan la falta de un editor. Y sin embargo, cuenta con una curva de crecimiento e interés realmente potente, desvelándonos uno tras otro giros argumentales inesperados que acaban enganchándonos, impidiéndonos soltar el libro.

En Amazon, la obra se vende como una historia de amor más allá de la vida, aunque nosotros nos hemos tomado la libertad de categorizarla como ficción. El amor es una parte importante de los sentimientos de Jack en esta historia, pero no es el principal ni el grueso de la novela gira en torno a una relación romántica. Para nosotras, Hasta el útimo segundo no es una novela romántica, y si cae en manos de un lector que va buscando el libro al uso de romance, puede que no le encaje.

La novela cuenta con una visión de la muerte especialmente interesante, en el que el concepto de la Segunda Vida, está completamente presente. A través de una increíble reconstrucción de un pueblo fictio, Manuel Ostos nos transporta a través de los miedos y las limitaciones de los muertos, que no pueden desapegarse de los vivos, y de los vivos, incapaces de olvidar a los muertos.

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Me había convertido en un chico solitario y carente de amistades sólidas, pero con cientos de inquietudes que me auguraban una vida llena de metas a las que llegar. Açun así, también llegaron a mí los primeros amores (o mejor dicho, mi único amor).Stella Princeton fue, desde que era un crío, como un oasis en medio de mi soledad interior, aunque solo fuera un sentimiento silencioso que se había instalado en mi cabeza, más que una realidad. 

Paint Bridge se transforma ante nuestros ojos en un purgatorio, donde un joven aparentemente sin ninguna falta realmente destacable (no ha robado, asesinado o causado el mal a nadie) se ve empujado a sufrir continuamente sin una razón aparente, perseguido por una sombra que trata de confundirnos. Sin embargo, en el fondo, es el propio Manuel el que está jugando con nosotros, engañándonos página tras página y haciendo que empaticemos con Jack, una pobre víctima que, como nosotros, no entiende lo que sucede.

La obra tiene un fuerte olor cinematográfico. Manuel Ostos destacada describiendo los escenarios y ambientes de una forma tan realista que consigue transportarnos a ellos. Al mismo tiempo, su forma de narrar las situaciones, los personajes y los momentos de tensión, son plásticos y muy cuidados, haciendo que en todo momento podamos transportarnos a Paint Bridge y sentir la tensión de cada una de las tramas.

Nosotros hemos tenido la oportunidad de leer Hasta el último segundo en versión digital por lo que no podemos hablar de la edición en tapa blanda que tenéis disponible desde la trabajada y cuidadísima página de Amazon.

En ciertos puntos de la novela se le nota su falta de experiencia como escritor en la forma de construir las frases o en un par de faltas de ortografía. Nos hemos encontrado algún sólo acentuado de forma incorrecta o algún detalle que en nada desluce la novela, la cual, desde el primer instante, te transmite una sensación de opresión en el pecho muy bien conseguida.

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Cada paso que damos en nuestra vida nos acerca hasta un momento en el que debemos tomar la decisión que podría cambiar toda nuestra existencia. A veces no nos damos cuenta de que, cuando tomamos esa decisión, nos precipitamos y lo echamos todo a perder. Nos percatamos de todo cuando ya es tarde, y nos arrepentimos de no haber tomado otro camino mejor en el último segundo. 

Esto no desluce el resultado final de una obra que, para un escritor nobel, está muy bien conseguida y cuyo interés va en completo in crescendo.

Nuestra opinión.

En un primer momento cuando empiezas a leer Hasta el último segundo, la narración te chirría. No sabes muy bien por qué, pero hay algo en la forma de expresarse de los personajes que no es del todo creíble. Esto es normal en las obras de cualquier escritor nobel que no ha pasado por las manos de un editor: les cuesta arrancar, hacer que saltes al interior de su universo de forma fácil y te quedes pegada en las páginas.

Pero al final, lo consigue. Vaya si lo consigue.

A pesar de la inexperiencia de Manuel publicando, Hasta el último segundo acaba teniendo una atmósfera realmente atrapante. Empiezas a leer sin esperar ninguna sorpresa y sin embargo, a la vuelta de cada página, los sucesos en vida y muerte de Jack acaban haciendo que te preguntes qué más puede ocurrir. Tiene momentos muy duros y potentes, dignos de cualquier gran novela de ficción contemporánea, que me pusieron los pelos de punta. Y estas escenas guardan una plasticidad realmente interesante: Victoria salta de la azotea y yo estoy a su lado. Puedo verla, con la cara hinchada de llorar, el policía a su izquierda, la situación tan realista que hasta corta el aire antes de saltar. Y la escena me recuerda a Serial Experiments Lain y me pregunto, si no sabía ya Victoria lo que le esperaba al otro lado, antes de realizar el salto.

La virtud de una buena novela es hacer que pienses en ella incluso cuando no la tienes delante. Y en ese sentido, el autor es capaz de hacer que continuamente le demos vueltas y más vueltas al asunto de la muerte y que nos hagamos las mismas preguntas que tiene Jack en el interior de la novela:

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¿Qué es ese lugar? ¿Quién es la sombra? ¿Por qué hay tan pocos fantasma? ¿Por qué está tan solo? Y sobre todo ¿quién le mató?

Esta última pregunta de cómo murió no es más que una excusa, que como lectora ni siquiera me importaba del todo, y que me servía para caminar por Paint Bridge y ver a los personajes oscilar a mi alrededor. Unos personajes variopintos, esperpénticos como poco y muy, muy bien caracterizados.

Una de las cualidades de Hasta el último segundo es la capacidad del autor, Manuel Ostos, para describirnos los diferentes paisajes y escenarios en los que sucede la historia. El libro, desde el principio hasta el final, recuerda a una gran producción de Hollywood que, con una buena dirección de fotografía y un casting acertado, podría convertirse en un éxito de ventas. Es cierto que la inexperiencia de Manuel como autor se nota en la construcción de algunas frases o en algún diálogo, pero es en lo acertado de la elección de los personajes y de los ambientes donde realmente reluce el talento de este escritor. Sus faltas no son nada que un buen editor no pudiera pulir el día de mañana.

Sin embargo, como ya comenté antes, el libro cuenta con pequeños problemas propios de la experiencia o de la falta de un editor presente. Los diálogos, a veces, se ven artificiales y no transmiten una conversación entre dos personas reales. Esto ocurre sobre todo al comienzo de la novela, donde flaquea más Manuel Ostos. El principio también cuenta con momentos de tensión que no están conseguidos, mientras que en otros, como el salto de Victoria de la azotea, están magistralmente llevados y llegan a despistarnos sobre cuál será el desenlace, lo cual es muy positivo.

No se puede valorar ni hacer una crítica de esta novela sin leerla hasta el final. Y es que aproximadamente cuando llevas el 60 o 70% leídos (una medida precisa gracias a mi Kindle que me iba informando de mi avance), es cuando comienza la acción. Los personajes desaparecen, las verdades se difuminan y te encuentras, de la mano de Jack, observando a tu alrededor confuso y sin dejar de preguntar “¿QUÉ?” a cada segundo.

Por tanto se me abre una gran duda a la hora de valorar esta novela. Está claro que el libro es obra de un nobel que se habría beneficiado enormemente del trabajo de un editor y que flaquea al comienzo. Pero por otra parte, Manuel Ostos tiene algo que aportar. Tiene un don del que carecen muchos escritores y es la capacidad para generar atmósferas y espacios que realmente te atrapen. Ha escrito una obra que me ha enganchado, me ha tenido al borde del kindle, leyéndolo a todas horas y me ha sorprendido en más de una ocasión.

Por eso, he decidido ponerle un 7, mucho más de lo que normalmente le otorgo a una novela con los errores que os he comentado. Pero sin duda, se lo merece. Es difícil sorprenderme. Y está claro que, por mi parte, debería seguir escribiendo porque querré leer más cosas de él.

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