Análisis de Eroguro
Tal y como muy bien define, no todo lo pornográfico o grotesco es Eroguro ni todo el Eroguro es pornografía. Eroguro realiza un profuso análisis del fenómeno de lo erótico y grotesco japonés a través de las diferentes manifestaciones pictóricas, artísticas, cinematográficas, literarias y otros géneros en los cuales la profusión de este tipo de arte se hizo más frecuente.
Escrito por cinco autores diferentes, el libro se trata de una de las poquísimas obras de ensayo que se le han dedicado en España al tema del ero-gro-nansensu. Cuenta con cinco autores completamente diferentes que le aportan su propia visión al conjunto de la obra y que la complementan con estilos de redacción y referencias completamente diferentes. Al mismo tiempo, el comienzo de la obra ya nos regala diferentes ilustraciones de colaboradores como Suki, Albert McTorre, Félix Ruiz, Sandra Uve, Shintaro Kago o Miguel Ángel Martín con su interpretación propia sobre diferentes estilo de eroguro tradicional.
Es un libro con una edición exquisita en tapa blanda e ilustraciones, fotografías y complementos intercalados en un grueso papel satinado que acompañan perfectamente al texto. Además, incluye un ejemplos de literatura eroguro de sus máximos exponentes como Junichiro Tanizaki y dos de Edogawa Rampo y Unno Juzo que han sido traducidos por primera vez en español para este ejemplar.
La obra comienza con un prólogo y varios capítulos de Jesús Palacios en los que describe profusamente la razón de la aparición de un género como el eroguro, su necesidad social a nivel internacional, la etimología del nombre o incluso el contexto en el que nació y se llevó a cabo, regalándonos unas reflexiones que a menudo harán que te detengas y las releas.
El eroguro sigue ejerciendo de necesario contrapeso a una corrección política que no es tan solo, desde luego, japonesa, sino internacional y global, que trata de imponer a la fuerza una beatífica visión buenista del ser humano, supuestamente progresista, cuyas hipócritas pretensiones devienen semilla de tiranía y totalitarismo en su afán por hacernos buenos a golpe de censura, prisión, denuncias y ostracismo social, en el mejor de los casos.
De esa forma descubriremos que el Eroguro realmente nace de un sentimiento de tragedia y de opresión, en una sociedad más parecida a Occidente de lo que creemos en el que los seres humanos nos vemos sometidos continuamente a tener que ser falsamente buenos y moralmente correctos para no vernos abocados al ostracismo más cruel.
El libro, como ya hemos dicho, se divide en diferentes episodios o apartados.
Primera parte: Jesus Palacios
Jesús Palacios, editor del libro y profundo conocedor de la cultura japonesa, realiza una magnífica introducción a lal término de Eroguro en esta primera parte. Empieza con un contexto sociológico y cultural de Japón en la era Taisho y los principios de la era Showa, donde el artículo y seguimiento periodístico de una mujer que asesinó a su amante, sumado a la presión del país y de la guerra y al terrible terremoto que arrasó Tokio, sentaron las bases para que naciese la literatura de Eroguro.
Jesús Palacios, lejos de pecar de generalista, realiza un análisis etimológico de la aparición del término Eroguro, de la influencia de escritores como Edgar Allan Poe en la creación de la literatura gótica, o de los pioneros en este género: Junichiro Tanizaki, Ryunosuke Akutagawa e Izumi Kyoka. Para todos ellos, añade extractos de sus obras y citas y referencias que en ciertos momentos ha traducido el propio autor y que ilustran lo que él expone.
Por supuesto, también habla de Edogawa Rampo, al que considera el padre y rey de la literatura eroguro. Edogawa Rampo es el pseudónimo de Taro Hirai, el cual, obsesiona con Edgar Allan Poe, introduce un tipo de literatura detectivesca de gran éxito en Japón y crea al detective Kogoro Akechi, inspirado en Sherlock Holmes.
Rampo destaca infinitamente más como tortuoso y febril creador de intrigas y personajes delirantes, víctimas e enfermizas obsesiones psicopatológicas, cuando no de singulares deformidades físicas, atrapados en un universo oscuro y absurdo, que conduce inevitablemente al crimen, el asesinato y la locura, antes que como constructor de tramas detectivescas cuidadosamente lógicas y verosímiles.
Su paso por este gran autor no se limita a hacer un esbozo de su actividad literaria, sino que da detalles de cada una de sus obras, llegando incluso a incluir pequeños fragmentos de algunas de ellas, citando cada publicación y dividiéndola en diferentes períodos: pre y post censura japonesa.
Una vez Jesús Palacios ha realizado un análisis de los predecesores del eroguro en sí, realiza un barrido sobre la influencia del eroguro en otros géneros como la novela policíaca con Kyusaku Yumeno; la ciencia ficción con Senshi Uka y muchos otros, mostrándonos las concordancias entre un género y otro y destacando obras y autores representtivos de cada caso.
Tras la introducción al contexto sociológico y literario del Eroguro y sus orígenes, Eroguro da paso a tres relatos hasta ahora nunca traducidos al castellano: El caso criminal de los baños Yanagi, que cuenta la historia de un hombre con alucinaciones que cree haber matado a su amante Ruriko; Un sueño a pleno sol de Edogawa Rampo en el que nos introduce en la confesión de un hombre que, en plena calle, asegura haber convertido a su mujer en una muñeca de cera; y por último El intestino viviente de Unno Juzo que nos narra la historia de un joven universitario que experimenta con un intestino vivo.
Tras los relatos se introduce una breve reflexión del propio Daniel Aguilar en fomra de capítulo titulado Las cenizas del ero-gro crean monstruos. En este apartado reservado, Daniel habla de las influencias de la posguerra en Japón, de la corriente estilística conocida como el ero-gro-nonsense y de diferentes autores y sus obras más representativas, como Shigeru Kayama y Sotoo Tachibana.
Tras el capítulo de Daniel Aguilar entraremos en Imágenes de lo grotesco y lo arabesco. Eroguro Cinema de Rubén Lardín donde de nuevo, tras introducirnos en el contexto que hizo posible el eroguro, pasa a detallarnos la aparición y evolución de obras de marcado carácter grotesco y erótico.
Japón, todo heridas, lleva el trauma en los genes y cada cierto tiempo renueva la cuota.
Rubén realiza un camino desde las adaptaciones al cine y televisión de la obra de Rampo hasta la influencia de la censura, la imposición en 1949 de la EIRIN y la prohibición de exponer en planos explícitos la penetración, la exhibición de genitales o el vello púbico. A lo largo de las páginas que le han reservado, Rubén irá desgranando a los grandes cineastas, directores y películas que fueron transgrediendo poco a poco la escena cinematográfica, dándonos sus propias reflexiones sobre el tema y explicando cómo derivaron algunos géneros en las famosas películas pinku sadomasoquista y el contexto general en el que se desarrolla el cine eroguro japonés.
No se dice mucho, pero hay quien lo sabe: cuando el erotismo se alía con la noción de muerte, es porque está aludiendo a su faceta más cándida y pura, buscando lo irreversible, el éxtasis, lo que Valle definió como el goce de ser cautivo en el círculo de una emoción tan pura que aspira a ser eterna.
l siguiente capítulo de Iria Barro, titulado Eroguro mon amour, se centra en el maravilloso campo del cómic japonés y del manga, narrándonos cómo este empezó como un entretenimiento para jóvenes y adultos masculinos y cómo llegó a proliferar la pornografía en este campo de forma que aparecieron los primeros géneros especializados que preocuparon a los más conservadores.
Lolicon o lolikon es una contracción de la expresión Lolita Complex, o sea, completo de Lolita. Bautizado así en jhomenaje a la heroína de Nabokov, se refiere a la parafilia consistente en sentir atracción hacia chicas menores , dentro del manga, a las obras cuya temática es esa. [...]
Aunque el código vetara el vello público, nada objetaba a la representación de niñas imberbes y, a falta de penes, buenos eran tentáculos y engendros mecánicos extraterrestres.
Iria Barro no se limita a la descripción del manga sino que hace una magnífica reconstrucción del imaginario japonés y de varias de sus peculiaridades a la hora de escribir y concebir los mundos, como por ejemplo el hecho de que el individuo no es más que lo que su entorno refleja, una característica que ella centra enormemente con obras japonesas pero cuyo lococentrismo podemos percibir en muchas obras del famoso Murakami.
Al mismo tiempo, analiza la aparición y exacerbación de la identidad individual de los propios japoneses, la aparición del fetible frente a la herida y la mutilación y otra serie de elementos que darán pie a un profundo análisis de Junji Ito y sus obras, algunas de las cuales ya hemos analizado en Momoko. Además de la figura más conocida del Eroguro en Europa, Iria realiza un análisis de las obras de Hideshi Hino, al cual su dura infancia le llevó a generar mangas cargados de un arte catártico que, como no, estaba inspirado en obras europeas. También nos habla de Suehiro Maruo, el llamado “Marqués de Sade Japonés” que puso de moda uno de los fetiches más grotescos del eroguro como es el lamido de córneas y que escribió la famosísima historia de La sonrisa del vampiro.
El último capítulo de la obra, Más oscuro que el rosa, de Germán Menéndez, se centra más en el porno como género y en sus diferentes impactos tanto a nivel nacional dentro del país nipón como a nivel internacional. Germán es quizás el autor con el tono menos académico y más desenfadado de toda la obra Eroguro, pero a pesar de ello plaga sus páginas con pies con información extra y anécdotas que harán las delicias de los que compraron este libro de forma casual.
En cambio, para ese mismo espectador tipo enfrentar a un video porno de origen japonés es casi como asomarse a un mundo alienígena: un mundo donde la visión de los órganos sexuales está prohibida, pero que a cambio nos muestra todo tipo de extrañas y fantásticas situaciones donde el sufrimiento y el placer van de la mano, un mundo donde colegialas vestidas de marineritas acosan a profesores de ambos sexos y a la vez son acosadas y violadas en transportes públicos ante la mirada impertérrita del resto de pasajeros,...
Germán realiza también un interesante paso por la historia de Japón a través de su erotismo y su sexualidad o incluso hablando del cine erótico tras la Segunda Guerra Mundial en general y el nacimiento de las películas eróticas o pinku. De esta forma, nos habla del JAV japonés, de cómo ciertas compañías se hicieron de oro produciendo películas pornográficas o del éxito del reproductor de vídeo casero que permitía a ciertos espectadores ver películas pornográficas sin asistir a salas de cine colectivas. De esta forma, pasa por Tadashi Yoyogi, el padre del JAV y el impulsor de la masturbación femenina en una serie de películas con formato de interviú
Los hombres siempre hemos estado interesados en las mujeres y en lo que realmente piensan. Lo que intenté visualizar en estas películas eran nuestras preguntas primigenias: ¿qué es lo que hace correrse a una mujer? ¿Qué es un orgasmo?
Germán no solo nos narra el ascenso del VHS y los problemas del sector cuando empezaron a desaparecer los argumentos en las películas, sino que nos da detalles anecdóticos como la preparación exacta con la que se simulaba el semen en las películas que se vendían falsamente como honban o “sexo real” (por cierto, se hace con yema de huevo, leche desnatada y té oolong) o la terrible (pero necesaria) imposición de la censura en Japón a través del pixelado de los genitales.
Desde el papel de los hombres en la industria del porno japonés hasta la barrera profesional de las actrices de AV, Germán realiza un apasionante y exacto estudio de la pornografía en Japón con una mirada intensa y al mismo tiempo divertida. El capítulo explora la vida de las actrices de AV más famosas, así como los diferentes géneros dentro del porno japonés con grandes anécdotas curiosas que sorprenden, como por ejemplo, que en Japón se anuncian algunas películas con el título de “real kiss” porque ellos no están acostumbrados a besar. También nos contará el origen de la pasión por la lamida de córneas, la violación con tentáculos o las orgías en trenes. Germán nos abre las puertas a las productoras especializadas en ganchos para la nariz, a las actrices que se comportan como muñecas inanimadas,al arte de atar a una mujer y rociarla con cera caliente, a los concursos televisivos en los que te castigan obligándote a acostarte con tu hija/o y mucho más.
Por último, Jesús Palacios cierra el libro con un capítulo dedicado al Hentai, en el que de una forma resumida nos pone en antecedentes sobre este género pornográfico y sus diferentes variedades.
En cuanto a la edición de Eroguro, se puede ver el cariño que Satori Ediciones ha invertido en la maquetación. Los capítulos están magníficamente bien maquetados con títulos en otra tipografía y pies de página del todo legibles. Al mismo tiempo, entre diferentes capítulos, nos encontraremos con fotografías, carteles y ejemplos reales de todo lo expuesto anteriormente en el libro.
Por si eso no bastara, Eroguro cuenta con una introducción llena de ilustraciones en las que grandes artistas como Pablo Morales de los Ríos, Félix Ruiz y Sandra Uve retratan escenas típicas del eroguro japonés.
Nuestra opinión sobre Eroguro
Si vas a comprar Eroguro como pura obra de curiosidad y entretenimiento, entonces no lo hagas. Eroguro cuenta con grandes autores, increíblemente documentados y conocedores del tema, algunos de los cuales trabajan como traductores de japonés en ciertos momentos, y eso se demuestra en el tono académico que tiene el libro. Si buscas simplemente diversión, las profusión con la que Jesús Palacios habla de la etimología del término “eroguro” o su mayor corrección al decir “erogro” o la larga lista que Rubén Lardín ofrece de obras puede llegar a parecerte densa.
Eroguro se trata de una obra académica, ideal para aquellos que buscan una documentación profusa y bien rematada, una lista de obras y autores que conocer o incluso una fuente de referencias que examinar en el futuro. Cada autor le imprime un tono muy específico al tema que trata: Jesús Palacios se regodea en la sociedad japonesa. cómo cambió debido al influjo americano y cómo esto afectó al eroguro más tradicional; Iria Barro realiza comparaciones estétics y artísticas realmente interesantes y pone de manifiesto términos como el lococentrismo que conocerá cualquier persona que haya leído a más de un autor japonés. Personalmente, mi favorito fue Germán Menéndez. La forma con la que narra la información y saca a relucir nombres y anécdotas, es más que entretenido y apasionante y salpica el texto con pequeños datos curiosos que yo agradecí enormemente y que hizo que no pudiese despegarme del libro hasta el final.
Eroguro es una obra única e increíble; un esfuerzo académico sobre un tema tan poco estudiado en España y con el increíble cuidado que Satori Ediciones ha puesto en su maquetación. Pero es importante destacar su naturaleza académica por encima de todo. Eroguro no es una obra de lectura ligera para un sábado por la tarde, sino un libro de referencia. Recomendamos un lápiz para subrayar nombres, la wishlist de amazon abierta y la mente lista y lubricada para todo tipo de historias resbaladizas y extrañas, cargadas de un culpable placer.
Nosotros ya lo hemos hecho. ¿Por qué no tú?
0 comentarios en este post
Deja un comentario
Kinishinaide! No publicaremos tu email ni te spamearemos sin tu permiso