Quiero comenzar esta reseña con una declaración fría y cargada de intenciones: las espadas tienen voz, sí, pero toda su conversación trata sobre lo bonito que les resulta el paisaje.
La voz de las espadas es la primera parte de la trilogía La primera ley y el salto al mundo editorial del propio autor. Y es que Abercrombie se posiciona en la mente de muchos lectores y fans como uno de los tres portadores del cáliz de la fantasía literaria (acompañado por Sanderson y Ericksson, aunque muchos opinan que los más relevantes en el mundo editorial de género son George R.R. Martin y, quieras que no, J.K.Rowling). Precisamente debido a la grata experiencia que tuve leyendo Un poco de odio, obra que me pareció prácticamente perfecta; y debido al reciente lanzamiento de El problema de la paz, me decidí a abordar la obra de Abercrombie como Juvens manda: es decir, por el principio.
De esta forma he pasado los últimos quince días con la cabeza metida en la primera parte del cofre recopilatorio de Alianza Editorial, sumergida en las historias de un gran abanico de personajes de múltiples personalidades y atributos que se van abriendo camino en un mundo de fantasía cargada de venganza, guerras, glorias pasadas, bardos mentirosos, nobles acomodados, mujeres inteligentes y sobre todo, mucha miseria.
Así, al igual que Martin, Abercrombie pivota su novela alrededor de personajes completamente opuestos y diferentes que te permiten tener una visión privilegiada del epicentro de la acción en diferentes puntos del mapa. Por un lado acompañaremos a Logen Nuevededos en un viaje a lo largo de un territorio salpicado de guerras y conflicto en busca de Bayaz, el Primer Mago. También tendremos la oportunidad de conocer cómo funciona una de las instituciones más secretas y peligrosas del rey de la mano de Sand dan Glokta, uno de los inquisidores reales; y de comprender las motivaciones de un noble cualquiera en busca de la fama como Jezal dan Luthar.
La voz de las espadas es, por tanto una simple introducción y presentación a los miedos, vivencias y experiencias diarias de un puñado de personajes extremadamente carismáticos cuyas vicisitudes en un mundo repleto de cabrones sin escrúpulos resulta entretenido de leer. Pero no adelantemos acontecimientos: antes de volver al barro, dejadme que os desgrane un poco más sobre la obra.
Argumento de La Voz de las Espadas, la primera parte de la trilogía La primera ley.
El Norte sigue siendo el agujero inconvulso y pestilente que ha sido siempre: mientras Logen Nuevededos se arrastra de un punto a otro, buscando al primer mago y empapado hasta el tuétano, los shankas continúan arrasando aldeas y atacando a quien se le ponga delante. Desgraciadamente Logen se ha separado de sus compañeros, y convencido de que es posible que estos estén muertos decide hacerle caso a los espíritus y partir en busca de Bayaz, el Primer Mago.
De forma simultánea, más al sur, Jezal dan Luthar, un joven noble vividor y aficionado al juego, lucha contra las pretensiones de su padre y del Mariscal Varuz por convertirlo en un campeón del Certámen de Esgrima. Jezal es incapaz de tomarse nada en serio y además su elitismo roza límites tolerables para muchos, pero en cuanto conoce a Ardee, la hermana del comandante West, su vida cambia miserablemente. Al fin y al cabo ¿cómo puede llamarle tanto la atención una chica claramente desequilibrada y que además es una plebeya?
La obra también nos permitirá entrar en la vista de Sand dan Glokta: un superviviente de las mazmorras de tortura de los gurkos: enemigos de la Unión en el sur, que trabaja como Inquisidor. Glokta vive condenado a pasar el resto de sus días sin dientes, con una pierna destrozada y arrastrándose por el dolor, pero lo sobrelleva con dignidad. Sus días se complicarán cuando su rutina de captura, tortura y sentencia de los enemigos al rey se ven interrumpidos por una orden especial de su inmediato superior: el Archillector Sult.
A lo largo de la obra los capítulos de los personajes se irán intercalando unos con otros, mostrándonos un narrador semiomnisciente que con ciertos personajes como Sand dan Glokta toma un carácter de primera persona, sobreimprimiendo sus pensamientos y emociones a lo que sucede a su alrededor y aportando de esta forma una sensación tangible y creíble al cinismo del personaje.
Una novela de anti-héroes basado en el rol más convencional
Abercrombie es el Jeff Kaplan del mundo literario-fantástico. Y lamento hacer la comparación, pero está claro que el fuerte del autor está en la construcción de los personajes. A través de una narración profundamente documentada e inspirada en el rol más convencional, Abercrombie se centra en ir arrancando capas luminosas a los relatos y cuentos prototípicos para acercarlos a la realidad de unos hombres que viven en un ficticio marco medieval.
De esta forma, el autor coge, por poner un ejemplo, la historia del mago Merlín y su pupilo poco aventajado y lo desnuda para construir a Bayaz, el Primero de los Magos, y el joven Malacus Quai. Logen Nuevededos es una clase berserker por excelencia (tranquilo y calmado hasta que las cosas se ponen muy feas, llegando incluso a narrar un time-out para su capacidad de sentir el dolor y de luchar frenéticamente en algunas batallas) y San dan Glokta es una suerte de Jaime Lannister con una mente infinitamente más aventajada.
Y es que La voz de las espadas sorprende al analizarla en retrospectiva y no en el calor del momento. Primero porque no se comporta como una obra literaria al uso: no contamos con un “conflicto” o “argumento” a lo largo de la mayor parte de las 750 páginas que componen este primer libro. El arco narrativo de Logen, por ejemplo, se soluciona en las primeras trescientas páginas y luego el personaje parece más bien un fardo o un alivio cómico narrativo para el necesario viaje que engrose la trama. La única motivación de Jezal es escaparse del certámen y luego ganar el mismo; mientras que Sand dan Glokta se dedica única y exclusivamente a realizar su trabajo y a charlar con la gente.
Pronto descubres que la principal motivación para continuar leyendo no es porque te apasione el mundo que ha creado ni el sistema de magia montado, sino porque los personajes son tan carismáticos, divertidos, palpables y reales que estás deseando saber qué les pasará a continuación.
Así las primeras trescientas cincuenta páginas de La voz de las espadas se convierten en una experiencia brutal, fascinante y deliciosa que contienen todo el carisma y la emoción de las relaciones que acaban de empezar: Logen es increíblemente interesante, Dow el Negro fascinante y Glokta simplemente arrebatador. En contraposición a sus capítulos, donde hay combates, guerras, hachas volando y escaleras que hacen llorar del dolor a un hombre despiadado como Glokta, los de Jezal son un jarro de agua fría que simplemente no quita la sed y que se caracterizan por apestar a desigualdad económica y estado de bienestar.
La humanidad es asquerosa y pútrida, frágil y blanca, y Abercrombie lo sabe. Para dotar a sus personajes de realismo, el autor opta por no reservarse ningún embarazoso acontecimiento que le reste brillo o haga relucir menos a sus personitas escogidas. Sand dan Glokta, por ejemplo, es un villano carismático y siniestro capaz de aterrorizarte a pesar de ser un lisiado, pero al principio de la novela Abercrombie nos muestra el embarazoso suceso de cómo este se caga encima durmiendo y tiene que limpiarse apoyado en un anciano. El Sabueso se pone a mear contra un árbol segundos después de acabar con un puñado de enemigos con su arco y hasta Logen Nuevededos tiene momentos realmente humillantes caminando bajo la lluvia. Su patetismo los hace creíbles, de forma que cuando llegan los combates y la gloria del vencedor, el corazón del lector golpee con el doble de fuerza.
Además, a lo largo de la lectura no he podido evitar pensar en que existe una poderosa influencia de la obra de George R. R. Martin en Abercrombie: desde la construcción del brillante y dorado paladín Sand van Glokta, convertido posteriormente en un tullido que debe valerse de su cerebro para sobrevivir y sobrellevar el dolor (como ocurre con Jaime Lannister en Tormenta de espadas), hasta en la distribución de un mapa cargado de conflictos bélicos. Así, no es de extrañar que en las novelas de fantasía los conflictos siempre parezcan enclavados en las mismas zonas geográficas ya que ambos autores beben mucho de la herencia británica: pueblos en el norte en perpetua guerra divididos en clanes (como los escoceses y los galeses); sociedades que hablan otras lenguas (los shankas, basados de alguna forma lejana en los pictos / celtas) y poderosas ciudades en el sur gobernadas, al menos en este libro, por los intereses de unos pocos.
Ritmo de la obra, mi opinión y un Bechdel sorprendentemente suspenso
El autor emplea al comienzo de su obra su don de mantener siempre un ritmo trepidante y constante, intercalando capítulos cortos y grandes dosis de acción con desgracias y diálogos muy carismáticos que contribuyen a darle más profundidad a los personajes sin necesidad de describirlos con largos párrafos introductorios. Así, va desvelándote pequeñas pinceladas de la personalidad o el background de sus personajes, evitando encasillarlos en atributos tan manidos como “buenos” y “malos”. Lamentablemente, este ritmo flaquea alrededor de la página cuatrocientos y hace que la obra caiga en picado a una velocidad absolutamente vertiginosa, porque si de algo no se salva ni siquiera un autor de tal talento como Abercrombie, es de los viajes sin fundamento y capítulos que en realidad nada aportan a la trama. Desafortunadamente a partir de esta página la obra pierde su buen rumbo y su dirección y empieza a caer en combates predecibles que ya sabes quién va a ganar, en personajes que vagan y sobre todo, en una eterna sensación de espera.
A partir de aquí hablaré con spoilers, os he avisado, shankas.
Desde el momento en el que Bayaz y Logen llegan a Adua, su presencia en la ciudad y sus capítulos cargados de tensiones entre Sult, la Inquisición y el Primero de los Magos no aportan en absoluto nada al avance de la trama. Vemos tanto a Jezal entrenar y luchar contra las pocas ganas que tiene de practicar la esgrima que prácticamente podría hacerlo yo misma; y hasta Glokta parece encaminar su trama a un enfrentamiento astuto y majestuoso con su Archillector en una compleja trama cargada de traiciones para decepcionarnos con un final de primera parte bastante insulsa.
La obra, como ya he dicho, parece estar aletargada y a la espera, como si al autor se le exigiera escribir 10 páginas diarias y no tuviera la menor idea de qué hacer con los personajes. Ni Logen, ni Malacus Quai, ni Bayaz evolucionan en absoluto en casi 400 páginas en las que se encargan de pasear, salir a cenar, levantarse por la noche a mear y encontrarse con algún Devorador suelto.
Glokta, del que tanto esperaba, se va encargando de diferentes misiones sin molestar demasiado a su tiránico superior ni al Archillector y el autor intenta introducirnos en un romance algo forzado entre Ardee, una joven alcohólica, y Jezal, a pesar de que sabemos que es imposbile que lleguen a nada. Al mismo tiempo, Abercrombie explota a un par de personajes sin casi sustancia (West, cuyo único atributo destacable es ser un “buen tipo” y luego pegarle a su hermana; o Ferro, que se comporta como si le hubieras dado ácido a un gato callejero). Todos ellos confluyen en un viaje forzado al final de la obra, dejándote algo perpleja porque esperabas más del final del conflicto de una obra de 750 páginas y porque acabas de darte cuenta de que has leído, de hecho 750 páginas de un tipo que siempre retrata a las mujeres como seres inteligentes, fuertes e independientes que, sin embargo, no pasa ni de cerca el test de Bechdel: hay en total 3 personajes femeninos frente a los más de cuarenta personajes masculinos mencionados en la obra: una princesa enfadada, Maljinn Ferro y Ardee West. Ninguna habla con otra mujer a lo largo de toda la obra.
Por todos los dioses…
Lo más imperdonable de todo esto es que desafortunadamente, el autor tiene grandísimas ideas. Sus comentarios anticapitalistas que tan bien explotaba en Un poco de odio ya se empiezan a traslucir aquí mostrando la pobreza y las diferencias de clase a las que se ven sometidos los campesinos de la Unión. Es fascinante ver lo que se escandaliza Logen el Sanguinario al ver a gente muriendo de hambre por las calles o incluso comprender cómo funciona el órgano de gobierno de La Unión. Pero está clarísimo que Abercrombie no escribió esta obra para ser una trilogía, sino un libro largo y enorme que, para que cupiera impreso en una obra manejable, partieron en tres siguiendo el ejemplo de los europeos con África: con regla y cartabón sin tener en cuenta el contenido.
Y es que lamentablemente La voz de las espadas me hace reafirmarme en mi opinión anterior sobre la saga: sí, quizás no sea muy inteligente empezar por Un poco de odio, una obra que trata de los conflictos de los hijos y los nietos de La primera ley, pero vaya, sin lugar a dudas es lo más acertado.
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