Cada mes, las infinitas listas de novedades literarias se llenan con títulos de fantasía con grandes y elaboradas cubiertas que buscan hacerse un hueco en este género trillado de amores imposibles, príncipes crueles, jóvenes astutas y pobres de buen corazón y magia. Sin embargo, pocas obras han conseguido sorprenderme tanto como La máscara de espejos: una novela que, si bien parece estar pasando más desapercibida dentro de bookstagram en comparación con la saga de Rebecca Yarros, no tiene nada que envidiarle a los títulos más consagrados dentro del género.
Y es que La máscara de espejos’ no solo sienta las bases de un universo de fantasía a nuestro gusto, sino que desafía las normas existentes con continuos giros de guion y elabora un worldbuilding que, osadamente, le da mil vueltas a renombrados titanes del género como Brandon Sanderson en varias de sus entregas. Este primer volumen de la trilogía "El Grajo y la Rosa", bajo el seudónimo de M.A. Carrick —que esconde la autoría conjunta de Marie Brennan y Alyc Helms—, ha sido justamente reconocido por Booklist como uno de los diez mejores debuts en los reinos de fantasía, ciencia ficción y terror de 2021.
Déjame que te cuente qué hace de este libro una obra de fantasía totalmente imperdible si te gusta el género.
Argumento de La máscara de espejos
Ren siempre ha sido uno de los Dedos de Ondrakja. O, al menos, lo es desde que su madre murió de hambre en las calles tras haberse quemado su único hogar. Sin embargo, cuando Ondrakja decide vengarse de ella asesinando a su hermano Sedge, Ren decide envenenarla y escapar con Tess a Seteris, lugar donde empiezan a trabajar como criadas para ganarse la vida.
Años después, Ren vuelve a Nadezra con la intención de dar el golpe del siglo: engañar a la vieja y prestigiosa familia Traementis, aristócratas de ligantis, para hacerles creer que es una prima lejana y lograr que la admitan en su registro. Sin embargo, pronto descubrirá que las cosas no serán tan fáciles mientras acaba cayendo en una trama política rodeada de nobles honestos como Leato, dulces nobles como Giuna, mafiosos calculadores como Vargo y grandes luchadores de la guardia como Grey.
Una novela de fantasía coral llena de giros de guion, personajes enmascarados, magia oculta y un sistema de predicción del futuro y el presente a través del tarot que engancha desde la primera página.
Hablemos del worldbuilding: un mundo maravilloso espectacularmente bien tejido.
Si algo está claro desde un maravilloso primer momento es que el fuerte de La máscara de espejos es el worldbuilding que M. A. Carrick establece para esta trilogía. Y lo hace sin forzarte una explicación innecesaria, farragosa y confusa en las primeras páginas. A través de las impresiones en tercera persona de los diferentes personajes en esta novela coral, nos sumergimos en el vibrante pero conflictivo mundo de Nadezra. Esta ciudad, marcada por la conquista de los ligantis sobre los nativos vraszenianos, se establece como un escenario magnífico para explorar temas de opresión, racismo y la lucha por la identidad cultural.
Nadezra, con su bulliciosa vida mercantil, sus canales anegados en aguas y sus coloridas modas y festividades, es también un lugar de marcadas desigualdades sociales. Los ligantis, herederos de alguna forma de la anterior invasión en manos del Gran Tirano, con su piel blanca y sus títulos nobiliarios, dominan desde el opulento Cinquerat la ciudad a través de rígidos contratos que perpetúan su riqueza y poder. En contraste, los vraszenianos, de piel oscura, se encuentran atrapados en un sistema que favorece a sus conquistadores, revelando las profundas raíces del racismo estructural que los somete. Y es que Nadezra es, en realidad, un espejo de lo que ocurre con las sociedad conquistas y desiguales, ya que bajo una hipocresía fragante, especialmente condensada en personajes como Metore Indestor, el discurso de igualdad ante la ley con la que los ligantis se llenan la boca no es más que una mentira que personajes como Ren, Tess, Sedge o el propio Vargo ponen de manifiesto una y otra vez.
Los personajes de La máscara de espejos y su capacidad de crecimiento en un entorno tan opresivo y desfavorecedor
En ese sentido, la novela nos plantea diferentes dilemas morales que salen a relucir una y otra vez a través de sus tradiciones y símbolos, tan sonoros como pregnantes, que van desde la ritualidad de los duelos de esgrima («Tuat. Ninat») hasta el concepto mismo de la fidelidad dentro de tu “familia/ grupo adoptivo” o Nudo. Estos problemas éticos aparecen entrelazados inevitablemente con todos los personajes: sí, Leato Traementis es una magnífica persona, pero es innegable que es cómplice de un sistema que estrangula a los menos favorecidos; Grey es un traidor a ojos de su pueblo por servir a los halcones (la guardia de la ciudad), especialmente teniendo en cuenta que está gobernado por el aristócrata más corrupto de todos, pero al mismo tiempo es el único que se desvive por los niños que han aparecido muertos por las calles.
Esta sociedad donde a nadie le importa si vives o mueres, de continua desconfianza, huérfanos famélicos que caen a los canales sin que a nadie les importe, ratas inmensas, asesinatos a sangre fría por lo más mínimo, te hace preguntarte si hay una forma ética o moralmente correcta de sobrevivir y medrar. En ese sentido, la presencia de personajes como Vargo, un mafioso de manual, matón y traficante que sale adelante hasta poder codearse con la aristocracia gracias a su estricto control sobre sus barrios, naves y nudos, cobran todo el sentido del mundo; pero también la presencia de El legendario Grajo, que cientos de años después sigue luchando contra la opresión liganti y al que se le acusa de un feo asesinato de un carpintero vraszeniano en una de las fábricas.
Los personajes son complejos y duales, maravillosos y cargados de matices: desde la inocente Tess con su impecable talento para la costura, forzada a llevar una vida criminal para no ser explotada, como ocurrió en la vida real con los emigrantes que llegaron a América y que tan bien relata Jordi Sierra i Fabra en El gran sueño; hasta la propia Ren o Renata, que ve cómo poco a poco, a base de acostumbrarse a formar parte del círculo de los Traementis, se va encontrando cada vez más cómoda en el lado del opresor y enemigo.
Los Traementis: bailes, máscaras, fiestas y sorpresas
Lo realmente sorprendente de La máscara de espejos es que, aunque su premisa pasa por un tópico que ya hemos leído antes (la rata callejera que se hace pasar por noble), M. A. Carrick consiguen ejecutarlo de una forma, para mí, absolutamente novedosa. En lugar de centrarse en lo incómoda que está la protagonista usando falda (como ocurre con El imperio final de Brandon Sanderson o la infame novela El rey de la dedalera de Hannah Whitten), las autoras no toman la inteligencia de los nobles por sentado.
En ese sentido, rápidamente Donnaia Traementis usa su influencia y su poder para vigilar y descubrir los secretos de Renata Viradaux, mientras que la amiga de Giuna la previene frente a la popularidad que rápidamente está ganando su supuesta prima, acusándola de forma velada de ser una auténtica arpía.
Parece que el sistema sólo puede cambiarse desde dentro. Conforme Ren va haciéndose a su nueva personalidad, para lo cual las autoras nos proveen de visitas a templos, eventos, salones, conversaciones, bailes, escapadas para beber y prácticas de esgrima, va comprendiendo que su nueva identidad entraña tanto peligro como poder y empieza a emplear sus conocimientos y, sobre todo, su capacidad para cambiar de cara (y de máscara) para manipular a su antojo a la gente que la rodea, engañándole con sus dos identidades: las vraszeniana y la liganti.
Y qué bien lo hace y qué maravilloso es el uso del tarot en esta novela. Y es que las autoras te presentan un panteón de dioses arbitrarios, vengantivos y crueles que manifiestan su voluntad y su futuro a través de las máscaras y de las lecturas de las cartas. De esta forma, así como en la vida real existen videntes de todo tipo, Ren, hiza de uns szorza (vidente), emplea a menudo las cartas como guía espiritual para saber si va o no ne buena dirección.
Símbolos, identidad de cultura en La máscara de espejos
El worldbuilding en "La máscara de espejos" no solo establece un contexto de desigualdad de poder entre clases, sino que también infunde a la narrativa de un sentido palpable de la identidad, tradición y cultura través de un sinfín de detalles símbolos. De esta forma, los vraszenianos cuentan con sus propios elementos identificativos, como puede ser la tradición masculina de dejarse el cabello largo: un poderoso símbolos de lealtad a las raíces culturales de las que pertenecen. Precisamente las autoras nos ponen a Grey, el Halcón, llevando el pelo corto para destacar esta soledad que supone ser percibido como un renegado dentro de su propia comunidad.
Esto lo hacen con todo: desde la gastronomía y la elección de los platos (Vargo invita en cierta ocasión a Renata a probar la comida vraszeniana a un local especializado, provocando que esta se pregunte si ha sido descubierta) hasta con la manera de hablar y la ropa que llevan. Otro ejemplo se ve con los mantones con hilos trenzados que portan las mujeres vraszenianas, cuyos patrones funcionan como emblemas familiares al igual que ocurría con los patrones de los cuadros escoceses de antaño. La pérdida del mantón de Ren, tejido por su madre, simboliza un desprendimiento doloroso de su pasado y una vulnerabilidad ante un futuro incierto. Estos elementos, tan intrincados como las políticas de Nadezra, no solo adornan la trama, sino que son vitales para la comprensión de cada personaje y sus motivaciones.
Cada símbolo cultural en "La máscara de espejos" contribuye a una red de significados que enriquece la experiencia de lectura y profundiza nuestra conexión con el mundo que las autoras han imaginado.
Vale pero ¿es la novela entretenida? ¿Merece la pena leerla?
Definitivamente, sí. La máscara de espejos es una de las mejores novelas de fantasía que han caído en mis manos. Las autoras saben que están en un mercado cargado de tropos y como tal, se aprovechan de ello para sorprender continuamente al lector.
De esta forma, juegan con el misterio de la identidad del Grajo, guiándonos en una y otra dirección para luego demostrar que hemos llegado a un callejón sin salida. Los romances y tropos básicos que te esperas encontrar cuentan siempre con un giro de guion y vaya, continuamente tienen un as escondido bajo la manga que pone en peligro a una protagonista que por cierto, no es odiosa como en muchas de las obras del género y que de alguna forma sale adelante gracias a un ingenio prodigioso que hace que se convierta en algo fascinante de leer.
La edición incluye un mapa precioso para que te hagas a la idea de cómo está distribuida Nadezra y adónde llegan los dominios de Vargo y los Traementis. Sin embargo, he de prevenirte también al respecto de los problemas de edición que presenta, ya que falta pasarle un buen proceso de corrección a la obra. Durante la lectura me he encontrado con varias faltas de ortografía, de gramática y nombres intercambiados. Supongo que esto lo corregirán en las siguientes ediciones pero no es óbice para que te pierdas una novela que ya deberías estar comprando si lo tuyo es la Alta Fantasía.
Estoy deseando saber cómo saldrá del paso Renata Viradaux en las segundas dos obras de la trilogía. ¿Cómo ha pasado desapercibido un libro de este género tan bueno? Sin lugar a dudas, las máscaras tienen algo que ver, porque este libro de M. A. Carrick, está a la altura de un sueño de Azerais.
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