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NOTA: 8

Infiltrado: reseña de un libro demoníaco y genial

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Infiltrado: reseña de un libro demoníaco y genial

Escondido en el interior de la cabeza de un monje dedicado en cuerpo y alma a rezar por el alma de su benefactor, se oculta un demonio sarcástico que, al contrario de lo que pueda parecer al resto de mortales, solo busca algo de paz.

Esa es la premisa de Infiltrado, de K. J. Parker: la segunda parte de una saga con olor a azufre y ceniza que nos abre los ojos a la perpetua batalla entre el bien y el mal que se libra, de una forma mucho menos independiente de lo que podría parecer, entre nosotros los humanos.

Bienvenidos a una obra fascinante, mordaz y sobre todo cercana que demuestra lo brillante que es K.J. Parker. ¿Creías que El demonio de Próspero era insuperable? Pues espera a conocer al diablo que vive dentro de su cabeza.

Infiltrado es diferente a cualquier otra cosa que hayas leído. Desde su misma introducción, planteada en el seno de un enorme monasterio donde un grupo de frailes dedican su día a día a rezar por alma de un hombre que no lo merece.

Argumento de Infiltrado

En el Santuario del Cuarto Cuerno, deslizándose por los oídos y mentes de los monjes, se esconde un demonio muy especial. Un demonio que, a pesar de su talento a la hora de desarrollar su papel en el famoso Plan satánico, ha sido relegado a tareas menores tras un colosal fracaso que lo dejó frágil.

Sin embargo, cuando lo pillan arrodillado frente a una virgen, buscando un poco de paz, deciden encomendarle otra compleja misión. Ahora Él tendrá que colaborar con su mayor archienemigo, el exorcista en cuyo cuerpo estuvo durante más de diez años siendo apaleado constantemente, para evitar que el Rey de Algeciras de al traste con el Plan.

Fuerzas del bien y del mal trabajando juntos por un objetivo mayor y sin embargo ¿por qué todo parece parte de una conspiración en la que ellos no son más que peones?

TODO
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El Santuario del Cuarto Cuerno.

En mitad de este escenario de beatífica paz, Infiltrado nos presenta a un demonio más que familiar que ya conocíamos desde su anterior parte, El demonio de Próspero. Al contrario que en la primera parte, en la que el peso de la narración y por tanto el protagonista era un exorcista cargado de violencia y de rabia contenida que se arrastraba de un lugar a otro patrullando su zona, esta secuela independiente se desviste de todo tipo de furia para mostrarnos la paz y tranquilidad que existe en el interior del “alma” de los demonios.

Y es que toda la obra transcurre desde la perspectiva de un demonio que vive afincado en el interior de la cabeza de un monje del santuario del Cuarto Cuerno. Esto deja claras varias reglas dentro del mundo irónico y sarcástico de K. J. Parker:

1- Los demonios pueden pisar lugares santos y poseer cuerpos que hayan tocado agua bendita sin problemas.

2- Las oraciones no tienen la capacidad de exorcizar a un demonio simplemente con pronunciarlas (hace falta para ello alguien que haya nacido con el debido talento para la violencia y que se emplee a fondo en el proceso).

3- Extrañamente a lo que se suele llegar a imaginar, los demonios, esos seres capaces de hacer que una niña baje haciendo el pino puente las escaleras de su casa, ansían la paz que un monasterio recluido les puede dar.

De esta forma, el proganista de la obra, al que en adelante me referiré como Él, pasa los días intentando distraer a los monjes en plena oración introduciéndoles en su cabeza ideas envidiosas, pensamientos banales o, en el peor de los casos, permitiéndoles contemplar el rostro de Dios como parde sus recuerdos demoníacos.

El relato se carga de un sentido irónico y sarcástico al comprender el contexto y la magnitud de la labor que Él está haciendo. El Santuario del Cuarto Cuerno es un lugar pagado y sufragado por un hombre malvado y corrupto que puso el lugar para que los monjes rezasen por su alma. Cada vez que uno de ellos se equivoca en la oración, el alma de este canalla vuelve al infierno durante aunque sea unos minutos antes de volver a ser reflotada al cielo.

Esto es sin duda una burla a las famosas indulgencias del bajo medievo a través de las cuales cualquiera podía pagar a la iglesia por la expiación de sus pecados. Esto abre inmediatamente el debate sobre la naturaleza o fin verdaderamente maligno: al fin y al cabo, cuando Él realiza sus artes demoníacas, consigue que el alma de un canalla perverso pase tiempo en el infierno, que es lo que se merece.

Y es que la K. J. Parker consigue generar una continua duda ante lo que esconde el lado “bueno” y el lado “malo” de la historia. ¿Son los demonios tan perversos cuando simplemente cumplen órdenes basadas en un plan superior a sí mismos? ¿Podemos culparles cuando son los exorcistas y los seres humanos los que se muestran en la obra como esos seres rastreros, egoístas, traidores y propensos a la violencia?

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Nosotros respetamos el impulso de los humanos mortales de examinar, analizar y escudriñar el universo, y de reportar sus descubrimientos. en contra de lo que algunos desinformados os pueden hacer creer, estamos fervorosamente comprometidos con la defensa de la libertad de expresión. nosotros no quemamos libros. solo a quienes los escriben.

El infierno es un trabajo de 9:00 a 17:00 en una oficina

Infiltrado, al igual que El demonio de Próspero, tiene una visión muy millenial y divertida acerca de lo que supone el infierno: un trabajo aburrido y exento de todo tipo de creatividad en el que no hay ningún tipo de retribución ni satisfacción por completar una tarea. Es más: tu trabajo es infinito, ya que nunca se acabará.

TODO
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La novela nos explica que en realidad tanto los demonios como los ángeles están perpetuamente trabajando en un estado de relativa felicidad. A diferencia de los seres humanos que contamos con la capacidad del libre albedrío y para los que una existencia inmortal e inmutable trabajando supondría una tortura, la obra sienta una frontera invisible entre ellos y nosotros al explicar que a ningún demonio o ángel se le pasaría por la cabeza no realizar la misión que se le ha encomendado.

La inevitabilidad y la desidia laboral también aparece muy presente en esta obra. Para el demonio narrador, «servimos, luego existimos». Un pensamiento algo deprimente pero sin duda alguna ac

A pesar de ello, también sabemos que la idea de inmutable dentro de los demonios no es exacta, ya que ante verdadero daño o catástrofes pueden volverse “frágiles” y ser relegados a otras tareas.

Hay claramente un tono sarcástico dentro de la obra hacia la organización del infierno. Y es que el otro lado, más que un cementerio de azufre y sulfuro ardiendo, se nos muestra como una enorme empresa, fuertemente jerarquizada, en la que las órdenes de arriba no se discuten y donde, por supuesto, los demonios emplean un discurso muy parecido al recursos humanos y te degradan a realizar “tareas igual de importantes”.

A pesar de ello, está claro que los demonios, en especial Él, no están exentos del temor a una vida de puro aburrimiento. Existe una ligera fascinación en el protagonista por la vida de los humanos, sus límites y su capacidad para explotar su fe y sus creencias. Quizás es por eso que la amenaza de División, su superior, es igual de aterradora y poco apetecible para Él que para nosotros: un trabajo de administrativo en una oficina redactando papeles.

Es especialmente interesante cómo muestra K. J. Parker la mente humana y cómo aquellas personas como el rey de Algeciras tiene una mente estrecha, pobre y claustrofóbica debido precisamente a la enorme cantidad de información que tiene condensada en su interior y que va acompañado al cargo de ser rey, haciendo referencia al dicho sobre la necesidad de “tener una mente bien amueblada”.

La ambigüedad del Plan y de la forma polarizada de ver el bien y el mal

Infiltrado vuelve a demostrar una vez más la genialidad del autor a la hora de recoger citas y referencias bíblicas y cargarlas de una ambigüedad simplemente magistral. Al fin y al cabo ¿quiénes somos nosotros para entender la mente de seres tan superiores a nosotros?

Así, veremos cómo Él recuerda una y otra vez la Caída y lo injusto que en el fondo le pareció haber sido colocado en el bando de los malos, realizando una reflexión absolutamente brillante y es el hecho de que los demonios que se rebelaron contra Dios no tuvieron jamás opción a negarse. Al fin y al cabo, si Dios es omnisciente y omnipotente este ya tenía previsto que una facción de los ángeles iba a revelarse y los forzó a ello, ya que queda claro desde el primer momento que los demonios no tienen libre albedrío.

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Los recuerdos en mi mente son nítidos y dolorosos, son cuchillas que dejo tiradas por cualquier lado y con las que me corto cuando busco a ciegas por los oscuros aparadores de mi memoria tratando de encontrar alguna remembranza que se me ha extraviado temporalmente.

Al mismo tiempo, las referencias bíblicas se repiten desde la primera página. Así, en el primer episodio veremos que Él habla de los demonios como un ente tipo colmena en el que todos trabajan por una causa común: el Plan.

Para ello cita, textualmente: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Esto es una referencia extraída de la Biblia en Marcos 5:9 cuando Jesús expulsa a una legión de demonios del cuerpo de un hombre, desterrándolos a vivir en un hato de cerdos.

Como anécdota interesante, veremos a División comiendo trufas mientras habla con el protagonista. Este detalle que realmente parece superfluo realmente esconde un pequeño chiste en su interior, y es que es muy probable que la trufa a la que hace referencia sea de la familia psilocybe, conocidas en el mundillo por sus propiedades afrodisíacas y alucinógenas. Además, no debemos olvidar que las trufas estuvieron prohibidas por la iglesia durante gran parte de la Edad Medieval porque asociaban su negrura a Belcebú y porque sus efectos caían en el famoso pecado capital de la lujuria.

TODO
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Infiltrado y su genialidad de discurso, ¿merece la pena?

Infiltrado es incluso más divertido que El demonio de Próspero. Y es que el autor ha pulido su discurso para ofrecernos una historia corta mucho más ordenada, coherente, elegante y sobre todo divertida que en la anterior parte.

Se nota de K.J. Parker ha perfeccionado su estilo de escritura sin perder en absoluto su esencia. Así, nos encontraremos de nuevo con diálogos maravillosos y sarcásticos, un humor retorcido que te arrancará más de una sonrisa y un narrador que se salta la cuarta pared narrativa a voluntad.

Mi tarea es acercarme sigilosamente a un monje del coro en plena faena; colarme por su oído, cuenca del ojo o boca abierta; y distraerle, introduciendo en su mente un irrelevante pensamiento mundano, socavando su concentración, de suerte que farfulle, acentúe la sílaba que no es, se equivoque en una palabra o en el orden o, a lo mejor, incluso se salte toda una frase. Como es natural, esto invalida toda la oración […] y el alma de algún malnacido ricachón las pasa canutas durante cinco minutos en el gozoso más allá.

Él como narrador es absolutamente maravilloso ya que nos permite tener una visión interna de los demonios y lo verdaderamente similares que son a los seres humanos (a pesar de su insistencia por mantener una barrera infranqueable). El protagonista hace continuamente referencia a piezas de música clásica, llenando el cerebro de un camello con la sinfonía clásica de Procopio y su cabeza, al contrario de lo que pueda parecer, está cargada de dudas.

Así que ¿merece la pena Infiltrado? Absolutamente, sí. Infiltrado es una obra interesante, divertida y cargada de metáforas y simbología al alcance de aquellos que lean con detenimiento el texto. La historia es divertida y los diálogos brillantes. ¿Qué más necesitas para llenar tus noches frías de lectura?

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