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El Color Púrpura, reseña de un libro sobre sororidad, resistencia y despertar en el feminismo en la época de Jimmy Crow

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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El color púrpura de Alice Walker es un libro que ha pasado a la historia como una joya feminista capaz de de golpear tu corazón y revolverte por dentro con cada capítulo. El libro, escrito en 1985, nos transmite el desgarrador escenario en el que las mujeres negras se encontraban en los EEUU entre las décadas de 1910 y 1945. Escrito en forma de cartas y de diario personal, Alice Walker realiza una cruda crítica social, tocando temas como el racismo, la misoginia, la sororidad, el colonialismo y mucho más. Para ello utilizará la voz de Celie, la protagonista, una niña abusada, maltratada y humillada durante toda su vida y para la cual escribirle a Dios y luego a su hermana es el único consuelo que le queda.

Argumento de El color púrpura

En el vasto paisaje de Georgia, a principios del siglo XX, una niña llamada Celie lucha por encontrar su lugar en un mundo despiadado y cruel.

Sin nadie en quien poder confiar, ni un amigo ni un familiar que la proteja, Celie, triste y abandonada, escribe cartas a Dios en las que derrama su angustia y sus esperanzas más profundas. A través de sus palabras sencillas y sinceras, descubrimos la impactante verdad: que fue violada por su padre el cual, para mayor desgracia, mató luego a sus hijos.

Cuando esta cree que no hay ningún tipo de escapatoria posible para una vida de servidumbre, humillación y violaciones, Celie es entregada a un hombre cruel en matrimonio. Allí, no solo será maltratada por su esposo y los hijos de su anterior matrimonio, sino que también tendrá que encontrarse de nuevo a sí misma cuando su marido mete dentro de su casa a su amante enferma.

Contexto histórico de El color púrpura

Ambientado en el Sur de los Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX, El color púrpura nos traslada a la realidad de gente ordinaria en una época de profunda segregación racial y discriminación contra las personas de color. Durante este período, conocido como la era Jim Crow, se implementaron leyes que efectivamente separaban a las personas blancas de las personas negras en todos los aspectos de la vida pública, incluyendo escuelas, transporte público, lugares de trabajo y más. Estas leyes eran una extensión legal de la supremacía blanca y buscaban subyugar y controlar a la población negra.

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Para las mujeres negras en particular, este período fue especialmente duro, ya que también enfrentaban una intensa discriminación de género. Las mujeres negras eran frecuentemente objeto de violencia sexual y física, y a menudo se esperaba que desempeñaran roles serviles y sumisos tanto en sus propias comunidades (como luego veremos con la figura de Celie o Sophie y lo que sus maridos esperan de ellas) como en la sociedad blanca.

Además de la discriminación y la violencia, la falta de acceso a la educación y a oportunidades económicas también era común. Las expectativas educativas para las personas de color, y especialmente para las mujeres, eran muy bajas, y la mayoría se veía obligada a trabajar en empleos mal pagados y físicamente exigentes o a quedarse en sus hogares trabajando en el campo y criando a los hijos.

Es en este contexto de opresión y limitación que Celie, la protagonista de El color púrpura, vive y narra su historia. La lucha de Celie por la autodeterminación y la felicidad personal frente a estas tremendas dificultades es una de las fuerzas impulsoras de la trama de la novela.

Un inicio desgarrador, una infancia cruel

El color púrpura no está escrito con el estilo de la mayoría de las novelas. No se nos dan las claves contextuales para comprender la vida de las personas de color, no nos hablan del entorno, ni mucho menos nos dicen por qué los personajes se comportan de la manera que lo hacen. Y es que la novela, escrita en primera persona, toma la forma de un grupo de cartas sin fechar que alza la voz de una niña pobre y olvidada.

La autora crea de esta manera un espacio seguro en el que Celie pueda expresarse con toda claridad y honestidad, convirtiendo las páginas en una especie de diario o testigo que nos permite vislumbrar el horror que supone tener normalizado el abuso y la violencia contra una misma.

Los capítulos se van sucediendo primero en forma de diario y cartas, nunca fechadas y tampoco enviadas, escritas únicamente por Celie y más adelante intercaladas por las de su hermana Nettie. De esta forma, Alice Walker nos permite ver la realidad diferente de dos mujeres de color: una subyugada a los convencionalismos e imposiciones de lo que se espera de ella en su casa como mujer y solícita sierva y otra que, con acceso a cierta educación, pudo salir del país y ver mundo. Es precisamente por ello por lo que hay grandes lapsos de tiempo entre algunas cartas reservándose la autora tenemos que descifrarlo por nosotros mismos.

La obra abre con fuerza y un poderoso dramatismo. Ya desde la primera página de El color púrpura, somos testigos del grito silencioso de Celie que busca alcanzar el único oído que cree que la escuchará: el de Dios. Especialmente dramática es la segunda frase con el que empieza la obra. «Tengo catorce años. He sido siempre buena», y luego procede a narrarnos, en los siguientes dos párrafos como fue abandonada por su madre y violada por su padre. Este pensamiento que critica profundamente las ideas expandidas por la Iglesia y el dogma cristiano que afirman que solo a la gente mala le pasan cosas malvadas y son castigados por Dios, es especialmente cruel porque nos muestra cómo Celie, siendo solo una niña pequeña, toma la responsabilidad de los actos barbáricos que los adultos ejercen contra ella.

La prosa de Walker es cruda y visceral al relatar el desamparo de Celie, una niña arrancada de su inocencia por la figura que debía protegerla. Celie, presa en la ignorancia impuesta por un sistema puritano, busca palabras para describir lo innombrable: el abuso que sufre de su propio padre. En esta búsqueda, recurre a eufemismos para desentrañar una verdad que ni ella misma entiende del todo, demasiado avergonzada como para poder confesarlo n siquiera en su diario.

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Él no me dijo ni una palabra amable. Sólo: Eso que tu mamá no quiere hacer vas a hacerlo tú. Y me puso en la cadera esa cosa y empezó a moverla y me agarró los pechos y me metía la cosa pora bajo y, cuando yo grité, él me apretó el cuello y me dijo: Calla y empieza a acostumbrarte.

En este marco de represión y violencia, la figura materna, una posible fuente de consuelo y protección, se desvanece. La madre de Celie, enferma y exhausta, se convierte en un fantasma que acecha las páginas de la novela. Su ausencia obliga a Celie a asumir responsabilidades que no le corresponden, acelerando su entrada forzada a un mundo adulto que no le ofrece más que sufrimiento.

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Una voz que no existe: las mujeres no valen nada aquí

La tragedia de Celie se intensifica cuando, víctima del abuso sexual de su padre, queda embarazada. La victimización de Celie se profundiza aún más cuando su madre la culpa por su embarazo, un reflejo de la persistente cultura de la culpa hacia la víctima que a menudo caracteriza las sociedades patriarcales y sexistas. En el contexto del sur de Estados Unidos en el siglo XX, una mujer soltera embarazada a menudo era estigmatizada y marginada, y Celie, a pesar de ser una niña, no es una excepción.

Por si esto fuera poco, en un brutal acto de violencia, sus hijos le son arrebatados y le dicen que los han asesinado. Este horror, además de ser un desgarrador golpe emocional, refuerza su desamparo y la impotencia ante el sistema opresivo que la rodea. Celie vive en una sociedad en la que su voz, su dolor y su verdad no son reconocidos ni valorados. Aislada y silenciada, es forzada a soportar sus pérdidas en la más profunda soledad.

Se lo llevó mientras yo dormía. Y lo mató en el bosque. Y matará a este otro, si puede.

Pronto Celie es apartada también del colegio, arrebatándole la posibilidad de seguir educándose. Este acto no es simplemente la negación de la educación formal, es la privación de la oportunidad de crecer, de descubrir sus propios talentos y habilidades, de imaginar un futuro diferente para sí misma. Este acto de privación es una manifestación más de la injusticia que Celie sufre, es un recordatorio de su lugar en una sociedad que la considera menos valiosa.

"

Tú no puedes maldecir a nadie. Mírate. Eres negra, eres pobre, eres fea, eres una mujer. Vamos, que no eres nada.

La relevancia de El color púrpura: comunidad LGTBIQ+, sororidad y feminismo

El color púrpura es una obra que ha pasado a la historia como uno de esos libros imprescindibles para el colectivo feminista precisamente por el mensaje que transmite. La obra. cargada de símbolos y de citas que cualquiera podría enmarcar, es un ejemplo de superación femenina y toca temas realmente trascendentales para la época en la que fue escrito.

Y es que el libro es un estudio profundo sobre las intersecciones del género, la raza y el colonialismo. La opresión que enfrentan las mujeres negras en el Sur de Estados Unidos, retratada con profundidad en la novela, refleja las estratificaciones sociales coloniales que pervivieron mucho después de la abolición de la esclavitud. La obra, se carga de peso con personajes como Sofia, que desafía continuamente los roles de género que le imponen por ser mujer; como Shug que vive una vida poliamorosa libre de ataduras o de la propia Celie, que recoge en ella los males de la violencia doméstica, la sexualidad forzada y la desigualdad.

A lo largo de la historia, las mujeres aprenden a valorarse y a valorar a otras mujeres, encontrando su voz a pesar de vivir en una sociedad profundamente patriarcal y racista.

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La sororidad es otro tema central de la obra, ya que las mujeres de la historia encuentran consuelo, apoyo y empoderamiento mutuo a través de sus relaciones. Celie, por ejemplo, se siente verdaderamente comprendida y amada por primera vez gracias a su relación con Shug Avery. Esta relación también introduce una representación de la comunidad LGTBIQ+, ya que la relación entre Celie y Shug evoluciona de la amistad al amor romántico y sexual. En una época en que se invisibilizaba a la comunidad LGTBIQ+, la relación de Celie y Shug es un poderoso testimonio de amor queer y de cómo las personas pueden encontrar su identidad y expresar su sexualidad en circunstancias desafiantes.

Mi opinión sobre la obra: uno de esos libros que todos debemos leer pero que, desafortunadamente, no tardaré en olvidar

El color púrpura es una obra de cabecera: uno de esos libros que, como ***Agnes Grey, todo el mundo debería leer al menos una vez en la vida por la repercusión mediática, social y literaria que tuvo en su momento. Y es que, como os comentaba anteriormente, El color púrpura habla como nadie en su momento del maltrato a la mujer, la violencia sexual, la invisibilización femenina, los efectos del colonialismo en África y la posición de las personas de color en esa época temprana tras la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos.

Sin embargo… qué deciros, no fui capaz de empatizar con la obra. La forma tan normalizada y naturalizada de la violencia que sufre Celie, sumado al tono aséptico que toman las cartas, hizo que personalmente no consiguiera empatizar con ninguno de los personajes. He conseguido sentir simpatía por Sofia, capaz de devolverle los golpes a su marido, e incluso por Shug por la manera tan tranquila y dominante con la que toma las riendas de su vida sin responsabilizarse de las emociones del resto.

A pesar de ello, está claro que la obra de Alice Walker es importante y merece un lugar en nuestras estanterías. Es todo un acierto que haya decidido recuperar la figura de Nettie, la hermana, a mitad de la narración para trasladarnos cómo es vivir para personas negras en mitad de una tribu en África y comprender el enorme cisma de separación que hay entre ellos, considerados “casi blancos” por sus orígenes americanos, y los habitantes de las tribus. Y, si he de ser honesta, seguí leyendo más por un interés antropológico en la perspectiva de Nettie y el pastor en una comunidad indígena que forma parte de la reivindicación de las raíces y los orígenes de los afroamericanos que por el propio interés de la vida de ambos personajes.

Por el resto, me faltó drama, me faltaron detalles sobre la vida de Sofia en la prisión, sobre el maltrato psicológico que Mr.______ le hacía cada día a Celie, sobre el trauma de la pérdida de los hijos y las sin dudas dificultades con las que la protagonista tenía que sacar adelante la casa y los campos cuando su esposo decidió no volver a trabajar. Sin esto, esamos leyendo unas cartas increíblemente relevantes para el contexto histórico en el que está escrito pero, desafortunadamente, libros como Americanah (Chimamanda Ngozi Adichie. LITERATURA RANDOM HOUSE. 2014) me enseñaron mucho más sobre la realidad de ser una mujer negra en un mundo racista que esta obra.

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