El amor que llegó de Hollywood es la nueva obra de Alessandra Torre: una calurosa historia ambientada en un pequeño pueblecito de Georgia donde una joven sin futuro se encontrará cara a cara con un hombre con demasiado pasado.
Argumento de El amor que llegó de Hollywood
Summer Jenkins tiene una vida sencilla: como guarda de la propiedad de una familia rica que pasa como mucho cuatro meses al año en su casa, se dedica simplemente a comprar lo mínimo para comer y a dejarse llevar por el paso de los días. Sin embargo su mundo y el del pequeño pueblecito en el que vive se sacudirá por completo cuando Cole Masten, la gran estrella de Hollywood, decide rodar una película allí mismo.
Desde el mismo momento en que se conocen, Cole y Summer chocan como dos enormes titanes. Él es arrogante, impetuoso, egocéntrico e increíblemente esnob, y ella no puede con sus modales californianos. Lo que ninguno de los dos se imaginaban era que en cuanto se tocan sus cuerpos reaccionan al unísono, creando una red de pasiones que no pueden controlar.
Pero Cole Masten no puede tocarla… o, al menos, no debe hacerlo. Su abogado lo mataría si en pleno divorcio con su ex-mujer Nadia empieza una nueva relación sentimental. Y día tras día se arrepentirá de ofrecerle un papel en su película a esa joven de larguísimas piernas y acento sureño con la que está destinado a acabar.
Ambientada en Quincy: un pueblo real lleno de millonarios de Coca Cola
Tal y como podréis haber leído en la contraportada o en el epílogo de la obra, El amor que llegó de Hollywood está ambientada en Quincy, uno de los pueblos rurales de Florida (no Georgia como en la novela) que concentra uno de los capitales por persona más altos de los EEUU.
La razón de ello se le debe agradecer a Pat Munroe, un banquero que durante la Gran Depresión americana se dio cuenta de que la gente se estaba gastando los últimos peniques que les quedaban para sobrevivir en Coca Colas. Con las acciones de la empresa tan enormemente bajas, Pat recomendó a sus vecinos que compraran varias acciones a 19$ cada una e incluso llegó a prestarles el dinero cuando les hizo falta.
Esto salvó a Quincy de la terrible crisis económica que atravesaba el país, así como de las malas cosechas que habrían supuesto la ruina para Quincy. Al menos 67 personas dentro de esta zona rural se volvieron millonarios de la Coca Cola y prodigan su fidelidad a la marca por encima de cualquier competidor.
Actualmente Quincy es un pueblecito de menos de 7000 habitantes lleno de grandes casas solariegas donde todavía viven los nietos de los primeros millonarios de Coca Cola.
Una novela erótica muy bien ambientada
Lo primero que te llamará la atención al coger la novela de Alessandra Torre es el hecho de que su forma de escribir se sale del canon típico del género erótico. Sí que respeta los capítulos intercalados entre él y ella, de cortísima duración, tanto que a veces se limitan a una sola carilla o dos párrafos, pero la narrativa de la autora es mucho más pausada y descriptiva de lo normal.
Tendremos que esperar a la página 137 para encontrarnos con la primera escena sexual, tomándose su tiempo para generar un clímax que lentamente va ascendiendo, permitiéndonos conocer a los personajes y sentando las bases de una tensión sexual que no hace más que explotar en el momento adecuado.
Y es que la ambientación es una de las claves que hacen que la novela funcione tan maravillosamente bien. Tendremos tiempo no solo para conocer la arquitectura de Quincy, sino también la extraña y peculiar forma de comportarse del pueblo, demostrándonos que la autora sabe de lo que habla al introducirnos en el complejo y contradictorio mundo de la hospitalidad sureña. Así nos veremos frente a gente que le ha dado la espalda a Summer durante años y que la critica de puertas para dentro por su pasado con Scott que, por el contrario, conducirían 3 horas en su ayuda si lo necesitase por el simple hecho de tratarse de una vecina.
Nos encontraremos con una novela que huele a crumble de manzana y a té helado, donde el calor de Georgia (abrasador y pegajoso) se traspasa por las páginas y donde no dejan ningún elemento al azar: desde los mosquitos por la noche hasta las piscinas infantiles fabricadas para poner a raya el calor cuando no tienes ni un mísero dólar para sobrevivir.
La forma con la que se desarrolla toda la trama del rodaje de la película también es increíblemente cercana a la realidad. Desde la búsqueda de la localización de los escenarios hasta la necesidad de alquilarle la casa a los lugareños debido a la falta de hoteles en un pueblo tan pequeño, todo el proceso rezuma realismo. Summer, como ajena al mundo de Hollywood, nos sirve de puente para descubrir lo que se esconde detrás de las películas que vemos en nuestra casa: escenas grabadas sin un aparente orden cronológico, dobles de cuerpo para las escenas sexuales o incluso los parches de color rosita que se ponen sobre el pecho y la vagina para realizar escenas más íntimas.
Una relación basada en el sexo
Al principio de la novela Cole Masten estaba absolutamente destrozado por el divorcio con su mujer, y conforme va avanzando la trama se da cuenta de que lo único que le unía con Nadia era el sexo. Sin embargo, por muy romántica que nos pretendan vender la relación que tendrá luego con Summer en la que ninguno de los dos sabe procesar sus sentimientos de forma eficiente, lo que le acaba uniendo con Summer es también solamente sexo.
El único momento de romance que tendrán los dos a lo largo del grueso de la obra será la aparición de Gallito. Summer, para vengarse de él (o como instrumento de reconciliación), le regala un pollito que se pasea a lo largo de la novela como una mascota de una película de Disney y que le da una excusa para poder comunicarse entre ellos. El resto del tiempo, Cole Masten y Summer se pasan el tiempo discutiendo, evitándose los unos a los otros y estallando en momentos de sexo desenfrenado cuando la tensión es demasiado alta.
La situación cambiará en el futuro cuando él acepte experimentar el mundo de ella, pero no quiero haceros spoilers innecesarios. ¡Tendréis que leer el libro!
Summer Jenkins sabe lo que quiere, pero no tiene claros sus sentimientos.
Summer es sin duda el pilar maestro sobre el que se estructura la novela. A pesar de caer dentro del saco de las rubias de largas piernas que conforman todas las protagonistas de este género, Summer se parece mucho más a una chica normal y corriente que muchas otras divas con las que nos hemos topado.
Es un poco sucia, deja los platos sin lavar a veces, le gusta sentarse en un porche a beber cerveza toda la noche, duerme hasta tarde y le gusta devorar dulce. Además, ella es la que consigue que los diálogos de esta novela brillen precisamente por generar la sensación de que son naturales y reales, improvisados y por lo emocionalmente contradictoria que es la propia Summer, reaccionando como podríamos hacerlo cualquiera ante el tsunami de sentimientos que tiene frente a ella.
Al fin y al cabo, no todos los días tienes delante de ti a una estrella de cine, arrogante y cretino, que la mitad de las veces habla como un hombre enamorado.
Mi opinión sobre El amor que llegó de Hollywood
Es muy refrescante encontrarte con una novela erótica que se toma su tiempo en generar una ambientación adecuada y que no se lanza de cabeza con el sexo. Entiendo que a alguien que va buscando el encuentro desde la página treinta esto pueda molestarte, pero para mí se trató de un interludio maravilloso que explotó en el momento perfecto.
Las escenas sexuales de Alessandra Torre son brutales. Por fin nos encontraremos con una joven que admite que se masturba, con sexo telefónico, con un cunnilingus antes que una felación, con una relación de poder sexual equiparado y sin demasiados alardes de machismo (aunque a Cole Masten se le va de vez en cuando el tono, pero forma parte de su personaje capullo).
El comienzo de la obra me enganchó profundamente hasta el punto que no podía soltarlo. Sin embargo, conforme se acercaba el final y veía que la relación entre Cole y Summer no avanzaba de sus “te odio pero te deseo” y que las dos principales líneas argumentales no estaban ni siquiera próximas a cerrarse (el divorcio y contar lo que pasó en la cena de ensayo con Summer y Scott), empecé a temer que al final todo se precipitara un poco.
Para mí el comienzo es la mejor parte de la obra y de alguna forma los protagonistas fueron capaces de robarme el corazón y acercame un poco más al rural americano. La guinda del pastel la puso enterarme de que el libro tiene una versión cinematográfica que parece maravillosamente bien adaptada. Os dejo el tráiler por aquí y me voy a por palomitas.
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