En el corazón de una América luminosa, donde el sol brilla sobre los jardines perfectamente cuidados y las casitas de madera blanca resplandecen con la promesa de la felicidad, se esconde una sombra inquietante. Es en este escenario aparentemente idílico donde Shirley Jackson teje sus historias, entrelazando la normalidad con hilos de oscuridad y perturbación. Con su pluma afilada, Jackson rasga el velo de la cotidianidad, revelando los miedos y las ansiedades que acechan bajo la superficie de la vida americana.
Ahora, gracias a la exacta y perfecta edición ilustrada de Libros del zorro rojo, los relatos y cuentos oscuros de Shirley Jackson cobran vida de una manera todavía más certera. Y es que Carmen Segovia, la ilustradora que puebla esta sugerente edición en azul, ha sabido captar en sus coloridas y sencillas ilustraciones el oscuro y macabro mensaje que esconde cada una de ellas.
Este libro es una casa de muñecas, donde cada capítulo - habitación esconde un secreto perturbador. Shirley Jackson nos guía por los pasillos de la psique humana, mostrándonos que el horror no siempre proviene de elementos sobrenaturales, sino de la propia oscuridad que habita en el corazón de las personas.
Bienvenidos a una recopilación de sus cuentos más oscuros, donde lo ordinario es extraordinario y en el que tú, como lector, temerás y ansiarás por igual esa frase final que le da un escalofriante sentido a todo.
Lo oculto detrás de la fachada: qué te encontrarás dentro de la recopilación de Cuentos oscuros de Shirley Jackson
Existen infinidad de ediciones de obras de Shirley Jackson en España y su popularidad ha ido in crescendo desde que Netflix lanzó su adaptación de su popular obra: The haunting of the hill house. Sin embargo, es quizás con este librito de cuentos oscuros con el que uno llega a conocer de verdad el despiadado horror cotidiano con el que jugaba la autora.
En las páginas de esta delicada edición ilustrada, con su sugerente portada azul y sus márgenes generosos que invitan a perderse en cada relato, Shirley Jackson nos susurra al oído once historias que desafían nuestra percepción de la realidad. Desde el primer cuento, La posibilidad de hacer el mal, hasta el último, Los del verano, Jackson nos sumerge en un mundo donde las apariencias engañan y los personajes ocultan secretos que, primero te inquietan ligeramente, luego te dejan una mala sensación en el cuerpo y que, por lo general, acaban con un final dilapidario capaz de corroerte el alma.
Nos encontaremos con muchachas que se escapan de casa sin una aparente razón, con una preocupada familia detrás que cada año suplica por la radio porque vuelva en Louisa, por favor, vuelve a casa. Son cuentos de casas que te atrapan como a las protagonistas de La historia que solíamos contar, en la que dos mujeres tejen un relato escalofriante sobre un cuadro que las abduce hasta que ya es demasiado tarde para escapar; o como en La visita, en la que una muchacha se ve atrapada en la ilusión de la mansión de una casa aparentemente perfecta.
Los personajes de Jackson son como las ilustraciones de Carmen Segovia que salpican estas páginas: aparentemente sencillos, pero con un trasfondo inquietante que se revela poco a poco. "El bello desconocido" nos habla de una mujer atrapada en un matrimonio asfixiante, que encuentra una escapatoria en la fantasía, solo para descubrir que la realidad puede ser aún más aterradora.
—¿Lleva aquí mucho tiempo? —preguntó Y con cautela.
Pero el anciano dio saltitos atrás y adelante e hizo una pirueta con elegancia exagerada.
—Nada de preguntas, jovencita. ¡Nada de preguntas! Que en una cabeza bonita no debe haber nada!
Frente al evidente horror de un accidente mortal de tráfico, la autora es capaz de retorcer el relato al ponernos en perspectiva, con su obra Lo único que dijo es sí, que su hija lo sabía y les había avisado muchas veces de que ocurriría, Y otros cuentos como ¡Qué idea!, El bello desconocido o La buena esposa son capaces de ponernos los pelos de punta al trasladarnos el horror sembrado en lo que aparentemente parecen matrimonios felices, sin ni una pizca de anormalidad, que poco a poco van desenredando una visceral ira y rabia escondida tras sus cordiales diálogos.
Como veis, son historias que disfrutar poco a poco, que digerir y que luego volver a revisitar en conversaciones o en la oscuridad de tu casa, con alguna taza de café enfriándose, olvidada y apenas apreciada, en una esquina del sofá. Porque pocos de ellos muestran su verdadera cara en la introducción del mismo cuento, y de alguna manera, sin que lo puedas evitar, muchos te hacen esperar el colosal y devastador final que hace que el cuento entero cobre una nueva dimensión y una imagen rotundamente diferente (y, sin lugar a dudas, mucho más inquietante).
El horror detrás del día a día del useño americano de mediados del S.XX
Shirley Jackson, nacida en 1916 y fallecida en 1965, situó gran parte de sus relatos en la América de mediados del siglo XX. Sus historias se desarrollan en un contexto aparentemente apacible, en ciudades pequeñas y tranquilas donde la vida parece transcurrir sin sobresaltos. Jackson, nos presenta así, un escenario que evoca la imagen idílica del "sueño americano": casas perfectamente cuidadas, vecinos sonrientes y una sensación de seguridad y estabilidad que envuelve cada rincón.
Sin embargo, bajo esta superficie de normalidad y felicidad, Jackson va sembrando sutilmente las semillas de lo perturbador. En el primer relato de la colección, La posibilidad de hacer el mal, nos encontramos con una anciana aparentemente adorable, obsesionada por cuidar sus rosas y querida por toda la comunidad. Pero detrás de su fachada de dulzura y extravagancia, se esconde un ser horrible que encuentra placer en sembrar la duda y hacer el mal de forma anónima en los demás, buscando destruir sus vidas.
"Al viejo le tapamos la cara con una almohada mientras dormía y después lo colgamos de un árbol, presas de un éxtasis rencoroso que gastamos con él y nos dejó muy poco entusiasmo para la anciana. Pero hicimos la faena y jamás volvimos al bosque que había detrás del castillo, donde, que yo sepa, aún cuelgan ambos cadáveres. Es tal como Y dijo entonces:
—No sabemos si podemos matarlos, pero sabemos que, si no están muertos, siguen atados...
Y entonces, débiles y felices y risueñas, pasamos el día tumbadas al sol, cerca de la verja, esperando a que alguien entrase en el dormitorio.
Este no es el único ejemplo inquietante de este escenario. La visita, que con tanto ahínco despliega un listado de descripciones sobre lo preciosa que es la casa en la que viven Carla y su familia, es capaz de alguna manera de decirte que algo no va bien simplemente hablándote de lo bonitos que son los tapices que recubren las paredes; o incluso en ¡Qué idea!, a una mujer se le ocurre, una noche cualquiera, tranquila y pacífica, matar a su marido con un cenicero. No importa que le quiera, y que él sea bueno con ella y que todo en su vida vaya bien porque de alguna manera la autora nos traslada que el horror está en todas partes: si no es dentro de nosotros mismos o del prójimo (del que nunca conoceremos su verdadera cara), entonces en nuestro entorno más inmediato, siempre camuflado como un escenario o elemento bueno y seguro.
Pues, que yo supiese, a la tía Cynthia de Londres, Inglaterra, aún no le habían notificado nada; pero si la niña era capaz de estar tan tranquila y hacer planes de futuro ni cinco minutos después de enterarse de que sus padres habían muerto en un accidente, lo único que yo podía decir es que quizá la psicología de Helen Lanson había surtido efecto, aunque a lo mejor no como ella habría querido, y espero que, si algún día a mí me ocurre algo, mi hija tenga la decencia de soltar una lágrima. Aunque lo más benévolo es pensar que Vicky estaba demasiado conmocionada.
Estos cuentos son un claro ejemplo de cómo Jackson es capaz de transformar lo cotidiano en algo inquietante. La autora nos muestra cómo el mal puede esconderse detrás de una sonrisa amable y cómo la crueldad puede manifestarse en los gestos más insignificantes. A medida que las historias van avanzando, vemos cómo la fachada de cordialidad y felicidad que introducen se va resquebrajando, dejando entrever las grietas de la perturbación que acecha bajo la superficie.
Jackson juega magistralmente con la psicología de sus personajes, explorando los recovecos más oscuros de la mente humana. Nos hace cuestionar la verdadera naturaleza de aquellos que nos rodean, sugiriendo que nunca podemos estar seguros de lo que se esconde detrás de la máscara de la normalidad.
Asesinas con delantal y esclavos de nuestras pasiones: los protagonistas de los cuentos oscuros de Shirley Jackson
Los personajes que pueblan los cuentos de Shirley Jackson son un reflejo distorsionado de la sociedad en la que vivía la autora, una radiografía de las luces y sombras que se ocultan tras la fachada de la normalidad. A través de estas figuras inquietantes y complejas, Jackson explora los roles y las expectativas que se imponen sobre los individuos, especialmente sobre las mujeres, y cómo estos pueden llevar a la represión, la frustración y, en última instancia, a la oscuridad.
Uno de los arquetipos más recurrentes en los relatos de Jackson es el de la mujer ama de casaaparentemente bondadosas, pero que esconden un lado retorcido y malicioso. Estas mujeres se presentan como pilares de la comunidad, amables y serviciales, pero bajo su máscara de amabilidad se oculta una mente manipuladora y cruel. Son personajes que, a veces, encuentran placer en el sufrimiento ajeno y que, a pesar de ello, se esfuerzan en mostrar una fachada de concordia y corrección ante el resto del mundo. Uno de los ejemplos, además de la anciana en La posibilidad de hacer el mal, es la narradora de Lo único que dijo es sí, ya que odia con toda su alma a la hija de los vecinos difuntos y se lamenta una y otra vez de lo mucho que come, de lo rara que es y de que la muerte de sus padres le haya estropeado sus vacaciones a Maine.
A través de estos personajes, Jackson nos muestra cómo la maldad puede esconderse en los lugares más insospechados, cómo la crueldad puede vestirse con el disfraz de la bondad.
Por otro lado, encontramos a las mujeres silenciadas, aquellas cuyas voces han sido acalladas por la sociedad y por las circunstancias de sus vidas. Personajes como la adolescente en Jack el Destripador, la esposa en El bello desconocido o la presa en La buena esposa son ejemplos de mujeres que han sido relegadas a un segundo plano, condenadas a vivir a la sombra de los hombres que las rodean. Son víctimas de una violencia heteropatriarcal con rostro de hombre cordial que se apodera de sus vidas, sus recuerdos, su futuro y hasta su capacidad de emocionarse por la vida.
Dentro de este arquetipo estaría también la adolescente de Lo único que dijo es sí, cuya sensibilidad le permite ver el futuro, ninguneada y silenciada por una una sociedad que se alimenta de normalidad y que acalla u oculta todo lo que tenga el menor indicio de extraordinario.
Los cuentos de Jackson están poblados por una galería de personajes variopintos que encarnan diferentes facetas de la condición humana. Encontramos a maridos y amantes controladores, a vecinos entrometidos y a extraños ancianos solitarios. Sin embargo, todos ellos cuentan con una característica común: que, de una forma u otra, se encuentran atrapados en un cuadro donde intentan mantener a flote una imagen de perfección y felicidad cuando en realidad hay algo oscuro y podrido cuyo hedor es capaz de llegarle al lector de sus historias.
Se levantó y cruzó el salón en dirección a la puerta que daba al recibidor sin propósito alguno. Estaba muy inquieta y mirar a su marido no la ayudaba. El cordón que sujetaba las cortinas corridas le hizo pensar: «Estrangúlalo.» Se dijo: «No es que no le quiera, sino que esta noche estoy macabra. Como si fuera a suceder algo malo: un telegrama o que se estropee el frigorífico.» «Ahógalo», le sugirió la pecera.
Entonces ¿debería leerme Cuentos oscuros de Shirley Jackson?
Si has llegado a este punto de la reseña, entonces me atrevería a decir que sí. Shirley Jackson crea un escenario extraño, afectado y enfermizo en medio de una estampa de cotidianeidad que, sin lugar a dudas, te pone los pelos de punta al acabar cada uno de los relatos.
La edición de Libros del zorro rojo es un regalo para la vista y las ilustraciones de Carmen Segovia que en un primer momento parecían sencillas, encajan en su aparente inmovilidad y extrañeza con el relato que acompañan. Y es que cada relato es una pieza única de un mosaico perturbador, una invitación a adentrarse en los rincones más oscuros de la psique humana. Jackson nos guía por un laberinto de espejos deformantes, donde nada es lo que parece y donde el horror acecha en los detalles más sutiles de nuestra cotidianidad.
Si en algún momento disfrutaste con los cuentos de miedo o con algo de del terror psicológico y de las historias que se quedan contigo mucho después de haberlas leído, entonces no puedes dejar pasar esta edición.
Shirley Jackson tiene el poder de transformar nuestra percepción de la realidad, de hacernos cuestionar todo lo que damos por sentado. Y eso es precisamente lo que hace que sus cuentos sean resuenen de una forma inquietante con nosotros mismos.
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