Bac es una novela policíaca autopublicada que nos sitúa de cabeza en el interior de una investigación nacional en la que colaboran las fuerzas de la Policía Nacional con la Guardia Civil.
Argumento de BAC
En una España harta de la corrupción y el nepotismo, donde los ricos no pisan una celda y donde parece que el crimen siempre queda impune, un grupo conocido como BAC decide tomarse la justicia por su mano. El primero de todos ellos es Castro: un multimillonario acusado de corrupción que aparece empalado en su propia mansión. En cuanto aparece su cadáver, se despliega todo un operativo para poder descubrir y detener a los BAC antes de que sea demasiado tarde.
Diego, un atractivo e inteligente miembro de los Mossos de Esquadra, recibirá el encargo de su capitán de participar en la investigación, para la cual unirán fuerzas con otros miembros de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Los cuatro forman un grupo joven y competente, pero los BAC son inteligentes y escurridizos y cuando al primer asesinato le sigue un segundo, la alarma se desata por todo el país.
Una documentación simplemente maravillosa
BAC trata principalmente de la investigación de un crimen a gran escala en el que participan las diferentes fuerzas de seguridad de España. Página tras página, acompañamos a Diego y a Eva en la búsqueda desesperada de pistas que les permita agarrarse a un hilo del que tirar y donde encontrar a cualquier persona ligeramente involucrada con el delito.
En un intento de aportarle credibilidad a la trama, Segismundo Yojarranza nos cuenta con detalle cómo es el día a día de este grupo de investigadores desde que se levantan hasta que se acuestan, cómo debaten las posibles personas implicadas delante de una taza de café caliente o las manías que tiene uno u otro a la hora de conciliar sus preferencias personales y particulares con la forma de trabajar de la capitana.
Hacer esto provoca que el libro se vuelva un poco largo, de lo que ya habalremos después, pero lo que está claro es que pone en una complicada posición a un autor que, tal y como él mismo confiesa en su biografía, no trabaja en el interior de la policía ni en ningún tipo de sector relacionado. Hubiera sido demasiado fácil por tanto, con tanto proceso e interrogatorio abierto, que Segismundo hubiera patinado con alguna incoherencia que no cuadra con la obra, pero no es así.
Desde las reuniones por Skype hasta los plazos máximos de detenciones en caso de suspensión de derechos individuales amparándose en la inmunidad que les otorga la investigación de bandas armadas y elementos terroristas, Segismundo lo tiene todo completamente controlado. Cada pequeño detalle está explicado en algún punto de la obra, tanto como parte de los pensamientos del propio Diego como en boca de alguno de los personajes.
De todas formas, y amparados por la ley antiterrorista bajo la cual habían ordenado las detenciones, dispusieron tenerlos encerrados e incomunicados las cuarenta y ocho horas que permitía la ley. Al menos, tener unos sospechosos en los calabozos calmaría a las altas instancias del poder.
Quizás lo que más me chirrió fue el hecho de que otros países se prestasen de una forma tan gratuita a ayudar a España con su investigación o que tuvieran acceso de una manera tan inmediata a las conversaciones de Whatsapp de la gente, pero según lo que he leído en Internet para poder hacerle una crítica justa, esto sería posible.
Incluso dentro de las conversaciones de los propios personajes, el nivel de detalle y documentación logrado es simplemente colosal. Diego, experto en lenguaje corporal, continuamente analiza a las personas con las que habla (sobre todo al principio de la obra) y nos explica cómo sabe cuándo mienten; Eva, Capitana de la Guardia Civil, es plenamente consciente de los procesos administrativos que debe seguir y hasta Olga y Diego comentan en ciertos momentos que prefieren usar Telegram porque los mensajes están cifrados y es mucho más seguro.
En cierto momento hablan de inteligencia artificial, de Big Data, de creación de un algoritmo capaz de predecir la siguiente víctima a través de una de serie de patrones e incluso de la reacción de la propia sociedad al asesinato de los BAC.
¿Son los BAC un mal menor? ¿Cómo reaccionaría la sociedad ante algo así?
Como ya nos anticiparon algunas obras previas como Death Note de Tsugumi Oba, lo interesante de BAC no es solo el hecho de ver a los investigadores afectados por la escasez de pruebas y la virulencia de los asesinatos, sino contemplar cómo se lo toma la propia sociedad. En un mundo cargado de corrupción, donde la clase media se empobrece rápidamente y los ricos y los políticos son cada vez más corruptos, la aparición de las BAC se vive como la llegada de unos “salvadores” capaces de repartir justicia allá donde el sistema judicial no puede.
No quiero adelantarme demasiado a los sucesos ni realizar spoilers innecesarios, pero es muy interesante ver cómo al principio de la novela es el propio grupo de investigadores el que transmiten al lector los tres bandos que se forman con motivo de la aparición de los BAC: la gente de a pie que, charlando en un bar mientras Diego toma un café, afirma que ellos mismos ayudarían a las BAC de saber quiénes son; el grupo de los propios ricos y corruptos que, amparados en movimientos de derechas, prometen grandes sumas de dinero a quien logre atrapar a los BAC y que involucran al ejército de por medio; y por último los propios investigadores que solo hacen su trabajo.
De esa forma, BAC realiza el dificilísimo trabajo de retratar a la sociedad española actual desde sus estratos más bajos hasta los más altos, mostrándonos las caras ficcionadas pero que todos reconoceríamos dentro de los que permiten, toleran o ejercen la propia corrupción y de la clase media desamparada ante esa situación. No deja ni uno de los sectores sin retratar: los que se enriquecieron gracias al franquismo, la vieja aristocracia, los periodistas, los independentistas y los radicales de derechas, el ejército y los políticos, creando toda una enrevesada trama donde, citando a Diego, “se destapa mucha mierda, aunque no tenga que ser necesariamente de las BAC”.
Mi opinión sobre BAC
BAC es un buen libro. Eso está claro. Si te gustan las novelas policíacas y de investigación y estás harto de la figura del protagonista que siempre tiene que ser un psicópata a punto de palmarla o que parece más culpable que los propios criminales, entonces BAC es para ti. Si estás metido en el mundo de la policía o de la guardia civil o si simplemente te interesa la investigación del proceso criminal, entonces sin lugar a dudas tienes que hacerte con esa novela.
Segismundo Yojarranza consigue crear personajes realistas, con sus altibajos y sus claroscuros, mostrando su lado humano y los posibles roces que puede haber entre ellos: peleas, desconfianza, el problema de su juventud a la hora de tener que acatar la autoridad de una persona en la que no creen, los problemas morales que surgen o incluso cómo equilibran su vida familiar. Álvaro, Sabino, Diego, Eva e incluso Olga cuentan con su propio criterio, manías y forma de expresarse que en ningún momento parece un pastiche, dotándole a las conversaciones de un realismo tal que parece que las estés escuchando directamente.
Ahora bien, es cierto que el libro es demasiado largo. Le sobran fácilmente 200 páginas. En un intento por mostrarse todo lo fiel y realista posible al día a día de los investigadores, el autor nos relata absolutamente todo: desde cómo toman un café a cómo Eva se masturba en una bañera pensando en otra persona.
Álvaro entró en la habitación a toda prisa mientras su móvil emitía un sonido. Era un correo electrónico. Dejó la maleta y la mochila del portátil sobre la cama y se dirigió corriendo al baño. Tras bajarse los pantalones y los calzoncillos, se sentó en la taza del wáter y expulsó un sonoro pedo. Una sonrisa de satisfacción apareció en su cara, sonrisa que duró hasta que desbloqueó su móvil.
Personalmente creo que si el día de mañana a Segismundo le apetece probar suerte con la literatura erótica, sin duda le irá maravillosamente bien ya que tiene una profusa experiencia a la hora de describir cada sensación húmeda y caliente por la que pasan los protagonistas.
Además, sin duda a BAC le vendría muy bien pasar por las manos de un corrector o un editor. La edición física es de 250mm x 175mm, en tapa blanda y con una tipografía chiquitina. Con un pequeño depurado de páginas, sin duda la obra cabría en un A5 y sería más transportable, porque el inconveniente de este tipo de tapas de Amazon es que se doblan con mucha facilidad y pierden el color, haciendo que la destrucción del libro sea inminente.
Precisamente por eso me hice con la edición en digital también, que es mucho mucho más cómoda para leer y que sin duda se adapta mejor a la pantalla. Falla en algunos saltos de línea que un lector avispado fácilmente sabe recolocar mentalmente y que son realmente comunes en las primeras obras de escritores que autopublican.
– Espera, lo del programa para buscar patrones, ¿cómo lo lleváis? – añadió Eva. – Seguimos trabajando, pero como teníamos otra prioridad lo hemos dejado en segundo plano. Pentium va haciendo avances, pero no lo podemos dar por finalizado. – dijo Álvaro.
Lo que está claro es que detrás de esta trama y de todo lo que esconde y representa, BAC demuestra que Segismundo Yojarranza tiene talento a la hora de contar historias. Esta primera obra es un muy buen arranque, y estamos deseando saber cómo serán las siguientes.
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