Reflexiones desde 1984: El Eco de Orwell en el Siglo XXI

Como si se tratara de un faro en medio de la vorágine de la actualidad, 1984 de George Orwell es una novela sobre la que los medios de comunicación y la cultura popular tienden a volver a referenciar una y otra vez. Y no me extraña. El libro de Orwell, considerado como una de las tres grandes distopías modernas es un faro de luz que sorprendentemente nos previno del control de las masas a través de la manipulación de la información.

Por eso no es de extrañar que recientemente Nova haya publicado, siguiendo su estela de clásicos literarios ilustrados como ya ha hecho con otras obras como Cita con Rama (Arthur C. Clarke), una reedición de lo más cuidada y acertada que anima a aquellos que todavía no han leído esta joya a hacerlo y a los que sí, a releerla y disfrutar del maravilloso trabajo de maquetación de la editorial.

Personalmente, me ha sido difícil resistirme a ojear el libro, dispuesta a revivir los primeros días de Smith a pesar de que lo he leído en más de seis ocasiones y he acabado volviendo sobre esta historia que tanto nos tiene que enseñar y que, hoy en día, sigue siendo perfectamente relevante. Déjame que te cuente por qué.

Te pone alerta sobre la manipulación que ejercen aquellos con poder

Una de las principales razones por las que 1984 sigue siendo relevante es porque nos hace reflexionar profundamente sobre las dinámicas del poder y cómo este puede ser manipulado para controlar a la sociedad. El "Gran Hermano" y la omnipresencia del Partido en la novela son representaciones extremas de gobiernos totalitarios que controlan a sus ciudadanos mediante el miedo, la represión y la distorsión de la realidad.

Sin embargo, no nos engañemos: no hace falta un gobierno totalitario para ello. El aviso de Orwell está perfectamente patente en nuestro día a día. Y es que a través de la recolección de la información, los gobiernos y las empresas (entre ellas las redes sociales), influyen y manipulan en tus pensamientos. Vivimos en un mundo cada vez más vigilado y controlado por tecnologías y algoritmos que recopilan información constante y detallada sobre nuestras vidas: desde las cámaras de seguridad inteligentes (que en países como China captan y reconstruyen los movimientos de sus ciudadanos) hasta los datos que compartimos con nuestros móviles (siete de cada diez aplicaciones para móviles comparten tus datos con otros proveedores) y redes sociales, estamos bajo constante vigilancia, de manera similar a como lo estaban los ciudadanos de la sociedad de Orwell bajo la mirada del Gran Hermano.

Si en 1984 el Partido emplea esta información para controlar políticamente a la población, en el mundo actual esta información se vende, emplea, pule y procesa no solamente para vendernos productos (como esa cafetera que tu móvil escuchó que querías comprarte), sino también una enorme cantidad de información falsa (planteada de forma que conmueva las emociones sin usar la razón) como hacen a menudo los partidos de extrema en España con temas tan controvertidos como la inmigración y las ayudas que reciben, el índice de criminalidad o enterrando incluso información relevante (como que la famosa ley de los okupas se implementó durante la legislatura de Mariano Rajoy en el 2018).

Las fake-news y el Ministerio de la Verdad

Una de los principales preocupaciones de Smith en la novela es, obviamente, su trabajo. Y es que Smith se dedica a algo fascinante: ocultar y censurar la verdad tal y como el Partido va deseándolo. Y si todavía no crees que esto suceda entonces es el momento de abrir los ojos porque continuamente estamos intentando reescribir la historia.

No hace falta que escojamos los múltiples y abundantes ejemplos de lavado de historia (como los negacionistas del Holocausto, la forma sistemática con la que Turquía niega el genocido del pueblo armenio durante la I Guerra Mundial, la quema de libros contrarios a sus ideas durante la Revolución Cultural China (1966-1976), sino que tenemos uno de los ejemplos más candentes de hace pocos meses en Netflix. Netflix lanzó una magnífica serie-documental acerca de Cleopatra donde, en sus primeros minutos, declaran que existe una conspiración mundial que oculta el hecho de que Cleopatra era negra, cuando está más que documentado que era griega y por tanto, blanca de piel.

Este concepto de manipulación de la información y de la realidad es sorprendentemente relevante tanto en el libro como en nuestro día a día. En la era de las "fake news" y la "post-verdad", es común ver cómo se distorsionan los hechos, se promueven teorías de conspiración y se desacredita a los medios de comunicación para adaptarse a una narrativa particular o para impulsar una agenda política.

Finalmente, el concepto de "doblepensar" en 1984, la capacidad de mantener dos creencias contradictorias en la mente simultáneamente y aceptar ambas, también tiene ecos en nuestro tiempo. Vivimos en una era de polarización extrema, donde los discursos a menudo se reducen a blanco y negro, y donde las opiniones contradictorias pueden ser aceptadas sin cuestionamiento crítico. Esta polarización y falta de diálogo puede llevar a la aceptación acrítica de narrativas que promueven la división y el odio.

La neo-lengua y la terminología que esconde realidades aplastantes.

Orwell introduce en la novela el concepto de "neolengua": una forma de lenguaje diseñada por el régimen para limitar la libertad de pensamiento y expresión de los ciudadanos. En nuestro mundo actual, con la creciente polarización y la rápida evolución del lenguaje en plataformas digitales, el lenguaje evoluciona y los medios de comunicación se suman al carro para intentar mostrarte, de una forma prositiva, situaciones absolutamente demenciales.

Términos como nesting, que hace referencia a la elección voluntaria de quedarse en casa en lugar de salir a disfrutar del ocio; o coliving no son más que terminología basura que esconde realmente la precariedad de la vivienda a la que se ve sometida la generación millenial y centenniall. De la misma manera llamamos sinkies a los jóvenes que no quieren tener hijos, a menudo porque no pueden permitirse mantenerlos; el jobsharing es un término muy cool para hablar del hecho de que dos personas compartan el mismo trabajo por un único sueldo o las trabacaciones: trabajar en tu periodo no lectivo.

De la misma manera con la que el Partido en 1984 modulaba el discurso para que EurAsia sea odiado o deseado y las diferentes reglas e imposiciones del gobierno se perciban como algo positivo, el neolenguaje en la actualidad busca generar exactamente los mismo.

Por todo lo dicho, si 1984 nos resuena como un eco incómodo, es porque la novela de Orwell sigue funcionando como un espejo de nuestra realidad.

Nos recuerda que cada palabra tiene poder y que por tanto, debemos estar alerta sobre aquellas que emplean los poderosos, que siempre hemos de buscar la verdad histórica y que cada dato que cedemos es una pieza de nuestra libertad que regalamos. Nos desafía a mantenernos lúcidos, a leer entre líneas, a cuestionar y a no renunciar a nuestra capacidad de asombro y de indignación.

La edición ilustrada de Nova, con su cuidado diseño, es una forma maravillosa de volver a visitar un texto tan relevante. Y al igual que la persistente visión de Orwell, nuestra elección consciente de asumir este desafío es la única defensa que tenemos frente a un omnipresente "Gran Hermano".