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Historias desde el psiquiátrico: la vida de Janet Frame

Escondida en el interior del armario de un psiquiátrico, llorando al sentirse rechazada por una sociedad inmisirecorde, se gestó el genio de una de las autoras neozelandesas más relevantes hoy en día.

Janet Paterson Frame Clutha, conocida posteriormente como Janet Frame, nació en Oamaru en 1924. Desde muy joven su vida estuvo marcada por la tragedia. Introvertida, bendecida por una mata de pelo pelirrojo que no encajaba con la estética femenina del momento, Janet creció rodeada por sus cuatro hermanos en un hogar siempre cambiante donde cualquier tipo de emoción estaba prohibida. Sus días se fueron oscureciendo conforme la catástrofe llamaba a su puerta: su hermano mayor, Georgi, sufrió continuos ataques epilépticos y dos de sus jóvenes hermanas murieron ahogadas con pocos años de diferencia.

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Imagen de la película basada en la vida de Janet Frame

Esto, sumado a la extrema pobreza en la que vivían, convirtió a Janet Paterson en una mujer extraña y propensa a vivir alejada del mundo.

Creció dominada por su forma diferente de ver la vida y su obsesión por la lectura hasta convertirse en profesora de secundaria. Sin embargo, pronto incluso el placer que le daba darle clases a los niños sería interrumpido. Al igual que le ocurre a la protagonista de en Rostros en el agua (Istina Mavet), un inspector de educación se obsesionó con Janet Paterson y con sus métodos poco ortodoxos y empezó a hacer circular el rumor que la señora Frame, tan poco propensa a obedecer y a dejarse arrastrar por sus órdenes, en realidad, está completamente loca.

El acoso se extiende hasta tal punto que Janet, desesperada y marcada por la melancolía de una infancia triste y quejumbrosa, intenta suicidarse con un puñado de aspirinas. Esa sería su puerta de entrada a Seacliff: un hospital psiquiátrico al que acude por su propio pie en busca de ayuda para tratar su depresión.

Tenía veintidós años.

Nunca imaginó que no le darían el alta hasta casi cumplir los treinta.

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Imagen de la película basada en la vida de Janet Frame

Durante años, Janet fue víctima de todo tipo de abusos por parte del personal del hospital y de las enfermeras, generándole un trauma indeleble que describe con gran profusión a través de su alter ego, Istina Mavet, en su obra Rostros en el agua. Allí, incomunicada, privada de derechos básicos y fundamentales, los doctores del lugar la diagnosticaron erróneamente con esquizofrenia y estuvieron tratándola durante más de cuatro años consecutivos con terapia de electroshock.

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“El tratamiento […] nos deja solos y ciegos, suspendidos en una vacuidez existencial en la que uno se mueve a tientas, como un animal recién nacido al contacto de los primeros consuelos. Luego, al despertar, pequeñas y asustadas, nuestras lágrimas continúan resbalando con lenta e indescriptible aflicción.”

Perdida y confundida, Janet aprovechó los pocos momentos que tenía para escribir cuentos, libros, novelas, poemas y ensayo. Su primera novela, Owl do cry (1957) recibió una gran acogida por parte del público. Como haría sucesivamente en el resto de sus obras, Janet Frame explora aquí la sutil y confusa frontera entre la razón y la locura y cómo los médicos tienen el poder de deshumanizar a alguien simplemente categorizándole como “trastornado” y arrebatándole de esta forma la posibilidad de ser escuchados.

Entre golpes y terapia de electroshock, Janet Frame fue capaz de terminar su colección de relatos La laguna. Historias cortas profundamente influenciadas por sus experiencias vitales como enferma mental. Encerrada y trasladada continuamente de un pabellón del hospital a otro sin ninguna pista sobre cuándo la dejarían salir, la autora fue adoleciendo hasta el día en el que, repentinamente, recibió la noticia de que por fin le darían el alta.

En el segundo volumen de su extensa autobiografía la propia Janet Frame cuenta con emoción el momento en el que el superintendente del manicomnio, un hombre apellidado Palmer con una sonrisa inusual, la salvó de una lobotomía frontal programada y de una vida encerrada entre cuatro paredes.

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La vamos a cambiar de pabellón, señorita Frame. Y ya no habrá lobotomía: acaba de ganar el Premio Hubert Church a la mejor prosa.

Liberada por fin del hospital, Janet se retiró durante años a una cabañita en un jardín donde dedicaría la mayor parte de su tiempo a la producción de obras literarias. Viajó por Europa, residió una temporada en Ibiza y produjo una gran variedad de libros de cuentos, poemas, ensayo y narrativa que fueron nominadas como candidatas al nobel de literatura. Entre otras obras representativas de la autora encontramos Hijas del búfalo (1972) con el que ganó el prestigioso Premio Turnovski; Vida en Maniototo (1979) o su autobiografía, Un ángel en mi mesa. En 1983 obtuvo la Orden de Comandante de las Artes y las Letras del Imperio Británico, que se sumaron a la Orden de Nueva Zelanda y a otros premios literarios que fue obteniendo. Por último en 1986, la American Academy of Arts and Letters, nombró a Janet Frame miembro honorio.

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Imagen de la película sobre Janet Frame 

Finalmente, murió de leucemia a principios de 2004, en el Hospital de Dunedin, marchándose del mundo en un halo de misterio y soledad tal y como experimentó su vida.

Janet Frame llegó a este mundo como una joven pobre, incomprendida y marginada por una sociedad incapaz de tolerar y aceptar cualquier diferencia en su forma de ver el mundo. Desterrada por el resto y completamente sola, pasó siete años de terror que la marcarían por siempre y que nos han dado, a cambio, una maravillosa producción literaria apenas traducida al castellano. Sus libros exploran conceptos tales como la deshumanización de las personas con enfermedades mentales, las fronteras entre la realidad y la ilusión y los mundos que crean los pacientes esquizofrénicos para poder sobrevivir en un presente que solo les brinda horrores.

Su obra es un crisol desde el que explorar de forma crítica nuestra sociedad y preguntarnos… ¿de verdad hemos avanzado tanto en temas de salud mental?

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