Una noche de invierno.
Dos desconocidos.
Una fiesta exclusiva.
Un incidente propiciado por el alcohol. O, tal vez, por el destino…
Madrid, Ginebra, Nueva York.
El comienzo de una historia que no solo los cambiará a ellos.
Cuando elegí vivir como un nómada, en todas partes y en ningún sitio, no supuse que ella aparecería. ¿Cómo iba a saberlo? No soy adivino, aunque, de haberlo sido, no habría tenido tiempo para mirar bolas de cristal, cuando apenas me paraba a mirarme las mías… Dedicaba las veinticuatro horas del día a solucionar los problemas de clientes muy importantes con cargos de extrema responsabilidad e interiores tan vacíos como el mío. Ni los viajes, ni mi estatus social ni mi ático de Manhattan me llenaban. Solo ella lo consiguió. Ella, la persona más alejada de mi mundo, la más distinta de cuantos me rodeaban, la estrella inalcanzable: Vega.
Porque, como ha quedado claro si has leído la reseña hasta aquí, Solo nosotros es ese tipo de novela de romance erótica escrita en España que hace que el resto te sepan un poco a arena. No solo a la hora de crear a la protagonista, que es simplemente perfecta, sino también por el cariño que ha puesto a todos los personajes secundarios, el conflicto detrás de John y el, por fin, más que justificado momento de ruptura y drama obligatorio en el género que no pasa por “la mentira de una ex” o “de pronto tengo dudas sobre nosotros” como ocurren en otras obras del género.
No. Solo nosotros se ha convertido en uno de esos libros que guardas, atesoras y recuerdas con cariño. Aunque su final te deje con cara de estúpida. Aunque todo parezca indicar a querré matar a John en cuanto salga la siguiente parte.