Su obsesión por matar a Kirtash para que ella misma pueda morir y cómo va a ver a Ashran y este la deja pasar resulta poco creíble como poco y fue, para mí, muy insoportable precisamente por las muchísimas páginas que la autora le dedica a este extraño duelo especial. Para colmo, cuando POR FIN se reencuentra con Jack, se vuelven a extender con una cantidad insufrible de páginas sobre lo importante que es el uno para la otra y la otra para el uno y lo necesarios que son entre ellos. Está bien que se comente, pero no hasta el punto de extenderse 250 páginas sobre el tema.
¡El final es muy bueno! (si exceptuamos la maldita manía de resucitar al hada vacua y plana). Pero para mí, la agonía de las 250 páginas repitiéndose sobre el amor, el duelo de Victoria y la gran pena y tristeza que sintió y cómo finalmente se sacrifica por salvar a sus amores, fue demasiado para mí. La novela, a la que pretendía situarla como una obra sobresaliente, cayó en picado en mi lista y, en vez de leerme la tercera parte, decidí coger cualquier cosa lejos de unicornios, dragones y drama de amor adolescente. Aunque la novela tuviese tan, tan buen trasfondo.