Rynna Dayne huyó de su pueblo natal, Gingham Lakes, Alabama, cuando tenía diecisiete años con el firme propósito de no regresar jamás…, hasta que su abuela le deja en herencia el restaurante familiar que Rynna adora desde la infancia y no le queda más remedio que volver. Rex Gunner, propietario de la empresa constructora más importante de Gingham Lakes, ha tocado fondo demasiadas veces, la última de ellas cuando su esposa lo abandonó y le dejó a cargo de la hija de ambos. Entonces se juró a sí mismo que nunca más volvería a entregar su corazón a ninguna mujer…, hasta que conoce a su nueva vecina, la nueva propietaria del restaurante del pueblo, y sabe que va a tener problemas. Ahora Rex tendrá que elegir si es mejor esconderse entre las cuatro paredes de su casa y vivir en paz o salir y volver a arriesgarse a que le rompan el corazón. Mientras, Rynna sabe que no podrá luchar contra la irresistible atracción que la empuja a querer estar cerca de un hombre que ha renunciado al amor.
Pero por otro lado, Enséñame el camino tiene escenas de una exuberancia erótica simplemente genial, capaces de levantarle el ánimo a cualquiera. Su forma de describir los encuentros entre Rex y Rynna a veces son algo ridículos, ya que el más mínimo contacto accidental de piel contra piel provoca chispas y bloquea las mentes al más puro estilo del hentai prototípico, pero en cuanto se meten definitivamente en el tema, sube la temperatura y acabas viviendo cada caricia, cada movimiento y cada perversión como si fueran tuyas.
Eso, sumado al increíble clímax final de la obra, hace que Enséñame el camino se convierta, sin duda, en una novela muy disfrutable. Eso sí, has de darle cien páginas para que arranque. ¿Mi recomendación? Que la leas con un pedazo de tarta al lado ;)