Pero… al fin y al cabo… él tiene una buena vida ¿no es cierto? ¿No tiene acaso un trabajo remunerado en una época de carestía, una mujer feliz y contenta y un hijo inteligente? Lo cierto es que la decisión que debe tomar Bruno, renunciar a una parte tan importante para él mismo como es su sexualidad y su preferencia hacia los hombres lo mantiene en una constante depresión mezclada con ira que lo convierten en una bomba de relojería.
Y a pesar de todo, a pesar de todo el dolor y sufrimiento al que Bruno es sometido, de alguna forma permanece fiel a sí mismo. Porque desde el principio hasta el final, sigue siendo una buena persona.