Florencia, mediados del siglo XVI. Lucrezia, tercera hija del gran duque Cosimo de’ Medici, es una niña callada y perspicaz, con un singular talento para el dibujo, que disfruta de su discreto y tranquilo lugar en el palazzo. Pero cuando muere su hermana Maria, justo antes de casarse con Alfonso d’Este, primogénito del duque de Ferrara, Lucrezia se convierte inesperadamente en el centro de atención: el duque se apresura a pedir su mano, y su padre a aceptarla. Poco después, con solo quince años, se traslada a la corte de Ferrara, donde es recibida con recelo. Su marido, doce años mayor, es un enigma: ¿es en realidad el hombre sensible y comprensivo que le pareció al principio o un déspota implacable al que todos temen? Lo único que está claro es lo que se espera de ella: que proporcione cuanto antes un heredero que asegure la continuidad del título.
Con la misma belleza y emoción con las que nos cautivó en Hamnet, Maggie O’Farrell vuelve a demostrar su inigualable talento para adentrarse en los recovecos del pasado en El retrato de casada, una novela que reinterpreta desde la ficción un capítulo de la Italia renacentista y narra la lucha contra el destino de una joven asombrosa.
La aclamada autora brilla una vez más al naturalizar detalles históricos, darle sentido a la importancia de la vestimenta y sumergirnos en una Italia desmembrada y violenta donde las mujeres están atrapadas como parte de un sistema heteropatriarcal injusto y cruel.
Es decir, que Retrato de una casada es una novela cautivadora que revela la opresión, la falta de libertad y la trágica existencia de Lucrezia di Cosimo de Medici, sumergiendo al lector en un mundo de sutilezas, intrigas y sacrificios femeninos, y dejándolo conmovido y reflexivo sobre la condición de las mujeres en la sociedad del siglo XVII. Una obra que sin lugar a dudas, rescata del olvido a una joven que nunca tuvo la oportunidad de vivir.