El cantar de Aglaé forma parte de esos cómics que pretenden enseñarte algo y que aportan algo al propio intelecto de los que leen. Cada una de sus páginas es una pequeña obra maestra de por sí con un encanto extraño que te va convenciendo más cuanto más lo miras y que es digno de ser enmarcado.
Yo personalmente lo recomendaría a todas aquellas personas a las que les gusta leer acerca de feminismo y que no tengan miedo de hacer un poco de introspección autocrítica. Está claro que cuando salga el siguiente tomo seremos los primeros en echarle las manos encima y ver cómo continúa la historia de Boris el niño tirano y de la pobre Aglaé que ha perdido por completo a todo aquello que un día la encumbró.