Una noche, mientras me balanceaba plácidamente en la vieja mecedora, contemplé a Nathan, que intentaba afinar mi guitarra.
En algunas ocasiones he echado en falta que todo fluyese más rápido, demasiados rodeos para llegar al final. No obstante, a pesar de ello, me ha gustado y he encontrado que la pluma de la escritora es ágil, fresca y dinámica, lo que me ha permitido devorar el libro en poco tiempo y disfrutar de la lectura de forma ligera. Como siempre, Inma no defrauda, y ha vuelto con una bonita novela romántica contemporánea que os enamorará desde la primera hasta la última de sus hojas.