Los habitantes de un territorio aislado subsisten en unas condiciones climáticas hostiles, sumidos en la desconfianza y la desesperanza. La tensa convivencia de la comunidad se ve definitivamente alterada el día que aparece una niña proveniente de un lugar sospechoso, por ajeno y lejano. «Dientes de Leche» fluye de forma conmovedora entre la distopía y la realidad, entre la pura humanidad y la perturbación. Esta es una historia de supervivencia que plantea un escenario quizás no tan improbable, un mundo al límite en el que la catástrofe climática lo condiciona absolutamente todo.
Miraba por la ventana abierta. Otra vez había gente recorriendo los prados. Se movían bajo el calor casi a cámara lenta. Llevaban perros, pero no se oían ladridos. Un silencio extrañamente pesado cubría la escena. Fueron desapareciendo en el bosque, la última persona fue la única que permaneció allí y se volvió hacia donde yo estaba.
Las losas grises del pasillo estaban pegajosas. La cocina siempre estaba a oscuras, en parte por los armarios de roble y el aparador, que era negro, casi como si tuviera la superficie carbonizada. Solo la despensa era aún más oscura. Ahí es donde encontraba a veces a Edith, palpándose el cabello con los ojos cerrados, o cerrando los puños y gritándome en cuanto se daba cuenta de que había abierto la puerta.
QUEDARSE EN UN ARMARIO PARA SIEMPRE. UN ESPACIO VITAL DE DOS METROS CUADRADOS EN EL QUE NO ENTRA LA LUZ DEL DÍA, ¿QUIÉN TE ECHARÍA EN FALTA?
TU MADRE VINO DEL AGUA, ¿DUERMES TÚ TAMBIÉN EN UN CHARCO?, ME PREGUNTABAN LOS DEMÁS NIÑOS RIÉNDOSE.
HACE AÑOS QUE LAS GAVIOTAS SE PRECIPITAN DEL CIELO, PÉRDIDA DE SOSTÉN EN EL HORIZONTE, PLUMAJE CAÍDO.