Un hombre llega a hospedarse en una casa y se encuentra atrapado en una historia de viejos odios y venganzas, de amores y rencores. Una historia dura y fría como el páramo sobre el que está construído la casa. Una historia igual de eterna.
[...]y si el condenado de mi hermano no hubiera hecho caer tan bajo a Heathcliff, ni se me hubiera pasado por la cabeza. Pero tal como están ahora las cosas, casarme con Heathcliff me degradaría. Así que nunca sabrá cuanto le amo. Y no por guapo, Nelly, sino porque es más que yo misma. Sea cual fuere la sustancia de que están hechas las almas, la suya y la mía son idénticas, y la de Linton es tan diferente de ellas como puede serlo un rayo de luna de un relámpago o la escarcha del fuego.
[...]Quiero que tengas la sinceridad suficiente para decirme si Catherine sufriría mucho perdiéndole a él. El temor de que pueda ser así es lo único que me detiene. Y ya ves, ahí tienes la prueba de lo diferentes que son nuestros sentimientos. Si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le aborrezco hasta el punto de que ha envenenado mi vida con ese odio, jamás levantaría una mano contra él. Puedes mostrarte todo lo incrédula que quieras. Pero yo nunca le habría separado de su compañía, mientras ella siguiera deseando vivir con él. Ahora bien, en el momento en que cesara tal cariño, le arrancaría el corazón y bebería su sangre. Hasta ese momento —y si no me crees es porque no me conoces—, me consumiría antes de tocarle un solo pelo de la ropa.