Sus finales de capítulo abiertos pero cargados de intenciones, así como su simbología, convierten a Balas perdidas en ese tipo de cómic inteligente e intelectual que cualquiera que va en busca de algo diferente y más maduro apreciará. Personalmente me recordó enormemente al estilo de Tomine con Sonámbulo o al de Bryant con Unreal City. Cómics con una forma brutal de ver el mundo, donde el amor es siempre una trampa mortal para los humanos y con un dibujo de una calidad simplemente arrebatadora.
Balas perdidas es una recomendación segura. Hizo que me lo releyera varias veces, el personaje de Virginia me apasionó, e incluso entró en mi lista de las mejores obras que han caído en mis manos en este 2018. ¿Hace falta más para convenceros?