Las gemelas Jack y Jill tenían diecisiete años cuando las conocimos en "Cada corazón, un umbral". Esta es la historia de lo que ocurrió primero. De cómo las hijas perfectas, modeladas según los deseos de los padres, a los doce años bajaron por una escalera que las llevó a los Páramos, y descubrieron que el simulacro de amor en el que habían vivido no las había preparado para un mundo de decisiones y muerte.
El libro, aunque maravilloso, se me hizo corto y se me antojó más como un cuento narrado rápidamente por una madre deseosa de marcharse ya a dormir que una historia que pudiera saborear. La autora lo acorta tanto que no te deja saborear de los elementos los paisajes, la facilidad con la que introduce las relaciones lésbicas, los elementos atmosféricos como la luna de sangre y otra serie de assets repartidos en el worldbuilding realmente jugosos.
Al mismo tiempo, el final me pareció apresurado, por momentos injustificado y para el que, sin lugar a dudas, no nos habían preparado lo suficiente. Así que mi sensación general, por duras que puedan parecer mis palabras, es que he leído el borrador de una obra maravillosa. Una obra maravillosa que, de una forma u otra, se me ha hecho demasiado corta.