Sidi es la nueva obra con la que Arturo Pérez-Reverte ha vuelto a conquistar las listas de los más vendidos durante varios meses en España. A través de una prosa deliciosamente bien construida, el catedrático de la lengua española nos sumerge en los días en los que Rodrigo Rodrígo Díaz de Vivar, conocido por los cristianos como El Cid Campeador y por los moros como Sidi, campaba alrededor de la frontera tras su destierro extendiendo su leyenda a todo el que quisiera oírla.
Argumento de Sidi
Siglo XI. La que hoy conocemos como España era un territorio duro para la vida, donde reyes cristianos y moros se disputaban la tierra en conflictos interminables y en los que un hombre sin palabra no valía nada. En estos duros años, Rodrigo Díaz de Vivar, obliga al nuevo rey de Castilla, Alfonso VI, a jurar ante todo su pueblo que no había tenido nada que ver con el asesinato de su hermano.
Un par de años después, el rey, rencoroso, es condenado al destierro. Pero lo que no se podía llegar a imaginar el orgulloso castellano, era que doscientos hombres decidirían seguir al Cid allá adónde fuera. Y que con los años su nombre haría temblar a sus enemigos en el campo de batalla.
Desde lo alto de la loma, haciendo visera con una mano en el borde del yelmo, el jinete cansado miró a lo lejos. El sol, vertical a esa hora, parecía hacer ondular el aire en la distancia, espesándolo hasta darle una consistencia casi física.
La prosa de Arturo Pérez-Reverte y sus historias de combates
He pasado la mayor parte de mi infancia y adolescencia alimentada por los libros de Pérez-Reverte, y he de confesar que siento cierta debilidad por su forma de prestar atención a los detalles y narrar cuanto ven sus personajes de una forma tan plástica, que prácticamente sientes que estás allí con ellos. Tumbada en mi cama de madrugada, bebiendo a pocos la historia del Cid, sentía bajo mi cuerpo las duras piedras sobre las que Ruy Díaz de Vivar posaba la tienda, convencida de que todo lo que estaba leyendo bien podía ser muy cercano a la verdad.
La pluma de Pérez-Reverte ha mejorado, como no podía ser de otra forma, con la experiencia y los libros publicados. Y Sidi, que se encuentra perfectamente en su zona de confort (historia de España, con una totalidad de personajes masculinos y el ardor de la guerra humeando el escenario), es un ejemplo perfecto de una novela medieval bien documentada y construida. Los conflictos y puntos de avance de la historia son relativamente escasos, pero lo compensa con un vasto conocimiento en estrategia medieval, costumbres de los soldados, equipamiento y otra serie de detalles que, lamentablemente, suelen pasarse por alto en novelas donde se narran escenas bélicas y que se ambientan en escenarios parecidos.
De esta forma acompañaremos al Cid en una España convulsa, donde los moros se disputan la tierra con los cristianos y donde parece que no hay gobernantes dignos a los que seguir. En ese sentido, Arturo Pérez-Reverte realiza un inteligente ejercicio de tolerancia, presentándonos a cristianos bellacos y malparidos que insultan a quienes han ido a pedir trabajo a sus puertas, al mismo tiempo que muestra a moros benévolos y civilizados que critican a los extremistas del norte de África y su sagrada misión o yihad.
Ruy Díaz de Vivar, cínico, sencillo y bastante más astuto de lo que él mismo podría llegar a creerse, navega de esta forma entre las diferentes aguas de España, demostrando tener vastos conocimientos en teología y en el Corán tanto para ganarse el respeto de sus compañeros moros como para hacer que confiesen sin necesidad de torturas físicas.
Pero el estilo de narración es algo más denso de lo que acostumbran las novelas contemporáneas. El autor se toma su tiempo para anticiparse a las batallas y el clímax de las diferentes escenas, haciendo que sea recomendable su disfrute en pequeñas dosis antes que meterse un atracón de largos paisajes quemados por el sol y hombres midiéndose en el campo de batalla.
Al mismo tiempo, la novela incluye varias referencias al Cantar del Mio Cid a través del protagonista con sus hombres de armas, a los que Pérez-Reverte dota de una o dos características que los hagan distinguibles a los ojos del lector pero de los que prescinde de otorgarles un trasfondo más trabajado.
También encontraremos continuas acepciones hacia el mundo musulmán y sus costumbres en aquella época, como la fuerte diferencia de higiene entre los habitantes del reino de Zaragoza y los de Castilla, así como detalles religiosos que hacen referencia a las diferentes formas de interpretar el Corán.
Desmitificando la figura del Cid
Lo más fascinante sin lugar a dudas de Sidi es cómo reconstruye y desmitifica al héroe clásico castellano: una decisión que no estuvo exenta de sus críticas en un primer momento y que, personalmente, encuentro del todo acertada. Lejos de plantear a una figura mítica incapaz de sudar, sangrar o perder una batalla, Sidi nos muestra a un hombre tranquilo y parco en palabras cuyas convicciones éticas y morales chocan a menudo con la de los hombres que le rodean.
De esta forma, Ruy Díaz de Vivar se nos presenta como un líder inteligente y astuto, hecho a sí mismo, capaz de comprender mejor que nadie a los hombres en el campo de batalla. A pesar de sus fuertes convicciones religiosas, el nombrado por los musulmanes como “señor” es capaz de ponerse en el sitio de cuantos le rodean, mostrando una empatía y una flexibilidad ideológica que imagino que sería muy escaso en su época, la cual acompaña de una total inflexibilidad para los argumentos grandielocuentes con los que muchos hombres intentan engatusarlo.
El Cid se nos muestra por tanto desvestido de sus galas pero no por ello menos glorioso, sino más cercano y creíble. A su lado veremos la aleatoriedad de las batallas, el miedo a la muerte, los trucos que los soldados tenían para defender la vida, las estratagemas para hacer hablar a un radical musulmán y a un cristiano con el orgullo ofendido.
Aquella noche no durmió bien.
El lecho —una manta sobre un jergón de paja bajo la tienda de campaña— era duro e incómodo, aunque a eso estaba acostumbrado. Eran los pensamientos que iban y debían los que le negaban el reposo. Tenía una cabeza disciplinada, tozuda si era preciso, capaz de apartar lo inoportuno y concentrarse en cosas gratas hasta que le llegaba el sueño. Sin embargo, había noches y noches. Y ésa era de las inciertas. Una de tantas.
Ruy, estratega e inteligente, aprovechará el miedo que ha infundido en los musulmanes en sus campañas en la frontera para forjarse un nombre y una leyenda, aprovechando los momentos clave para dar un discurso, golpear el hombro de un amigo o incluso hacer crecer las historias que cuentan sobre él. Donde otros podrían ver simple arrogancia, el propio Ruy Díaz nos recuerda continuamente lo importante que es que los hombres sientan que su causa es justa, o que luchan por algo superior para vencer en las batallas.
Opinión personal sobre Sidi
Sidi es una novela entretenida, fascinante y brillantemente elaboradada. Al contrario que otras reseñas que me he encontrado donde dicen que la obra carece de talento, creo que Arturo Pérez-Reverte logró exactamente lo que estaba buscando y es hacer sentir al lector como si fuera una unidad de caballería más dentro de los ejércitos de El Cid.
Gracias a su pluma, que como ya he dicho, a veces se hace cuesta arriba y que recomiendo disfrutar en diferentes tandas de lectura, conoceremos más sobre una España que parece olvidada. Una España de reinos en continua lucha, de navarros y aragoneses en guerra perpetua, de condes de Barcelona con ínfulas y sobre todo del mundo musulmán en el sur de la península.Una España magníficamente bien retratada donde no se establece en ningún momento una línea divisoria entre el bien y el mal, donde tanto los cristianos como los musulmanes tienen sus matices, donde la guerra saca lo peor de cualquier hombre y los pone exactamente al mismo nivel.
Precisamente por todas estas razones he disfrutado de Sidi como hacía mucho que no disfrutaba de una obra de caballeros, persecuciones y botines. Evidentemente, no es una obra perfecto: el final es muy abierto y por momentos la narración puede parecer pesada y anecdótica, como si el autor hubiera escogido una escisión de la historia del Cid y se limitase a contarla sin tener en cuenta los necesarios principios y finales, pero el conjunto en general es muy positivo. Incluso aunque haya alguna que otra escena algo más rancia que las anteriores (como la presencia de la única mujer que aparece en toda la novela y cuyo único propósito es para engrandecer la virilidad del propio Ruy) que sin duda le encantaron a mi padre pero que no consiguieron convecerme del todo.
De cualquier forma, Arturo Pérez-Reverte consigue que sientas esa misma fascinación por Sidi que debían de tener sus coetáneos al ver cómo cambia de registro en medio de un interrogatorio o cómo vive perpetuamente perseguido por la paranoia del ataque inminente, arrastrándose de un punto a otro sin tener nada más que su palabra y su honor para acompañarlo.
Quizás no es para todo el mundo, está claro. Pero yo estoy encantada de haber podido expandir un poco más la imagen que tenía en la cabeza del glorioso Cid Campeador.
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