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NOTA: 6.5

Sexo y series: cuando el placer de la mujer es un tema tabú

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Sexo y series: cuando el placer de la mujer es un tema tabú

Sexo y series, la obra de Iris Brey que nos llega de la mano de Héroes de Papel, pone de manifiesto a través de un completo análisis sobre series de televisión americanas y de momentos icónicos de la cultura pop, la infrarepresentación del placer sexual femenino. El libro, dividido en cuatro temas (lenguaje, placer sexual, violencia y sexualidades queer) e impreso en una cómoda edición de tapa blanda con fotografías en blanco y negro, realiza un acertadísimo y sin duda fascinante estudio de cómo la sociedad mojigata, heteropatriarcal y puritana aparece continuamente representada en series como Los Soprano, Dawson Crece, etc. y cómo este lenguaje audiovisual amenaza con afectar nuestra forma de percibir el mundo y el sexo con mujeres. 

La obra, cuya lectura revela un análisis típico de una tesina universitaria, trabaja a un nivel elemental algunos detalles de la semiótica audiovisual y va elaborando un discurso parcialmente objetivo sobre los temas que expone, aportando numerosos ejemplos a cada una de las cuestiones presentadas.

Desde Los Soprano, pasando por Orange is the new black, The Wire o Buffy CazaVampiros, Iris Brey extrae y analiza varios momentos de las mismas para ejemplificar los temas que trata y que, sin duda, harán que no vuelvas a ver las series de la misma forma.

?Para cada uno de estos ejemplos, la autora sienta un contexto y describe perfectamente la escena y los personajes involucrados, de tal forma que no hace falta haber visto previamente la serie para comprender a qué se refiere.   

Y, sin embargo, en muchas ocasiones a pesar de haber sido testigo del momento que describe, releerlo desde su óptica y desde su análisis hace que te replantees por completo la lectura de la escena. Al igual que ocurre con las llamadas “gafas del feminismo” que te hacen ver cosas normales como producto de una sociedad heteropatriarcal y abusiva, Sexo y series tiene la virtud de hacer que te replantees algunas de las escenas más típicas del cine americano: chico que salva a chica, las relaciones abusivas de poder, la masturbación o incluso las escenas de violación. 

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Poco a poco el libro va sacando a flote la tradición antropocéntrica del cine americano que siempre ensalza figuras masculinas como centros de poder (Breaking Bad, True Detective, The Wire, Los Soprano), y la lucha de un pequeño sector del cine influenciado por la inclusión de la mujer en oficios como el de directora, productora y guionista que cambian poco a poco el paradigma establecido gracias a nuevos planteamientos (Girls, Orange is the new black…). 


El sexo es cuestión de lengua


El primer capítulo de Sexo y series se centra en uno de los aspectos más interesantes del análisis audiovisual de series americanas: el oscurantismo y la censura sobre ciertas partes de la anatomía femenina. De esta forma, el libro pone de manifiesto cómo muchas series que se emiten en cadenas públicas (como Anatomía de Grey, Scandal o The Good Wife) evitan usar términos como “follar” o simplemente mencionar la palabra “vagina” dando enormes rodeos dialécticos o creando personalidades para sus protagonistas femeninas en las que no encajaría decir ese tipo de palabras en público.  

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Y es que aceptan el reto de abordar temas tabú para mostrarlos al gran público en horario de máxima audiencia y en cadenas abiertas sometidas al dictado de los anunciantes, que son bastante quisquillosos en lo que concierne a la moral de los Estados Unidos. Y esto no es por virtud, sino para evitar la censura de los lobbies religiosos.  

Este primer capítulo entra de forma violenta y estentórea, rompiendo el posible escepticismo del lector ante la discriminación de la mujer en las series americanas con estadísticas y casos reales y concretos. De esta manera, muestra la censura alrededor de palabras como “fuck” siempre y cuando las pronuncia una mujer, así como el oscurantismo alrededor de la anatomía de la mujer.  

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En este episodio, la serie muestra de forma explícita a su protagonista procurándose placer con un desconocido en un lugar público. Y, sin embargo, enunciar la palabra fuck se antoja como un acto mucho más escandaloso. Es complicado hablar de sexo cuando no se pueden decir ciertas palabras en televisión.  

Si tenemos en cuenta que las series americanas tienen un gran peso a la hora de normalizar ciertos términos, la ausencia deliberada de términos como el “clítoris” acaba fomentando el desconocimiento tanto de hombres como de mujeres que crecen teniendo a los actores de estos shows como sus referentes. Un caso realmente llamativo es la continua desaparición de la palabra “clítoris” no solamente de cualquier documento de referencia sino hasta de los libros de anatomía médica durante gran parte del S. XX. Un defecto que han heredado, irremediablemente, las series americanas, para las cuales esa parte del cuerpo de la mujer como no aporta nada al hombre, simplemente no existe. 

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No obstante, en el siglo XX, el clítoris está casi desaparecido y la feminista Benoîta Gorult habla de una «ablación psíquica» en su libro Ainsi soit-elle. [...] Este oscurantismo clitoriano comienza con su desaparición de los libros y los diccionarios, en los que el término venía recogido en 1990, pero «después desaparece por completo alrededor de los años treinta» La erradicación del clítoris prospera también en los manuales de Medicina: «En el Anatomía de Gray de 1936 el clítoris está representado pero ya no viene etiquetado. En la versión de 1948 del manual, el clítoris ya ha desaparecido y en ningún caso se trata de una carencia de conocimiento, sino más bien de oscurantismo. 

Esto es especialmente ilustrativo sobre todo al compararlo con la falta de censura de otros términos como “pene”. En un episodio de la ABC, se censuró el término “vagina”, provocando que los personajes tuvieran que inventarse su propio término (“vayayay”) para designar lo mismo, pero la palabra pene se utilizó diecisiete veces sin que la FCC se inmutara. 

Las relaciones de poder ligadas al disfrute y al placer la mujer. 

Al mismo tiempo, el libro analiza cómo se plantea el placer femenino en las diferentes series, exponiendo por ejemplo las irreales situaciones en las que las mujeres siempre aparecen después de hacer el amor con el sujetador puesto en la cama, o la eterna y repetida escena del misionero.

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Y es que hay todo un tabú alrededor de la idea de que las mujeres tengan un orgasmo independientemente del hombre. Algunas series como Los Soprano explican cómo para los hombres en muchos contextos practicarle un cunnilingus a una mujer está mal visto y puede llegar a mostrarte débil ya que es una actividad en la que solo la mujer recibe placer a cambio de nada.  

Sin embargo, no hay que echar demasiado la vista atrás para encontrarnos con que durante años, la dinámica habitual o esperada en el dormitorio era que las mujeres fingieran el orgasmo o que la relación sexual se diese por concluida tras la eyaculación del varón. El libro de Iris Brey explica precisamente cómo el hecho de que una mujer reciba de forma unilateral placer sexual a través del cunnilingus es un tema controvertido para las series ya que coloca el foco del poder en ella. De esta forma, en uno de los capítulos de Sexo en Nueva York, Carrie se marcha del piso de un chico tras haber tenido solo ella un orgasmo, sintiéndose por un momento empoderada. 

La obra de Iris Brey postula que el centro neurálgico del poder se encuentra precisamente en el placer sexual y cómo, precisamente, ha habido tal fijación con esconder el hecho de que las mujeres también pueden correrse en pantalla (no solo los hombres).

El orgasmo por penetración es un mito y otras ficciones entre las sábanas 

Parte de lo que hace la obra Sexo y series tan interesante es precisamente cómo muestra conductas heteropatriarcales y misóginas alrededor del tema de la fragilidad del ego masculino. Y lo digo sin generalizar, pero lamentablemente la falta de contexto, de educación sexual y el hecho de que se haya borrado durante décadas el clítoris de los libros de anatomía femenina, han provocado que muchos hombres y mujeres se sientan inquietos sobre el tema de su propia sexualidad. El hecho de que las series americanas (y en general los productos audiovisuales de amplio consumo) contribuyen a silenciar términos como la vagina, a esconder la existencia del clítoris o a perpetuar el engaño de que solo el orgasmo por penetración es el válido (en parte debido a una herencia de las muchas veces reprobadas ideas de Freud), acaban alimentando de alguna forma esta ignorancia y desinformación. 

En un capítulo de Orange is the new black precisamente el grupo de Poussey y Tastee discuten sobre cuántos agujeros tiene una mujer en la vagina, y tendrá que ser precisamente Sophia Burset (una mujer transgénero) la que tenga que explicarles que, además de la abertura vaginal, existe también el conducto de la urea y el ano. 

TODO

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Este tipo de desinformación afecta tanto a hombres como a mujeres. Así, la obra de Iris Brey nos ilustra la facilidad con la que las mujeres fingen los orgasmos sin que los hombres se den cuenta a partir de un capítulo de Masters of Sex en el que el investigador principal se sorprende cuando una prostituta contratada precisamente para un estudio le dice que el orgasmo de nueve segundos que acaba de ver, era una auténtica mentira.  

De cualquier forma, esa idea de que la mujer debe llegar al clímax con el hombre, la ausencia de escenas en la televisión en la que el hombre, tras correrse, se quede en la cama para llevar al orgasmo a su acompañante femenina, acaba generando un cargo de conciencia en las mujeres incapaces de alcanzar el orgasmo por penetración, las cuales, por no hacer sentir mal a sus parejas, acaban fingiendo. 

Conclusiones y opinión sobre la evolución de la lectura 

Sexo y series plantea un análisis muy interesante sobre el feminismo y la infrarepresentación del placer femenino en las series americanas pone el dedo en la llaga sobre diferentes conceptos que, tras su lectura, no te dejarán indiferente. El libro explora diferentes temas y conceptos: desde la censura del lenguaje a la infra representación en pantalla del orgasmo femenino, para dedicarle un pequeño apartado a los personajes homosexuales y al mundo queer. 

El tema que aborda es interesante y está claro que Iris Brey lo ha estudiado en detalle, pero sobre todo en el último capítulo, donde analiza la sexualidad y la representación queer en las series americanas, es donde más flojea su estudio. Frente a un primer apartado provisto de citas de otros autores, estadísticas y un conteo sobre la cantidad de veces que se pronuncia la palabra “pene” en un episodio, las últimas partes de la obra se centran continuamente en ejemplificar en varias páginas el tema que ha tratado hasta el punto de volverse por momentos un poco pesado. 

Esto es lo que ocurre por ejemplo con el capítulo sobre el incesto donde, tras citar el complejo de electra, se explaya con un ejemplo varias páginas.  

Además, frente a los primeros capítulos donde la autora se postulaba en una explicación objetiva de los hechos y el análisis de las series, en las últimas páginas realiza afirmaciones muy pocas veces sustentadas en datos o un análisis más desarrollado donde achaca ciertos males machistas del sector a una “conspiración” heteropatriarcal consciente y declarada de forma pública. Es en estos momentos en los que más me costó estar de acuerdo con la autora, especialmente cuando afirma que la falta de figuras de mujeres homosexuales de tipo “camionero” es debido a que esta figura ostenta el papel del “hombre” en pantalla y le resta poder; o cuando en cierto momento del libro afirma que el concepto de bisexual es un término en extinción. 

Sin embargo, está claro que Sexo y series me ha enseñado mucho y me ha abierto los ojos a muchas señales que delatan un contexto machista en mis series favoritas. 


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