¿Qué le pasa a la secretaria Kim? es el mejor mahnwa que he leído hasta la fecha

El éxito de los tropos románticos coreanos es absolutamente indudable: mientras Netflix se hace de oro apostando por series dramatizadas con atractivos personajes fríos y distantes de Corea del Sur y Youtube explota con el fenómenos de las bandas del K-pop, en España pocos se habían atrevido a apostar por el mahnwa más intenso. Esto es, hasta que Kitsune Manga, la editorial filial de Ático de libros, publicó en España el pasado año ¿Qué le pasa a la secretaria Kim?, una obra romántica de Kim Myeongmi que se disfruta, lee y saborea de la misma forma que los mejores doramas televisados.  

Hoy en esta reseña de Momoko os hablo de mi nueva obsesión: la atribulada relación de Jeong Jun con la competente Miso Kim.  

Argumento de ¿Qué le pasa a la secretaria Kim?, el mahnwa que no te puedes perder. 

Jeong Jun es el hombre perfecto. O al menos, eso dicen todos. Es guapo, rico, arrogante y recientemente se ha convertido en videpresidente de una gran multinacional capaz de facturar millones al año. Sin embargo, detrás de esa cara tan atractiva y ese cuerpo de escándalo se esconde un hombre frío como el hielo, incapaz de empatizar con el resto cuyo narcisismo lo ha arrastrado a una vida de asceta los pasados nueve años. 

La vida de Jeong Jun es aparentemente perfecta. Esto es así hasta el día en que su secretaria, la guapa y competente Miso Kim, decide que ya ha tenido suficiente con los últimos nueve años de disponibilidad perpetua por un hombre incapaz de admitir ni el más mínimo error. Por eso, decide dimitir. Al fin y al cabo, Kim está harta de ser el sostén económico de su familia y de ver pasar la vida sin tener nadie en quien apoyarse. Con lo que no contaba era con que su jefe se tomara tan mal su dimisión hasta el punto de obsesionarse con retenerla, cueste lo que cueste, a su lado. 

Hablemos del burnout al que la pobre Kim ha estado sometida 

Miso Kim ha sido prácticamente la esclava del videpresidente desde hace nueve años. En cierta ocasión en el primer tomo sus amigas comentan que, desde que empezó a trabajar para él, Jeong Jun no le ha dado ni un solo día de vacaciones. No solamente eso, sino que la llama fuera de horario, le obliga a recogerle en coche por la noche cuando está borrado y, esencialmente, la tiene de “chica para todo”. Esto, a pesar de la sonrisa e impecable maquillaje con el que Kim se desenvuelve en la obra, quemaría a cualquiera. Incluso en un contexto laboral estresante y decadente como es Corea, Miso Kim se merece de una vez por todas un maldito respiro y por ello toma la controvertida decisión de dimitir, sin tener ningún plan B a la vista, para poder centrarse en su vida personal y, por qué no, casarse.  

Está en su total y rotundo derecho. Y aunque es posible que nos extrañe desde nuestra óptica occidental que una mujer de éxito como ella prefiera anteponer el matrimonio a su carrera, dejadme que os recuerde que Kim no tiene ninguna carrera: es la asistente personal de un tirano que solamente ha apreciado su valor y se ha ofrecido a pagar las deudas de su familia, de las que era consciente sin que ella se lo dijese, cuando esta le ha comunicado su decisión de marcharse.  

Desde ese mismo momento empieza una trama en la que él, como el niño rico retorcido y narcisista que es, planea una trama tras otra para conseguir conquistar su corazón y forzarla a que se quede a su lado, sin admitir en ningún momento sus sentimientos románticos por ella o sentarse a empatizar con su situación. Este camino alternativo acabará llevando a Jeong Jun y a Miso Kim a abrir una vía de comunicación completamente nueva a través de mensajes de chat y citas improvisadas.