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NOTA: 10

Piranesi, reseña de una novela onírica que nunca olvidaré

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Piranesi, reseña de una novela onírica que nunca olvidaré

Adentrarse sin saber nada sobre Piranesi es un ejercicio de fe, valor y una temeridad que roza lo suicida. La novela de Susanna Clarke no pretende contarte una historia; no intenta ser una obra contemporánea más flotando sobre los arquetipos de argumentos trillados que pueblan las mesas de las librerías. Piranesi es una puerta sin retorno que te lleva a un lugar extrañamente familiar y al mismo tiempo del todo desconocido, donde las mareas chocan contra los ojos de mármol de gente que perdió su vida antaño; donde el sabor salado de las algas disimula las lágrimas que sabes que verterías en su interior. 

Piranesi narra la historia de un hombre, joven, ajado, cansado y optimista que vive dentro de un laberinto. En realidad, Piranesi es el hijo bienamado de La Casa ¿sabías? Y por eso ella le provee de algas secas con las que calentarse en invierno; de moluscos para sus sopas y de las visitas, siempre los mismos días, siempre a las mismas horas de un hombre conocido como el Otro.  

El Otro busca un conocimiento ancestral escondido dentro de ese inmenso laberinto de salas gigantes, múltiples pisos, estatuas de mármol y mareas cambiantes que inundan los bajos de los edificios. El Otro es generoso, la Casa es buena. Todo está bien. Incluso aunque este le diga que continuamente que Piranesi ha empezado a olvidar. Incluso aunque esté volviéndose completamente loco. 

SEGUNDO DÍA DEL OCTAVO MES EN EL QUE PIRANESI LLEGÓ A MI VIDA EN FORMA DE UN ARC DE TAPA ROJA.  

Todos hablan en las redes sociales de este extraño y pequeño librito de Susanna Clarke. Susanna Clarke… su nombre se repite en mi cabeza haciéndome creer que he leído algo de ella anteriormente, pero sé que no es así. Sé que tengo una edición de Jonathan Strange  de segunda mano en versión original con algunas páginas sueltas y desordenadas encima de la mesa de mi cocina desde hace una semana. No sé nada más de ella, y con esta ignorancia temeraria, abro la portada y me adentro en el maldito laberinto del Minotauro. 

TODO
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La Casa no se parece de ninguna de las maneras a las fábulas de Perseo, y mucho menos esconde peligros con hachas y mazos dispuestas a probar la masculinidad del personaje principal. No. Sin ir más lejos, el protagonista de esta historia no es otro más que La Casa Bondadosa, que quiere y cuida a su Amado Hijo, voluptuosa como el mar y conservadora como pocas. Piranesi, un hombre optimista de treinta y pocos años, se desenvuelve en el interior de una obra que no contiene principio, nudo ni final con la inocencia de un niño que ansía ser explorador. No hay lugar para las grandes preguntas filosóficas sobre de dónde venimos o adónde vamos y la total ausencia de mujeres para perpetuar la estirpe de los habitantes de la Casa no le quita el sueño ni un segundo a sus ocupantes. Piranesi solo quiere caminar y experimentar la belleza de un mundo húmedo y sombrío pero plateado, hermoso y profundamente sinestésico que hará que te acaricies la yema de los dedos por si sus mareas y las olas los han arrugado en exceso.

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Caí en la cuenta de que la búsqueda del Conocimiento nos ha empujado a pensar en la Casa como si fuera una suerte de acertijo por resolver, un texto por interpretar, y que si algún día descubrimos el Conocimiento, entonces tendremos la sensación de que la Casa ha perdido su Valor y no es más que un mero decorado. 

TERCER DÍA TRAS GARABATEAR MI ARC DE PIRANESI HASTA LLENARLO DE ANOTACIONES EN LÁPIZ

¿De dónde viene Piranesi? El hombre al que no me atrevería a definir como perdido viene de la tierra, pero no lo recuerda. En ocasiones en el libro llega a describir elementos como hojas de árboles, envoltorios de palitos de pescados y bolsas de patatas fritas que viven encerrados sobre las mareas en el interior del laberinto y que espolea nuestra imaginación como lectores: ¿está Piranesi vivo? ¿Está el Otro muerto? ¿Es este el Limbo? ¿Es acaso el cielo? Y si es el cielo… ¿por qué hay tantos esqueletos expectantes en las esquinas de las salas? Y si no es el limbo ¿por qué Piranesi no tiene nombre? 

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El Mundo se me antoja Uno y Cabal, y yo, su Hijo, encajo en él a la perfección. Nunca siento que tendría que acordarme de algo sin conseguirlo, que deberia entender algo que no logro entender. 

Piranesi ordena sus días y sus vivencias en cuadernos que guarda y protege de la salitre de las olas y, como ha olvidado realmente cómo contaban los hombres las lunas y los meses, cambia el número de los años por nombres de sucesos, y a cada día le atribuye una entrada donde nos convierte en privilegiados espectadores de su rutina: cómo cultiva las algas, cómo sobrevive al invierno o cómo se encuentra cada día solo haciendo todo lo que le piden porque el Otro no desea su compañía.

TODO

El libro va avanzando en una trama distinta a nada que hayas leído hasta que te descubres cincuenta, cien páginas más allá y paras un momento para comprender que no sabes qué demonios has leído. Solo sabes que Piranesi es de mármol blando y sabe a nori y a mar. Sabes que huele a cielo y que no tiene principio ni final. La Casa es omnipotente y todo lo sabe. Y las mareas son sus mensajeras sin piedad. 

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La imagen de la Sala Ciento Noventa y Dos al Oeste bañada por la Luz de la Luna me hizo advertir la ridiculez de todo aquello: la Casa es valiosa porque es la Casa; es suficiente en Sí, de por Sí. No es el medio para un fin. 

CUARTO DÍA TRAS COMPRENDER QUE TODOS CONTAMOS CON UN LABERINTO EN EL INTERIOR DE NUESTRAS MENTES

Es más que posible que el interior de La Casa sea una reconstrucción de la obra del genuino Giovani Battista Piranesi: un grabador y artista del S.XVIII que se hizo famoso por realizar grabados de enormes prisiones romanas, las cuales se despliegan entre pasadizos, escaleras y quiebros visuales como un auténtico laberinto para la vista y la mente. Paro Susanna Clarke las cárceles pueden ser verdaderos hogares y de esta forma empuña una fábula surrealista, cargada de elementos oníricos que se prestan a todo tipo de interpretaciones: ¿son las estatuas manifestación de la sabiduría humana? ¿o más bien entes capaces de predecir el futuro? Perdido en mitad del vacío, buscando un sentido a su vida, Piranesi alza la vista al cielo y emplea a los pájaros y las representaciones de las esculturas como cartas del tarot capaces de prevenirle de los más terribles augurios y de predecir su futuro. ¿Cómo no va a creerlo cuando el Otro realiza una vez tras otra ritos basados en culturas celtas perdidas y en la convicción de que todo se manifiesta cuando lo deseas con suficiente fervor? 

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Creo que, a la hora de la verdad, usaré un brasero para quemar incienso. Veremos. Y después de la invocación llega la enumeración: tengo que nombrar aquellos poderes que quiero alcanzar; la victoria sobre la Muerte, la capacidad de penetrar en las mentes inferiores, la invisibilidad, etcétera. Es importante visualizar cada poder, imaginarme viviendo por siempre, leyendo los pensamiento de otro, volviéndome invisible y demás. 

Resulta cuanto menos fascinante ver cuán poco necesita el propio Piranesi para ser feliz; cuán lamentable puede llegar a ser su vida antes de solicitar una caja de zapatos, cuán poco precisa en comparación a las exigencias que el Otro siempre hace sobre su vida. 

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Arc recibido por parte de Salamandra para hacer la reseña
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Grabado de Battista Piranesi en el que se inspiró Susanna Clarke para crear la obra

QUINTO DÍA. LA CASA Y PIRANESI REPRESENTAN EL LOCUS AMOENUS, PERO HAY UN PSICÓPATA ENCERRADO DENTRO

Así, la obra se va desenredando y abriendo poco a poco frente a nosotros, y tras esa narración optimista y feliz más propia de un niño que de un adulto, empezamos a ver las señales: los símbolos de que algo no está bien, de que el interior de ese templo custodiado por dos minotauros de mármol conocidos como bestias devoradoras de carne humana, podría esconder verdaderos peligros 

El Otro se irá manifestando como un ente tóxico, las mareas cambian y el frío atenaza el cuerpo de Piranesi y de pronto, ese locus amoenus que había sido la obra, que tanto te recordaba a una tarde lluviosa y plácida de domingo leyendo y bebiendo té, se abre frente a ti como una prisión oscura, aleatoria, abierta y amenazadora. Y así, la primera parte de Piranesi se confunde, se gira y nos inunda con pistas sobre la toxicidad de El Otro, el miedo a lo desconocido y la inconfundible tentación de cuán feliz sería Piranesi si se olvidara de que en realidad está allí completamente solo. 

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Voy a morir en este lugar. Nadie vendrá a salvarme. Voy a morir aquí. El silencio [...], ningún sonido, tan sólo el batir del mar en las estancias de abajo. No tengo comida, dependo de que él me traiga alimento y agua, lo que deja clara mi condición de prisionero, de esclavo. Viene y deja la comida en la habitación las estatuas de minotauros. Me entrego a fantasías en las que lo mato. En una de las habitaciones medio derruidas encontré un afilado cascote de mármol del tamaño de una teja. He pensado en usarlo para machacarle la cabeza. Sería un verdadero placer...

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Captura de un story del proceso de lectura de Piranesi. Sígueme en Instagram para saber más 

ÚLTIMA ENTRADA DEL DIARIO: MI OPINIÓN Y EL FINAL 

Piranesi persiste, pervive dentro de mí. Su lectura, aunque pausada y extraña, es fresca y dulce y cuanto más tiempo permanecía leyendo, más me sentía como el propio protagonista: olvidaba lo que era odiar y detestar a la gente; olvidaba los vicios y temores, los miedos infundados, la rabia y el resentimiento mientras este relato basado en un locus amoenus se abría ante mí. 

Piranesi convence a aquellos señalados que comprenden lo que es caminar al interior de un espacio vacío y disfrutar con la soledad y el silencio; atrapa a aquellos que saben enamorarse de la frialdad y la quietud; cautiva y engancha a los verdaderos apasionados de la literatura de calidad. 

El laberinto no es para todos pero dios, qué maravillosa experiencia ha sido perderse dentro de él. 

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