Hemos oído hablar de los Panteras Negras en una gran cantidad de películas americanas, por lo general como un chiste o una referencia a lo increíblemente badass que es el padre de la novia o el inspector de policía de turno. Pero en realidad los Panteras Negras fueron una organización política que luchó por los derechos de las personas de raza negra en una América cruel, racista e injusta que los usaba como chivo expiatorio.
De qué va Panteras Negras
Panteras Negras es un increíble cómic de Desfiladero Ediciones que nos relata la vida de tres personajes clave en la historia política americana: Robert Hillary King, Albert Woodfox y Herman Wallace, también apodados como Los Tres de Angola. Centrándose en la figura de Robert King, con la que los autores llegaron a entrevistarse, cada viñeta es un viaje desde su infancia en Nueva Orleáns hasta su final detención en la prisión de Angola, Luisiana.
A lo largo de este tiempo podemos ver la complicada vida de una persona negra en los estados del sur a finales de los años 40. Siendo niño, Robert se reunía con otros chicos que no tenían para comer como él en busca de una rata o algo a lo que hincarle el diente. No pasarían muchos más años antes de que a Robert y sus compañeros les tendiese una trampa la policía de Nueva Orleáns para inculparlos por crímenes que no habían cometido.
Su pobreza, sumada a la incompetencia de los abogados de oficio que les tocó y a su raza, sirvió para que Robert entrase en el sistema. Primero en una cárcel y luego en otra, siempre inculpado por delitos que no cometió, hasta su final detención en Angola donde permanecería encerrado desde 1972 hasta 2001.
América: el país de la libertad. País para inculpar a cualquiera. País para odiar a otra raza
Panteras negras es un cómic desgarrador capaz de sacar a la luz el podrido sistema judicial de los Estados Unidos y de mostrar todos sus peores defectos: el peso soberano y omnipotente de los agentes de la ley, el silencio de los cómplices, los jueces que no pueden ver a un hombre más allá de su color.
Bruno y David Cénou, en un maravilloso trabajo de síntesis, no aligeran ni dulcifican en absoluto la situación ni del bando de los afroamericanos ajusticiados ni de los caucásicos envueltos en tamaña corrupción. Su detallada tarea de documentación va desde la contextualización de la precaria situación de la sociedad negra hasta los primeros actos de violencia de los Black Panthers por la defensa de sus derechos a formarse en un partido político. En ese momento, mientras los noticiarios retransmitían la violencia y la enfocaban a las bandas de los “negros”, la figura de la violencia irracional y hombre de color se iba ligando más y más en el imaginario colectivo, provocando que aquellos que eran aplastados por el sistema judicial permanecieran siempre desatendidos y desoídos.
Ese día, las autoridades habían decidido terminar con el “Louisiana Black Panthers Chapter, un partido emergente que trataba de rehabilitar un barrio presa de la miseria y de la violencia. Mc Keithen, el entonces gobernador demócrata de Luisiana, había prometido públicamente que no permitiría jamás que los panther se establecieran en su estado.
De esa forma, el cómic realiza un recorrido desde los primeros años de vida del propio Robert King, citando por encima su trabajo como boxeador y su incorporación a las filas de los Black Panther, donde acabaría encontrando un centro de actividad política pacifista que buscaba el apoyo y la ayuda a otras personas de su misma raza. Su papel en el interior de las cárceles formando a otros reclusos que entraban en un estado de absoluta pena y desesperación hizo que acabaran confinándolo en aislamiento durante casi 30 años.
También trata otras figuras del movimiento político, como Charles Scott, Herman Wallace, Leah Hodges, Elaine E-Baby, Catherine Bournes y Albert Woodfox. Dos de ellos acabarían confinados en aislamiento junto al propio Robert, y fundarían la figura de Los Tres de Angola que durante años intentaron luchar para que se solventaran las injusticias contra ellos y contra otras personas de raza negra inculpados en América.
El color, el dibujo y la narración de la obra
Los hermanos Cénou cuentan con un estilo de dibujo en blanco y negro muy personal pero al mismo tiempo atractivo, modificando el tamaño de las viñetas y los encuadres en función del énfasis creativo que quieran lograr en cada momento. En un cómic tan introspectivo como este, en el que la cantidad de texto narrado es tan elevado, el hecho de que introduzcan una variación en el tamaño de las viñetas no solo le aporta dinamismo y ritmo a la lectura, sino que también le hace ganar en peso artístico a una obra que, adaptada a un libro, sería perfectamente plausible.
El cómic, a pesar de estar impreso en blanco y negro, cuenta con una gran calidad en el papel y añade en la parte posterior un dossier informativo a todo color sobre el trabajo de Robert King y de Amnistía Internacional para denunciar esta situación a las autoridades americanas que amplían el tema y le aportan una mayor sensación de continuidad.
Idoneidad del tema y publicación
Poco sabemos en España de la lucha por conseguir la plena igualdad judicial y laboral de las personas de raza negra en los Estados Unidos y en muchas otras partes del mundo, pero poco a poco parece que el tema va calando como con un embudo en nuestra agenda setting. Desde las polémicas en redes sociales debido a la tradición de realizar el blackface en algunas cabalgatas de los reyes magos en el sur de España, hasta la aparición en Netflix de series como Dear White People que empiezan a penetrar por fin en nuestra frontera. Ahora, a todo esto, hay que añadirle el cómic Panteras Negras, ya que podemos caer en el error de creer que la situación de injusticia social y judicial y de racismo de los EEUU es algo propio del pasado.
Y ante todo esto Robert Hillary King grita “no”. Solo han pasado diecisiete años desde que fue liberado de una celda de aislamiento por crímenes que no cometió. Y sin embargo, cada día siguen inculpando a personas negras, deteniéndolas siendo inocentes, disparándoles primero y preguntando después.
Esta es una lucha que todavía continúa en la sociedad americana, una lucha que ha llevado a los afroamericanos a educar a sus hijos con temor, una lucha que Amnistía Internacional denuncia y que este cómic maravillosamente recoge.
Es la lucha por la igualdad en un país que se llena la boca a la hora de denominarse como la tierra de las oportunidades.
Mi opinión sobre Panteras Negras.
Tengo algunos sentimientos encontrados con Panteras Negras. Lo primero que he de señalar es que se trata de un cómic muy bien elaborado, magníficamente encuadernado y cuya documentación simplemente destaca debido al increíble trabajo de los autores. A pesar que sabía los problemas que hay en los EEUU con la policía y sus ciudadanos de color, creía que este racismo no podía escalar a una dimensión tan global como para que llegase a afectar tanto a los abogados de oficio como al personal de una cárcel o, todavía peor, a los jueces americanos.
Claramente, me faltaba una enorme cantidad de información sobre el tema.
De lo que sí que he leído en profundidad es de los trastornos mentales derivados de un amplia cantidad de tiempo en aislamiento. Existen numerosos testimonios y documentales que prueban que la medida de aislamiento no solo es un correctivo eficaz que mejore la conducta de los presos, sino que a menudo los vuelve más violentos y agresivos, potencia estados como la depresión o incluso genera oleadas de intentos de suicidio. Precisamente por ello eché quizás un poco más en falta que los autores dedicasen algunas páginas a mostrarnos a los tres de Angola como los hombres que eran, con sus debilidades y sus problemas en mitad de un hoyo excavado en una prisión del sur. Querría ver cómo combatieron a las alucinaciones que se generan por la falta de estímulos visuales, o cómo lucharon contra la continua necesidad de dormir para ignorar el lento paso del tiempo.
Me hubiera gustado poder diferenciar como personas a los Tres de Angola por sus planteamientos y sentimientos más que por la breve descripción que nos dan de ellos cuando aparecen por primera vez.
David Cénou, encargado de las ilustraciones y del dibujo, realiza un maravilloso trabajo a la hora de componer las viñetas y los fondos para poder sentar la acción. Al no tener una narración lineal sino que esta se realiza con fragmentos de la vida de Robert King, es fácil perderse en los acontecimientos de la convulsa trama política. Y es que sin una formación previa en el movimiento de los Panteras Negras es fácil perderse la enorme cantidad de detalles y de referencias que tiene la obra, como la mención a otros miembros del partido que compartieron sala de tribunales con uno de los tres de Angora. En ese sentido, las primeras páginas y el dossier de la obra realizan una necesaria tarea de contextualización.
Sí que es cierto que en algunos momentos la calma lógica y fría de Robert King me hizo desear que los autores hubieran apostado por un grado emotivo más elevado. Pero, al fin y al cabo, Panteras Negras es un cómic documental cuyo propósito es hacernos ver la realidad de un sistema tiránico, injusto y cruel que todavía se perpetúa en Estados Unidos, y en ese sentido, sin duda cumple lo prometido.
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