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"No mires atrás": una obra en color pastel con un mensaje profundo.

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No mires atrás es uno de esos cómics que esconden, tras un dibujo adorable inspirado en retratos de tipo pastel y el costumbrismo más millenial,  un oscuro mensaje abierto a interpretaciones. La historia nos traslada a un pueblecito pesquero, pequeño y muy limitado, donde Blanca, una joven con una profunda depresión, evita salir de su casa y pasa de lunes a viernes el tiempo escondida dentro de su cama. A través de un guion sin duda genial y de una paleta de colores preciosa, No mires atrás nos obliga a ver de cerca la vida de un grupo de millenials aplastados por las expectativas que tenían de la vida, aterrorizados ante la posibilidad de fracasar e incapaces de seguir adelante sin, válgase la redundancia, estar continuamente mirando hacia atrás.

El cómic cuenta con un sentido metafórico abierto libre a las interpretaciones pero hoy, en Momoko, os voy a hablar de la mía personal.

Argumento de No mires atrás.

No mires atrás nos sumerge desde sus primeras páginas en la vida y la historia de Blanca: una joven que ha perdido a sus padres en un accidente y que tiene un profundo miedo a que todo desaparezca. Como medida de defensa, ha decidido aislarse del resto del mundo, visitando esporádicamente a su amiga Cookiefire cuando está stremeando y trabajando en un bar los fines de semana de camarera.

TODO
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Sin embargo, su vida cambiará dramáticamente cuando Blanca, una antigua amiga que se ha marchado a la ciudad a estudiar música, vuelve al pueblo para pasar los exámenes del conservatorio. Blanca es como un terremoto que solo busca pasarlo bien y que carece de tacto a la hora de tratar con la profundamente herida Blanca. La primera noche que deciden salir juntas, paseando por la playa, se encuentran el cadáver de una chica.

Es en ese momento cuando Blanca decide confesarle a Sam que hay una figura fantasmal que se le aparece en momentos puntuales. Y, lo más sorprendente de todo, es que nadie más parece verla.

La generación millenial: talento paralizado por el miedo, gamers y subcultura

No mires atrás es una obra preciosa en color pastel que esconde, tras su estilo slice of life, una enorme cantidad de mensajes escondidos que plasman de una forma cruel y realista el complejo y los problemas mentales de la generación millenial. Así, cada uno de los personajes principales encarnan en su forma de vivir y ver el mundo el estado de precariedad económica y mental que tanto caracteriza a aquellos nacidos entre el 81 y el 97.

Por un lado, nos encontraremos con Sam: la enérgica y poco empática intrusa que aparece de pronto por el pueblo con sus comentarios despectivos hacia cualquier otra persona que se considere músico. La historia de Sam es algo que resuena en el corazón de todos los high achievers de manual: ha convertido aquello que era su pasión y que le hacía feliz en un instrumento para poder medir su talento y valía en el mundo. Conforme vemos retazos del pasado de Sam, veremos cómo tocar la guitarra o pertenecer a un grupo le hacía feliz simplemente porque dedicaba toda su atención y esfuerzos en disfrutar del proceso en lugar de buscar la excelencia. Cuando se apunta al conservatorio y empieza a plantearse que solo alcanzando la perfección como música logrará su meta y conseguirá ser feliz, acaba generándose a sí misma una ansiedad que la hace detestar aquello que en principio amaba.

TODO
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Sam representa a todos aquellos que crecimos con el cuento de que debemos convertir aquello que se nos da bien en algo productivo que defina nuestro éxito en lugar de, simplemente, disfrutar de ello.

Al mismo tiempo, la situación de Cookiefire y de la propia Blanca muestra también la difícil situación laboral en los pueblos. Cookiefire ha decidido dedicarse al streaming profesional de videojuegos y es una enciclopedia andante de términos que apasionarían a cualquier gamer. Su oficio es de las pocas oportunidades que tiene alguien en un lugar como ese.

Referencias gamers y creepy pasta

El cómic está lleno de referencias gamers que se incrustan de forma sutil y absolutamente naturalizada en la vida del grupo de amigos de Blanca y Cookiefire. Sin necesidad de ahondar demasiado, veremos la casa de la streamer llena de merchandising de Pokémon. Hacen continuamente referencias a juegos antiguos como el Super Smash Bros (y hasta vemos un Kirby victorioso en uno de los recuerdos del pasado), así como otros elementos de subcultura como las partidas de rol, pósters de Tomb Raider, pegatinas de Harry Potter y Dragon Ball y frames de películas como Jurassic Park.

Sin embargo, el  mayor guiño de todo el cómic es, evidentemente, el parecido que tiene el juego Don’t look back que da nombre al cómic con el videojuego Slenderman (2012). Slenderman es un videojuego de terror basado en la leyenda urbana del Slender Man, una figura humanoide que secuestra a los niños por la noche. En el juego debes avanzar por un bosque oscuro reuniendo notas y evitando que Slenderman te atrape. El parecido con el juego al que hace referencia Cookiefire es innegable.

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Una fábula sobre la depresión y el suicidio

Sin embargo, yo tengo una teoría particular acerca del significado de No mires atrás y la presencia de ese fantasmita tan adorable que aparece como una presencia inquietante a lo largo del cómic. Si todavía no lo has leído, quizás quieras saltarte este párrafo. Y es que estoy segura de que el fantasma es en realidad una metáfora de la depresión.

Sabemos que Blanca, la protagonista de la obra, ha caído en una terrible depresión desde que sus padres murieron. Es en el momento en el que toca más bajo, cuando ve el cadáver de la chica en la playa (una experiencia traumática para ella que se esfuerza en olvidar a pesar de que Sam lo utiliza como punto en común para recuperar su relación con Blanca), cuando vuelve a ver a esta figura.

Sin embargo, tal y como nos cuenta ella misma, ya ha visto a la sombra en otras ocasiones, como la vez en la que murió su abuelo. Conforme la depresión se hace más y más fuerte, alimentada no solo por la inactividad de Blanca y su tendencia a huir de cualquier problema o emoción que la desafíe, sino también por el trauma de encontrarse a la chica muerta en la playa, la sombra se hace cada vez más fuerte.

El hecho de que nadie sea capaz de verla y la tomen por un simple mito o un bulo fácil de ignorar podría ser también una referencia a cómo la gente tiende a ignorar la importancia y relevancia que tiene la depresión y cómo suponen un verdadero peligro y problema para la integridad física y mental de las personas que la padecen.

TODO
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Para mí, el título de No mires atrás es, al mismo tiempo, un juego de palabras que, al igual que hicieron Ángel Abellán y Luis Armand con Lo que más miedo te dé (*GP Ediciones. 2022), representa un consejo para combatir a esta enfermedad. Lo que nos quiere decir el cómic realmente es: sí, lo sé, has pasado por muchísimo. Pero no te estanques recreándote en el pasado. No mires atrás. Por mucho que te cueste, sigue adelante, vuelve a nadar, vuelve a hacer aquello que te hace feliz. Todo pasará.

En conclusión, ¿merece la pena No mires atrás?

No mires atrás es un cómic que me ha dejado una profunda impresión, tanto por su hermoso dibujo como por su mensaje metafórico y oscuro. En el aparentemente idílico pueblecito pesquero en el que transcurre la historia, nos encontramos con la representación de los miedos, problemas y temores que aplastan a nuestra generación millenial desde hace años.

Su guion, aparentemente ligero, esconde mucho más de lo que uno podría ver en un primer momento. Esto, sumado a las referencias gamers y plagadas de elementos propios de la subcultura hacen que No mires atrás sea la novela gráfica perfecta para devorar, releer y conversar sobre ella con tus amigos gafa-paster.

Y de esa forma recordar que no importa que la sombra esté siempre al otro lado, esperando a que demos un traspié, porque ya tenemos la fórmula para poder seguir adelante: no mirar, nunca, jamás, atrás.

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