Louise Bay, la prolífica autora de novelas de romance erótica, vuelve con una nueva saga pícara, atrevida y cargada de clichés que funcionan igual de bien que sus modelos en traje y corbata de la portada. Mister Mayfair es la primera entrega de la saga The Mister compuesta por tres obras autoconclusivas: Mister Mayfair, Mister Knightsbridge y Mister Smithfield. Todas nos presentan a tres grandes hombres, ricos y poderosos, inaccesibles para cualquiera que no sea la elegida, que acaban rendidos ante la persona que menos esperarían.
¿Queda lugar a la inventiva con un argumento tan trillado? Ya lo creo que sí. Hoy os hablo de Míster Mayfair: una obra entretenida, divertida y estupenda para pasar un fin de semana sin pensar en nada más.
Argumento de Mister Mayfair.
Stella no se lo puede creer. Con una copa de cristal en las manos, mientras escucha a su amiga Florence confesarle que ha recibido una invitación de boda de Matt, el ex de Stella con el que cortó hace solo dos meses, la joven diseñadora de interiores ve cómo su mundo se viene abajo. Al fin y al cabo, Stella renunció a su trabajo perfecto, a su vida y a todos sus planes de futuro por él, por Matt. ¡Nueve años de relación tirados a la basura! Y solo dos meses después de su ruptura ya está comprometido con nada más y nada menos que su mejor amiga.
Desesperada, Stella se hunde en un pozo de miserias. Ni siquiera se da cuenta de que un atractivo hombre en traje de la barra le ha echado el ojo, y casi ni se digna a escuchar su generosa oferta: Beck está desesperado por hablar con una de las personas que acudirán a la boda pero para ello necesita una excusa para asistir. Por suerte para todos, Matt ha tenido la cortesía de invitar a Stella a la ceremonia en Escocia y quizás Beck podría hacerse pasar por su pareja…
Una historia de superación personal del brazo de un monumento escultural
Mister Mayfair arranca su trama con un argumento cruel que se le hace familiar a cualquiera lectora de romance: el ex y la mejor amiga traidores que cambian de la noche a la mañana y dejan a la protagonista en un torrente de lágrimas. Louise Bay, especializada en crear personajes femeninos cargados de dudas y hombres de corazón de acero, nos presenta de esta forma a Stella, una chica dulce e insegura a la que en ningún momento glorifica por su aspecto físico.
Stella es la típica chica que ha decidido supeditar su vida, pasiones y objetivos por los de su pareja, intentando volverse compatible con él a pesar de no encajar en prácticamente nada. De esta forma, a lo largo de las primeras cincuenta páginas de la obra, Louise Bay nos va regalando recuerdos y comentarios que sirven para que como lectoras detestemos a Matt: un hombre controlador y tozudo que obligó a Stella a vestir de una forma, vivir de otra y abandonar el trabajo de sus sueños bajo un objetivo egoísta. Esta sensación de resentimiento que alinea a la lectora contra Matt se va construyendo de forma paulatina, y sin embargo solo tarda 3 páginas en hacer que odiemos a Karen. .
Karen representa todo aquello que la sororidad feminista intenta eliminar: es la típica chica perfecta, falsa, hipócrita, pasivo-agresiva, preciosa y siempre arreglada que hace que el resto nos sintamos incómodas. ¿Quién no ha conocido a una mujer así? Y ¿quién no ha deseado verla caerse del trono y resbalar sobre sus tacones de doce centímetros? El sentimiento de pertenencia a un grupo más cozy de mujeres, que usan pijamas con la goma rota, batas de flamencos y que dicen cosas inapropiadas la mitad de las veces lo explota Louise Bay en Mister Mayfair de la misma forma en que lo hizo Taylor Swift con You belong with me.
Así nos encontraremos con una protagonista femenina imprevisible, insegura y que sobre todo al comienzo de la obra, deja que sean otros los que la arrastren a tomar decisiones en su vida: su amiga Florence que la convence de escuchar a Beck; el propio empresario que debe estar a su lado continuamente para evitar que esta se eche atrás en el trato, etc. Stella no es una luchadora. Algunos de sus actos, que parecen declaraciones de intenciones (presentarse ante Beck en pijama y bata o no entregarle su portafolio cuando le exige que le de el trabajo de diseñadora de interiores) es en realidad un acto de pasividad ya que, en los momentos en los que comienza la obra, Stella se encuentra completamente desbordada por las emociones del momento (¿y quién puede culparla?)
—Creo que deberíamos cancelarlo todo —dije con los pies clavados en la acera mientras Beck me mantenía abierta la puerta del taxi—. Es una locura. La gente va a pensar que soy una lunática cuando descubra que estoy fingiendo que estamos saliendo.
—Sube al taxi, Stella.
—Lo digo en serio. No es que se me dé mal mentir, pero no estoy preparada para esto.
Beck, el protagonista masculino, es realmente el que más juego da a la obra y el que mantiene a flote a la protagonista y el argumento. Lousie Bay, a diferencia de otras autoras famosas de la editorial, ni se regodea en el sexo candente desde las primeras páginas (como hace Whitney G.), ni en el drama de su pasado (como pasa con Mia Sheridan). Así, su presencia en la obra se convierte en una pieza esencial equilibradora que llama la atención y convence por igual.
Y es que Beck cumple con el arquetipo de hombre-padre-jefe o figura de autoridad masculina hecha para proteger a la protagonista femenina. No es ninguna casualidad que la mayor parte de los hombres que protagonizan este género lleven un traje de chaqueta (símbolo de estatus y poder, y por tanto de protección para sus parejas) ni que sean siempre muy decididos y dominantes. Simplemente, esto nos parece sexy ya que elimina todas las molestias e inconvenientes que se tienen normalmente al empezar una relación con alguien inseguro. Ellos llevan el peso del romance, conducen la novela y la relación y no podemos negar que es agradable que por una vez el trabajo lo haga otra persona.
No cabía duda que Beck era alto. Y bien parecido. Pero esa descripción no le hacía justicia. Era uno de esos hombres que obligaban a mirarlo dos veces cuando te lo cruzabas por la calle. Era lo suficientemente guapo como para parecer un modelo, pero la forma en que llevaba ese traje —o cualquiera de los trajes que le había visto— le daba poder.
Escenas hot, una boda surrealista y la persecución de tus sueños
Louise Bay juguetea con el feminismo a lo largo de toda la novela. De esta forma, introduce varias veces comentarios machistas en otros personajes solo para que Beck pueda corregirlos o le da la vuelta a ciertas escenas arquetípicas en las que no me explayaré para no cometer el crimen del spoiler de forma que le introduzca un aire de modernidad. Sin embargo, son sus escenas hot las que más convencen y alteran. La autora da margen a que Beck y Stella estén perfectamente definidos antes de saltar a unas escenas eróticas de cinco estrellas, cargadas de pausadas descripciones ardientes donde él practica un magnífico sexo oral y ella responde al momento a todas sus caricias. A diferencia de Whitney G., Louise Bay se reserva también una gran parte de la obra para increíbles momentos de romance, declaraciones pasionales y largos discursos pensados para fundirle el corazón a sus lectoras.
Mi opinión sobre Mister Mayfair
Mister Mayfair es el equivalente para mí a una película divertida romántica que ves para desestresarte el fin de semana. Su argumento, aunque tarda un poquito en arrancar, se hace muy ligero y entretenido de leer y rápidamente te metes en situación y estás esperando y deseando que Stella se encuentre con su ex, que su relación se vea afianzada y que Beck se la lleve de una vez por todas al dormitorio.
Una novela entretenida y realmente recomendable para cuando buscas desconectar con algo ligero que sin duda dará que hablar dentro del grupo de apasionadas lectoras de romántica. La autora, anticipándose al futuro, pone la guinda del pastel al introducirnos ligeramente a Dexter, el protagonista de la segunda parte de la saga (Mister Knightsbridge) y está claro que si este tiene tanto que decir como Beck, la serie entera será un gran éxito.
Al menos yo, no creo que me la pierda.
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